Paul Bowles; The Sheltering Sky, Beatniks, y veranos en Tánger
Paul
Bowles siempre fue una rara avis dentro de la literatura contemporánea
norteamericana. Al igual que Frederick Buechner; mostraron un control estricto,
sin ninguna de esas cualidades de efervescencia juvenil y sentimentalismo que
tan a menudo impregnan el trabajo de los primeros novelistas. Pertencen a ese grupo de jóvenes escritores
que tiene la extraña cualidad para disfrazar una falta básica de energía
creativa, especialmente, cuando se yuxtaponen a una imaginación tan rica y
abrumadora, en el caso del exquisito John Hawkes. Ambas novelas tienen el
mismo tema básico: la angustia del intelectual moderno, quien, incapaz de
comunicar su necesidad de amor, el cual, está condenado al aislamiento en un
mundo que solo puede analizar y soportar. Pero
el significado trágico de este tema nunca se capta, ya que los seres humanos
que se mueven a través de estas novelas son simplemente el sombrío telón de
fondo contra el cual se ilumina el verdadero héroe, titulado quizás “El dilema moderno”. Sin embargo,
desde una perspectiva literaria tan oscura y vacía como la actual, el crítico
debe otorgarles los honores que correspondan a los fracasos del más alto nivel.
Ciertamente, ninguna novela reciente se ha acercado tanto a la perfección
técnica como A Long Day's Dying, y es
asombroso presenciar tal habilidad en un joven escritor. Empero, será Paul Bowles quien se llevará la gloria del superventas,
caprichos del destino o recompensa de un todoterrero de la vida.
Evidentemente, Bowles le debe mucho a E. M. Forster —al intentar— dejar una relativa sospecha, con un alto grado de
conciencia, usar el norte de África de la misma manera que Forster usó la
India: un espejo curvo que distorsiona aun cuando refleja el dilema del hombre
occidental. Cuando el autor Paul Bowles termina con esos personajes de The Sheltering Sky, su primera novela,
sus personajes se han deslizado desde
cero hacia la muerte por la fiebre tifoidea, y el punto cero se ha convertido
en una soga trenzada con hebras de ninfomanía y locura. Pero a pesar de su
habilidad seductora que captura los contornos brillantes de los mercados
árabes, las tiendas de vinos y las prostitutas malhumoradas, la novela nunca
puede elevarse por encima de un cierto nivel turístico. Los protagonistas
parecen moverse en estado comatoso de una escena elíptica barroca a la
siguiente, sin volver nunca a la vida ni generar tensión dramática. Bowles ha tomado a la Mujer Módem Perdida y
ha abierto las llagas de su enfermedad hasta la Muerte. Hay que reconocer
que Bowles no fue un joven de su generación —digámosle— estándar. Tuvo
que salir —por piernas— de casa, ante la paranoia de su viejo de origen alemán
y profesional de la odontología. Así como una madre muy aficionada al
lanzamiento de cuchillos, cuando tus compañeros de colegio, tan solo esquivaban
las zapatillas de sus mamás. Un billete en barco y termina en Paris con la
generación perdida, al lado de Ezra Pound y Djuna Barnes. Le dio por la vena poeta,
y la caprichosa Gertudre Stein, no vio nada prodigioso en sus rimas. Salió a la
carrera, directo a NY y allí terminó de alumno del enorme Aarond Copland, Como lo de los viajes, le tiraba mucho, terminó
en Marruecos y después, hizo muchas composiciones para todo tipo de obras
teatrales, cinematográficas. En Mexico conoció a Silvestre Revuelta antes de
que le pegase un zamacuco de tanto beber tequila y whisky. Conoce a Jane
Auer y se patearon toda Centroamérica. Le dijo que volviera a la máquina de
escribir y acabó escribiendo columnas en el Herald Tribune. Ya en la década de los 40 conoció a un Wells muy zumbado, a un
alcohólico Huston, a Joseph Losey y un vanidoso genio llamado Dalí. Finalmente,
se establece en Tánger, y posiblemente, se encontrará con algunas de las
grandes leyendas del movimiento Beat: Allen Ginsberg, William S. Burrough, Jack
Kerouac. Muchos de estos autores americanos participaron en el mito de la
ciudad portuaria. La leyenda de Tánger es el adobe de muchos de esos años
gloriosos, donde se juntaron escritores de una contundencia intelectual (de 1925 a 1956).
