Amul Kapoor, el slumdong que soñaba con Bollywood
Amul Kappor es un
chaval de 10 años que sobrevive en Dharavi, el barrio más grande y pobre del
Indostán. Cerca 175.000 hectáreas de tierras pantanosas viscosas y pegadizas,
pises por donde pises. A unos cuantos kilómetros, de las zonas turÃsticas de la
ciudad, dirección norte se atisba el paraje. Un caos de desagües abiertos,
chozas con techos de estaño y callejuelas con forma de flaquÃsimos pasadizos
zigzagueantes. En uno de esos chavolos viven lo que queda de la familia Kapoor.
Falak, el padre, un hombre de 39 años, con aspecto de cincuentón y tÃpico
mostacho con una mirada en la nada. Sus hermosos ojos negros brillan de
sufrimiento e impotencia. Todos los dÃas, comienza el mismo ritual —al lado de su
hijo— en ese mar de basura y suciedad. Dos más, de ese millón de personas, que
trabajan como esclavos para sobrevivir. Pues, no saben ni conocen, eso del
placer de los occidentales humanos: disfrutar el dÃa en la tierra. Aquà la vida es asÃ. En
el barrio, de los llamados Slumdong (perros rabiosos) —apodo, que detestan— pero que terminan aceptando, en un
nuevo arrebato de resignación impuesta por el feroz capitalismo que se respira
en la megapolis de Mumbai. La metrópoli de Dharavi es el destino de los últimos
desahuciados de verdad del planeta y no esos pobrecitos enojados occidentales
con cámaras digitales y truños de Mediaset. Hoy es un dÃa de julio, infernal,
la temperatura marca más de 45 grados. Esta semana se convertirá en la
auténtica fragua de vulcano. A ello, le sumamos, la maldita humedad y el fango
que envuelve a Falak y el pequeño Amul. Unas caras que parecen de cartón piedra
espolvoreada de ceniza hasta la cejas. Pasa el dÃa hasta que el sol se marcha.
Los dÃas son calcados hasta llegar al chamizo y poder beber algo de agua que
supura del colector principal de la ciudad. Un lugar tan extraño, surrealista y
trastornado como los miles de intocables musulmanes, tamiles, bengalÃes y toda
la jarcia de representantes de la India pluricultural que desde la esplendorosa
Mumbay, en los parqués de los barrios, chic juegan al Cricket y rÃen en 4K.
Hasta el espÃtico Danny Boyle hizo su gran pelÃcula que lo beatificó a los
altares del séptimo arte. ¡Qué más da, si todo sigue igual después de su paso,
por aquel dantesco lugar! Dharavi es una puta ratonera, donde los humanos
pelean contra los roedores por un chusco de pan; que llevarse al estómago. Una zona
donde la pobreza es patética y la climatologÃa malvada. Inundaciones que cuando
llegan les dejan sin ningún harapo. Aquella fértil marisma de finales del
S.XIX —hoy un mar de lodo y miseria, tras consecutivos cataclismos medioambientales— lo
habitaban pescadores Koli, los cuales, terminaron abandonando lo que en un
tiempo fue un lugar lleno de vida fluvial. Ahora es la tierra de todos esos
parias que sueñan con ser protagonistas del utópico Bollywood Made in India.
PelÃculas que ven —Falak y Amul— en el móvil, descargadas destrangis, soñando
con ese dÃa, en el que Amul se convierta en un bello galán bailarÃn. Empero,
últimamente, el trabajo cuesta sacarlo adelante. Además, esta metrópolis de la
cochambre funciona sin dinero (verdad a medias, gran mentira) pero también sabe
cómo manejarlo. Y evidentemente, un buen fajo de billetes puede ser la
salvación para salir de ese atolladero. Su padre está muerto de cansancio y
hambre. No puede alimentar a su pequeño, Amul. De lo poco que tenemos hay,
apenas para uno. Fuera de mi ventana, oigo que la puerta del cubil se abre y se
cierra por la noche. Su cabeza cabila, no deja de pensar lo mal que lo paso
ayer, cuando Amul casi se ahogó en el rÃo. Él, no está fuerte porque no come.
Todo lo que tiene son unos putos garbanzos podridos y una bolsa con cuatro
lentejas. Su estómago está hinchado. Falak se haya en un estado de
desesperación inquietante. No por ello deja de observar el Hotel Kuthoop, que
es un chamizo con somieres de cuerdas rotas. Donde se acercan a media noche,
unas mujeres muy elegantes y con maletines de colores. Su curiosidad, le lleva
a preguntar a un amigo del barrio (el dueño del locutorio Balum): ¿Quiénes son
las chicas que pululan por el Kuthoop?—No lo sé, Falak. Aquà ya sabes que todos
nos dedicamos a la misma mierda; el plástico. No obstante, habla con el
recepcionista, a ver por dónde te sale… Falak se presenta en la puerta del
hotel y le entra directamente al supuesto recepcionista, que lee en su móvil y
se refresca con un viejo y destartalado ventilador.—Oye, sabes quienes son esas
mujeres tan guapas. —Yo, no lo sé. Pagan y adelante. Falak hace una mueca, como
si fuera de farol en el póker… Pone un billete de 20 rupias en el mostrador y
el tipo sonrÃe —De verdad, qué no te suenan de nada?—Hace mucho calor y uno
esta despistado. Falak deja otro billete de 10 rupias.—Yo creo que hace mejor
temperatura aquà el mostrador que en la calle—SÃ, amigo. La verdad que esto
chorrito de aire hace que uno respire mejor… (SonrÃe con cara de avaricioso)
Falak, insiste.—¿Quiénes son esas chicas tan majas?—enfermeras.—¿Enfermeras?
Qué curioso ver
enfermeras por este noble barrio —El recepcionista esboza una carcajada— SÃ, si.
Amigo. Este es un lugar con clase. ¿Y qué hacen a estas horas?—No tengo ni
idea, pero te puedo dar un número de teléfono y llamas, a ver que te dicen...
Es algo muy interesante pero tienes que hablar con el que está detrás de ese
móvil. Falak ciñe el rostro y resopla—Pregunto por alguien. —No hace falta,
pero como has sido una persona muy atenta, puedes decirle, que vas de parte de
Babar. Falak, se lleva el papel, donde le ha apuntado el número de teléfono y
se marcha. Babar le espeta:—Buenas noches, amigo. Falak levanta el brazo con
desgana mientras su espectro sombrÃo se pierde por los pasadizos del sitio. De
vuelta a su cubil. Cuando llega al chabolo se queda observando a su hijo y mira
el número que le apuntado el recepcionista. La noche ha sido soporÃfera y el
alba está a 32 grados. Comienza la rutina de un nuevo dÃa en la jungla de
plástico de Dharavi. A recoger todos los envases de polivinilo que se
encuentren y trabajar en el batán del jabón. Amul sigue medio hipóxico y deshidratado.
Su padre le da de beber de una botella rellenada de los colectores. Y le echa
un poco por la frente y la nuca. Falak es un hombre desesperado. Hasta que
decide retirarse de la jabonera y cambiar el plástico por un poco de arroz,
unas naranjas y algo de pan. Tiene que sacar fuerzas y arrestos de dónde sea.
Amul, es su única razón de vivir. Finalmente, la naranja y el pan parecen subir
el azúcar a los órganos vitales de su hijo. Incluso sonreÃr.—Estás mejor
hijo?—SÃ, padre. Me encuentro mejor. —Bien, quédate aquà descansando que yo
vendré en una hora.—Pero, padre, ya puedo ir con Ud. y trabajar.—No, Amul, hoy
descansaremos los dos.—Cómo Ud. diga padre. Falak se marcha, al locutorio,
donde está su amigo, Balun. Éste, le comenta, que tal le fue en el hotel y
Falak, le cuenta lo que le dijo el recepcionista; Babar. Balun—No sé, Falak,
pero a mà me da que la gente está vendiendo riñones—¿Riñones? —SÃ, amigo. Riñones.
Una prima mÃa que trabajaba en el Cairo, la tenÃan esclavizada y la única forma
de salir de allà era dando un riñón. Asà consiguió el pasaporte y 200 dólares,
volvió a Mumbai y trabaja de camarera en el Sheraton. Eso, sÃ. Ha envejecido
mucho y toma un montón de medicamentos…—Entonces, está claro que las enfermeras
llevaban en esas maletas riñones… ¿No?—Riñones u ojos, incluso un hÃgado. Somos
material reciclable como este terrorÃfico sitio, donde vivimos. Falak mira al
cielo y le dice a Balun. Mira, amigo, no sé cómo va a salir esto. Pero si a mÃ,
me pasa algo, encárgate de que Amul pueda salir de este lodazal. Balun pone una
cara muy tensa y asustada (demasiado teatral)—Falak, piénsate bien lo que vayas
a hacer. Ya lo hemos hablado todo. Falak llama al número de teléfono desde un
chamizo donde canjean llamadas por plástico o jabón. Le dan un viejo Nokia de
2001 color rojo, a manchurrones y llama—Diga…—Llamaba para hablar con
alguien—Muy bien. ¿Quién te ha dado este número?—Babar el
recepcionista.—Perfecto. Tienes que venir al hostal pero por la hilera trasera
del sitio. A las 20,00h. Falak vuelve a su pequeño antro a ver a su hijo. AllÃ
está viendo una pelÃcula en un pequeño televisor reciclado de la basura de una
superestrella de Bollywood. Está fascinado con ella. Amul, ¿Cómo estamos? —Baja
el volumen y rápidamente, contesta—Muy bien, padre. Ya estoy mejor. Con ganas
de trabajar y hacer lo que Ud. Me diga. Bien, hijo. Mira, yo esta tarde/noche
he de hacer unas cosas. Tú quédate aquÃ. Y no te preocupes por nada. Cuando
tengas sueño, te acuestas. Falak le da un fuerte abrazo y un beso.