Desde
los divertidos amanuenses beatniks que deambulaban por sus calles, fumando
hashish, en sus cafés o pasando interminables horas a la contemplación de la
entrada del Atlántico en el Mediterráneo. En
las pocas librerías de la ciudad se exhiben de manera destacada las gloriosas
novelas de este período escritas en las pensiones de la “ciudad soñada”. Obras de Truman Capote, Alexandre Dumas, Jean
Genet, Joseph Kessel, Mohamed Choukri, Antoni Gaudi, Mick Jagger: Farid Othman
conoce todas las famosas sombras que acechan en Tánger y "no puedo
imaginar vivir en otro lugar”.“Tánger siempre ha atraído e inspirado a
artistas y escritores de todo el mundo”. Dejando a Tánger a un lado y
volviendo al matrimonio Bowles. No podemos pasar por alto los detalles más
significativos de The Sheltering Sky.
Hay una gran parte de la crítica
literaria que insiste, en la proyección de la vida, del matrimonio auténtico,
con la pareja de ficción que escribe PB. Observamos la decadencia de un
matrimonio: la charla sin sentido y la cortesía fatigada, la dolorosa
separación en el sexo, la pérdida de la capacidad de amar. El tortuoso viaje que emprende con su marido no hace más que acentuar
la profunda esterilidad de sus vidas mutuas. Los alrededores son
misteriosos y amenazantes, incluso cuando ofrecen la promesa secreta de una
naturaleza redentora, en la que, como escribió Sir Thomas Browne: “los
más grandes bálsamos yacen envueltos en los más poderosos corrosivos”. Para
el esposo, el corrosivo es demasiado poderoso y la atmósfera exótica solo trae
muerte. En estado de shock, la heroína
se embarca en una extraña aventura, vagando por las arenas del desierto, donde
finalmente es recogida por una caravana de camellos. Algunas de las escenas
que siguen son como las películas de Rodolfo Valentino. Es el mismo jeque,
adornado con estiércol de camello y moscas, quien la lleva a su fortaleza del
desierto. Un simple hijo de la
naturaleza, es capaz de satisfacer no solo a la heroína, sino también a las
otras tres mujeres de su harén. Su vida sexual se distingue por un sentido
de la destreza y la eficiencia que difícilmente puede ser igualado por ningún
personaje de ficción reciente, a menos que sea uno de los gallardos
espadachines del romance histórico. “Violada”
dos veces en su primer encuentro con el poderoso nómada, la heroína es capaz de
abstraerse de la experiencia y este aspecto indirecto marca el tono de todo el
episodio. Antes de que sus aventuras
hayan seguido su curso, se purga por completo de su sensibilidad y logra
encontrar la salvación a través de la violación. Al final, nos queda la imagen
de un pequeño pájaro del desierto desfilando en las plumas de la serpiente
emplumada de Edward Garnett. Todo esto puede tomarse directamente como una
escabrosa y supersexy historia de aventuras en el Sahara completamente colmado
de caravanas de camellos, árabes guapos, oficiales franceses y un harén. No
obstante, coñas, a un lado, The
Sheltering Sky es un trabajo de escritura notable, con una destreza que la
convierte en la primera novela más interesante de un escritor estadounidense
este año. El autor Bowles, de 38 años,
compositor y ex crítico musical, vive desde 1947 en la casbah de Tánger. Su
verso de revista pequeña y un puñado de cuentos ya le habían ganado los aplausos
de los literatos que miraban el horizonte de Manhattan. The Sheltering Sky, con su mezcla de
náusea emocional, desesperación intelectual y primitivismo del desierto, estará
cerca de justificar sus esperanzas. Sin embargo, para un escritor tan capaz,
Bowles no le da mucha importancia a su historia. Tanto Port como Kit son niños intelectuales neuróticos tan escasos de
carácter y atractivo que apenas parece que valga la pena salvarlos. La
muerte de uno y la locura del otro parecen fines apropiados pero en modo alguno
trágicos.