20,00h En el pasadizo de la puerta trasera
del Hotel Kuthoop
Falak apretaba las
manos, se las frotaba y se las pasaba por la cara. Todo era un puro ejercicio
de nerviosismo, mientras esperaba al hombre del teléfono. De repente, apareció
un chaval, no mucho mayor que su hijo y le pregunto:—Es Ud. Falak?—Sorprendido
y extrañado por el desparpajo del chaval. Nuestro atemorizado Falak hizo un
movimiento de cabeza afirmativo. El chaval le invitó a que le siguiera. Aquella
criatura se desenvolvÃa con la rapidez de un joven galgo y sorteaba los
obstáculos. Vamos! Rápido Sr. ya queda menos. Falak entre el sobresalto y la
ansiedad de una noche más agradable, en aquel basurero de los pasadizos de
Darhavi, invitaba a inhalar los más pestilentes efluvios del maldito infierno. Llegando
a uno de los ensanches del final del mastodóntico barrio, se acercaban a una
zona donde la tierra se mostraba más firme y la noche se tornaba más oscura.
Falak, le preguntó
al chaval,—Cómo te llamas? No le contestó. Sólo le dijo, Adiós! Sr. Y a los
tres minutos aparece un monovolumen SsangYong muy nuevo. Se abre la puerta
corredera, dando el golpe del torno picaporte. La puerta de al lado del
conductor también y baja un tipo de rasgos chinos. Le invita a que suba al
vehÃculo. Falak se dirige al vehÃculo y entra. Allà está sentado, un individuo
calvo con aspecto arábico. Le saluda, dándole las buenas noches. —Hola, Sr.
Falak. Yo soy el hombre del teléfono. Siento mucho el trayecto que ha hecho
hasta llegar a mÃ, pero como bien sabrá… Nosotros no podemos entrar con el
monovolumen hasta la puerta del hotel. Falak observa que al lado del personaje
hay una mujer muy atractiva con rasgos occidentales. Detrás un joven hombre con
semblante egipcio y dos bellas mujeres hindús. Piensa, y se dice a sà mismo,
son las enfermeras de las que hablé con Babar. AhÃ, sentadas muy elegantes y
discretas en la densa oscuridad del confort del cuero baccara de los
asientos.—Bien, ¿qué quiere Ud? Sr. Falak. —Falak Kapoor. Deduzco que parece un
hombre sensato e intuitivo. Falak, le espeta: buenas noches, Sr…—Dejémoslo en
el Sr. Alfa. Pues, sÃ. Creo que Uds. necesitan algo que yo tengo y Uds tienen
algo que necesito.—SonrÃe el trajeado con gesto de Emir. SÃ. AsÃ, es.—Miren yo
necesito dinero, ya. Quiero marcharme de este lugar y que mi hijo pueda tener
un futuro en la city de Mumbai.—¿Cuantos años tiene su hijo?—Molesto, Falak. Le
dice: 10.—Evidentemente, mucho por recorrer y ver. Respiro hondo el Sr. Alpha y
le propuso lo siguiente. Yo compro órganos—especialmente— riñones. Ya que todo
ser humano con buena salud tiene dos. Con un riñón se puede vivir y otra
persona puede también estar en este mundo. Falak con la mirada fija, en los
ojos del arábico.— ¿Cuanto vale un riñón para Ud? Yo no sé lo que vale un
riñón! —Tornó un gesto de enfado. Yo sà que le puedo decir que a la gente, la
cual, represento: lo que pagan por un riñón sano. Es decir, a cualquier persona
de este paÃs.—¿Cuánto? Algo cÃnico. 200.000 rupias. —Cerró los ojos y le vino
la imagen de su hijo.—SÃ. Adelante. Bien, aquà tienes las condiciones del
contrato y tus obligaciones.—¿Obligaciones…?—SÃ, una pequeña analÃtica para ver
que estás bien y el test de compatibilidad inmunitaria. Una vez salgas del
quirófano pasarás 5 dÃas en la cama y después, si te encuentras bien te
marcharás, con 200.000 rupias, Eso es todo.—¿Tienes alguna pregunta?—¿Son
buenos cirujanos quienes harán esta intervención?—Por supuesto, trabajamos con
los mejores medios humanos y técnicos. Ya verás la clÃnica y lo dicho, todo
será muy rápido. Ahora, ponte cómodo en el auto y nos vemos en el chequeo. Una
de las hermosas enfermeras le dio una pastilla y Falak cayó en un profundo
sueño. Cuando despertó estaba en una habitación, tumbado en una cama enrobinada
y con unas esposas cogidas a su brazo derecho del cabecero. Vino una enfermera
de aspecto occidental y le dio otra pastilla.