Por
mucho que se preocupe de Port, Kit hace el amor con su mejor amigo y compañero
de viaje, Tunner, en un compartimento de tren, nuevamente en una duna de arena
mientras Port agoniza. Kit y Port, con
sus antecedentes y motivos indistintos, son en gran medida marionetas de
novelistas, y Tunner es un peso ligero de col que se utiliza para completar el
triángulo clásico. Pero Bowles puntúa limpiamente con sus personajes
secundarios: proxenetas y prostitutas árabes, oficiales franceses en ciudades
de guarnición, un par de turistas estúpidamente aburridos: madre e hijo.
Sobre todo, The Sheltering Sky está
empapado de un fino sentido del lugar, y esboza ciudades árabes y el mismo
Sahara con aguda seguridad. Bowles puede
haber perdido el centro del objetivo con sus personajes centrales, pero les ha
dado un elenco de apoyo y un escenario emocionante que muchos novelistas
experimentados honestamente pueden envidiar. Después de varias temporadas
literarias entregadas, en su mayoría, a las travesuras juguetonas de los niños,
precozmente astutos y singularmente encantadores, pero que no se pueden contar
para esos regalos que no llegan de otra manera que la experiencia y la
contemplación de una mente verdaderamente adulta, ahora es obviamente, un
momento perfecto para que un escritor con una mente así capte nuestra atención.
Ese es precisamente el acontecimiento
que se celebra con la aparición de The Sheltering Sky, la primera novela de
Paul Bowles. Echamos la vista atrás y ha pasado un buen tiempo desde que
las primeras novelas en Estados Unidos provienen de hombres de treinta y tantos
años (Paul Bowles tenía 38, por aquel
entonces). Incluso en décadas
pasadas, la primera novela generalmente se escribía durante los primeros años
de la universidad, cuando uno creo que sirve para este oficio y cree notarlo.
Además, debido a que el éxito y la
atención del público funcionan como una especie de olla a presión o congelador,
ha habido una tendencia desalentadora de que el talento se cocine o cuaje en un
nivel prematuro de desarrollo interior. En Estados Unidos, la carrera casi
invariablemente se convierte en una obsesión. El principio de "salir
adelante", llevado a tal extremo, inspira a nuestros escritores a
realizar enormes esfuerzos. Cada año debe salir un nuevo libro. De lo contrario, entran en pánico, y lo
primero que sabes es que pertenecen a Alcohólicos Anónimos o han abrazado la
religión o se han lanzado de cabeza a alguna actividad política con nada más
que un emocionalismo incipiente para aportar o derivar de ello. Creo que
esto se debe a una concepción errónea de lo que significa ser escritor o
cualquier tipo de artista creativo. Sienten que es algo para adoptar en el
lugar de la vida real, sin comprender que el arte es un subproducto de la
existencia. Paul Bowles ha rechazado
deliberadamente ese tipo de profesionalismo rabioso. Más conocido como
compositor que como escritor, no ha permitido que su pasión por ninguna de las
dos formas de expresión interfiera con el crecimiento de su personalidad.
Ahora bien, este libro ha llegado al meridiano del hombre y del artista. Y,
para mí, de manera muy emocionante, lleva al lector a una comunión repentina y
sorprendente con un talento de verdadera madurez y sofisticación de un tipo que
había comenzado a temer que se encontraría hoy en día solo entre los novelistas
insurgentes de Francia, como Jean Genet, Albert Camus y el mismísimo Jean-Paul
Sartre.
Con
la vacilante excepción de uno o dos libros de guerra escritos por soldados que
regresaron, The Sheltering Sky es el
único de los libros que he leído recientemente de autores estadounidenses que
parece llevar la huella espiritual de la historia reciente en el mundo
occidental. Aquí la huella no es visible
sobre la superficie de la novela. Existe mucho más significativamente en una
cierta aura filosófica que lo envuelve. Hay un curioso doble nivel en esta
novela. La superficie es apasionante
como narrativa. Es impresionante como escritura. Sin embargo, sobre esa
superficie está el aura de la hablo, intangible y poderosa, que te recuerda a
una de esas nubes que has visto en verano, cerca del horizonte y de color
oscuro y que de vez en cuando pulsa silenciosamente con destellos interiores de
fuego. Y esa es la superficie de la novela que me ha llenado de tanta emoción. The
Sheltering Sky es la crónica de tal viaje. Si no fuera por el hecho de que
el principal personaje masculino, Port Moresby, sucumbe a una fiebre epidémica
durante el transcurso de la historia, no sería difícil identificarlo con el
propio Sr. Bowles. Al igual que el Sr. Bowles, es un miembro de la
intelectualidad de Nueva York que se cansó de ser tal miembro y se dispuso a
escapar de ella en lugares remotos. Escapar, ciertamente lo hace. Escapa prácticamente
a todos los accesorios de la vida moderna civilizada. Hasta cree haber escapado
de su sexualidad, pero ese es otro cantar. Equilibrado entre la fascinación
y el temor, se adentra cada vez más en esta “lejanía”
de ensueño. La historia en sí es una crónica de una aventura sorprendente en el
contexto del Sáhara y las regiones pobladas por árabes del continente africano,
una parte del mundo rara vez abordada por escritores de primer nivel que
realmente la conocen. Paul Bowles sí lo
sabe, y mucho mejor, por ejemplo, de lo que lo sabía André Gide. Probablemente
lo sabe incluso mejor que Albert Camus. Porque Paul Bowles ha estado yendo a
África, de vez en cuando, desde la década de los 30. Le emociona, pero por
alguna razón no trastorna su equilibrio nervioso. No se queda en las ciudades
costeras. A intervalos frecuentes,
realiza viajes a los rincones más misteriosos del desierto y el país montañoso
del norte de África, lo que implica no solo dificultades sino también peligrosos.
Hoy que nos queda de todo aquello y que podrán encontrar los lectores: piedras
viejas y arena. Empero, algo de Bowles en mí, cuando estoy de vacaciones y
alucino con la parte superior del enorme autobús rojo —que pasa rozando las fachadas
históricas— los turistas descubren el viejo Tánger, mientras una
multitud de veraneantes se agolpan en la nueva cornisa, obra del sátrapa
alauita. Ya lo dijo Patti Smith: hay dos tipos de obras maestras. Están las
obras clásicas monstruosas y divinas como Moby Dick, Cumbres borrascosas o
Frankenstein; un moderno Prometeo. Y luego está el tipo en el que el
escritor parece infundir energía viva en las palabras mientras el lector es
hilado, exprimido y colgado para que se seque. Después están los libros devastadores y éste, es uno de ellos. Además, otro gran lector se enamoró de esta joya, el gran Bertolucci, ¿ven cómo el cielo nos protege? Tenemos mucho que contar, pero eso será en la próxima ocasión.
Biografía consultada y recomendada
Fotogramas adjuntados
Paul Bowles “A Life” (2005) by Virginia Spencer Ed. Peter Owen
MARAVILLA
ResponderEliminarMuchísimas gracias, de todo corazón, Un abrazo
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