Una semana más tarde en Darhavi
El dÃa levanta a la
plásticopolis de la bulliciosa Mumbai. De nuevo el tórrido calor. Ni una brizna
de aire que sople, para aliviar el rancio olor de los cuerpos sudorosos. Amur
se levanta. Come algo de avena, un par de almendras y poco de leche agria.
Antes de volver al tajo, mira en su teléfono la fotografÃa de su padre y besa
el gif. Caminando primero a la jabonerÃa y luego a por plástico para hacer
utensilios que vender a los turistas. Está triste, porque su padre era todo lo
que tenÃa. Su madre y sus dos hermanas murieron en los raÃles del tren después
del trágico accidente en 2007. De fondo se ven los nuevos rascacielos del
capitalismo pujante de una de las metrópolis más importantes del mundo. La
verdad que en este lugar hay algo de vieja pelÃcula. Ese momento, de destino
perdido en un paÃs de salvajes contrastes donde la civilización no es más; que
una caricia sobre arraigadas costumbres ancestrales. De algún modo, los zigzagueantes
pasadizos es el corazón del hogar de Amul Kapool. Cuando al salir de la
jabonerÃa con una saca de trozos de sebillos reciclados. Le llama un hombre.
¿Amul? Eres el hijo de Falak Kapoor.—SÃ, lo soy. ¿Sabes quién soy?—Ahora que lo
recuerdo es Ud. Balun el dueño del locutorio del barrio.—Ese mismo, hijo. Mira
Amul, tengo que decirte que tu padre está muy bien.—De verdad. ¿Dónde está?—No
muy lejos. Pronto tendrás noticias de él—SÃ. —Además, serán de su propia voz.
Yo sólo querÃa darte una cosa que él me mandó al locutorio. Saca un sobre del
pantalón salwar y se lo entrega.—Toma hijo, esto es para ti.—Gracias. Amul, se
lo guarda en el interior de su bajo vientre. —Bueno, ya nos vemos con tu padre.
Y hablaremos de cine y esos planes.
Me ha dicho, que
eres un gran entendido (sonrÃe con una mueca hipócrita). Amul, gira la cara y
alforza el cejo —Si necesitas, cualquier cosa… Bien, ya sabes dónde
estoy.—Muchas gracias, Sr. Balun. Adiós, y suerte. Amul vuelve al chavolo. La
jornada ha sido muy dura y después del encuentro con el personaje Balun; está
alterado y angustiado. El hecho de pensar que su padre está vivo y
que —supuestamente— se reunirá con él; crea un gran estado de excitación. Se
sienta en el catre y saca el sobre que le ha entregado, el funesto Sr. Balun.
Lo abre y se encuentra con 10.000 rupias. Rápidamente, coge los billetes y los
esconde en un bote de plástico de paracetamol vacÃo. Amul tiene para cenar un
poco de pollo seco y una pizca de arroz con medio vaso de zumo caducado, que ha
conseguido a lo largo de la semana, en el trapicheo del barrio. Sin embargo no
tiene mucha hambre. Se acuesta y vuelve a encender su escacharrado móvil; mira
la foto de su padre y no puede evitar llorar. Pasa el tiempo y la ligera brisa
que sopla estas últimas noches, apacigua un poco el bochorno irrespirable e
invitan al descanso. Amanece un nuevo dÃa en Daharavi. Todo vuelve a ser como el montaje de una
pelÃcula de Fincher. La monotonÃa del movimiento: el aseo, en uno de los
callejones, sigue la mecánica del desayuno. Igual que ayer, anteayer y antes de
ese anteayer. Los dÃas son idénticos en la fragua de plasticolandya de los
parias de Mumbai. Amul vuelve a hacer su recorrido. Ahora se acerca para
esperar la llegada de los turistas y vender algo de artesanÃa reciclada del
polivinilo que recoge en el hiperbasurero. Vuelve a la jabonerÃa y echa unas
cuantas horas en el batán. Cuando va a recoger su ración de trozos de jabón,
escucha un gran bullicio de gente. Hay muchos policÃas en medio de uno de los
recovecos del barrio. No puede ver lo que ocurre. Hay demasiada gente amontonada
viendo el suceso. Al final se escurre entre las piernas del personal y descubre
un cadáver con una sábana entreabierta. Observa que tiene una gran cicatriz en
el pecho y otras dos laterales. No tiene ojos y está completamente rÃgido. En
su cara se observa un bigote muy caracterÃstico. Entre la multitud, hay dos
personajes, conocidos para Amur. Uno es Balun, con el que estuvo hablando ayer
y le lisonjeaba con todos sus sueños. El mismo que el entregó las 10.000
rupias. Al lado de él estaba, Babar, el siniestro recepcionista del hotel
Kuthoopp. Sigue observándolos y se da cuenta que ellos se dirigen juntos, a uno
de los ondulados callejones del barrio. Amur está escondido entre los montones
de basura del chiringuito de comida ambulante y escucha. Bueno, Balun, Falak
está en el otro mundo.—Con cierta dosis de descaro. Éste le responde;— la vida,
es dura amigo. Aquà tienes tu parte… ¿Quieres contarlo?—No está de menos. —sesenta,
setenta, ochenta…, y noventa y cinco mil rupias. Es correcto. Amigo, Balun,
encantado de trabajar contigo.—Igualmente, Babar. Ve con Dios. Adiós! Amur se
queda completamente roto. Descolocado y cataléptico. Se siente el niño más
tonto de todo Daharavi. Intenta caminar hacÃa el chamizo. Le tiemblan las
piernas, cuando vuelve a ver a mucha gente en la puerta del chiringuito del
marroquinero. Tiene un TV, donde habla el presentador más importante de los
informativos y comenta lo siguiente: Hoy ha aparecido el cadáver de un hombre
en el vertedero del barrio de Daharvi. Al parecer, el hombre estaba muerto
desde hace 3 dÃas. Le habÃan extirpado sus riñones, el páncreas, el hÃgado, el
corazón y sus ojos. La jefatura criminal de Mumbai ha detenido a toda una red
de mafiosos que estafaban a pobres hombres y mujeres honestas por cantidades de
dinero que nunca llegaban a cobrar. Alguos de ellos residÃan en el mismÃsimo
barrio. Tambien, se están llevando a cabo las tareas de identificación del
cadáver, por si alguien de Daharavi, pudiera dar alguna pista del fallecido. El
forense, sólo puede aseverar que era una hombre de aproximadamente unos 40
años. La investigación ha dado con la clÃnica Ganesh, en Bangalore, donde se
llevaban a cabo. El jefe del servicio de cirugÃa plástica; el Dr. Mehta. Era el
encargado de las operaciones de trasplantes junto a su equipo habitual de
trabajo. El entramado llegaba hasta Israel, TurquÃa y Egipto, donde la gran
demanda de gente potentada de Emiratos árabes eran sus clientes habituales.
Incluso entre la frontera de la India y China, habÃa una ruta de aprovisionamiento
de órganos que vendÃan los campesinos que no tenÃa nada, con lo que sacar
adelante, a sus familias. Bien, y ahora, otras noticias. Es viernes y hablamos
del estreno de una de las grandes pelÃculas de este año “Toilet” Ek Prem Katha
(2017) con la superestrella de nuestro cine Akshay Kumar. Les dejamos con la
entrevista para nuestro canal Doordarshan TV. Amul Kapoor se marcha hacia su
chamizo, completamente destrozado y envuelto en lágrimas. Mañana sale el sol,
en el infierno de Daharavi.
FIN
FIN
Dedicado a Jorge
Wagensberg diciembre 1948/marzo 2018 In Memoriam
Fotogramas adjuntados
Apajarito
(1956) by Satyajit Ray
Negocios
Ocultos (2002) by Stephen Frears
Mahanagar
(1963) by Satyajit Ray
Traficantes
de órganos humanos (2012) by John Gabito Angel
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