Año 17, el idilio de la marmota mutante
Un
sueño de promesas, desilusiones, mentiras, verdades y una intriga
enfermiza por un idilio no consumado. SÃ. Todo ello es parte del cambio de lo
patéticamente ameno que suele deparar la vida: Nos trastornamos. Pero no se
alarmen, a veces, el silencio nos acarrea estas jugarretas — caprichosas y
mudables— por nuestra mente. Aunque también, podrÃamos empezar con la manida muleta
del basado en hechos reales… A mediados de agosto, entre las hojas del libro y la
penumbra de la estilográfica, aún creÃa en la verdad. La palabra de esa mujer, la incertidumbre de
aquel ambiente y aquel color de sus ojos azul añil. A veces, el recuerdo se
desvanece. Es complicado y repetitivo. Sin embargo, la locura trajo la
desesperación y el amor la intriga. Joyas detalladas, en oro y plata, relojes
remachados en brillantes de Swarovski. Anillos tan grandes como los de esos
chicarrones de la NBA, colgantes hippies de mercadillo ibicenco y pulseras de
bisuterÃa Vintage. Un largo recorrido por el joyero de una Drag queen en
decadencia servirÃa para plasmar ese momento sempiterno con sus perjuicios y
sus desmanes.
DÃa
365
Doce
de la mañana, mis labios aún estaban quebrados por el frÃo y la sed. Un
despertar muy raro tras un largo sueño, el cual, no sé si fue una pesadilla o quizás
el reo de una pose fingida. Anoche pude salir, con una mujer por el nuevo ferial, poco después, de su inauguración oficial. Anduvimos por los versallescos bulevares. No
obstante, creo que no he sido honesto en esta cita. No sé pero, pienso, que no
les estoy contando todo lo bien, que yo quisiera narrarles esta historia.
Empecemos de nuevo. Aquella noche era la primera vez que nos veÃamos. Estaba
tan nervioso que mis fornidas manos — las cuales— siempre han sido como asideros
de una butaca de cine, temblaban, de igual modo, que los dedos de un anciano
centenario. Lo más impresionante, es que ya estaba pensando en un nuevo
encuentro. Bien, una vez adelantada la hora de la cita, las 18,00 horas, por
fin nos vemos. Me quedé delante de ella y me bloquee. Por la cabeza sólo se me
pasaba la idea de querer besarla y amarla, ahà mismo, delante del semáforo. Por
momentos, desaparecerÃa de la tierra. A pesar de seguir deseándola. No lo sé... Creo que he vuelto a perderme. ¿Estoy
hablando de lo mismo? No tengo muy claro; si los conceptos se interpretan por
igual. A las 17,15 ya estaba listo, limpio y perfumado. VivÃamos frente a
frente, piso por piso, yo en el tercero y ella en el cuarto. Las miradas atravesaban las
ventanas.
La
pasión destilaba un extraño perfume por todo el zaguán que desbordada las
ansias del encuentro. Su ausencia me ahogaba en un rÃo que se desmorona en una
lágrima. Y es que, cuando la soledad me mata, entre estas tristes cuatro
paredes de mi habitación: quiero morirme. Justo al llegar las seis, bajé para
llamarla, mientras recordaba que estábamos casi tres años saliendo o eso creÃa. HabÃamos
quedado para hablar del futuro y el tiempo que llevábamos juntos, pues jurarÃa,
que andaba a su lado toda la vida. Eso sigo pensando. Dicen que se necesita hablar un
poco para seguir avanzando. Comienzo a cavilar: un túmulo de imágenes y palabras
se dibujan en mi mente entrecortada. Recuerdo y repaso los últimos
acontecimientos en silencio. No hay mucha gente; se han ido de vacaciones, o no
quieren salir. Algunos, aún andan por aquà danzando, de un lado a otro, igual
que yo; cómo si fuéramos marionetas movidas por alguien que ya no sabe terminar
la historia, o ya no se le ocurren nuevas aventuras y recurre a lo mismo una y
otra vez. TÃteres con los hilos ya desgastados; flojos. Sin ganas de nada,
agotados de intentar hacerlo todo. Sé que no sirve de nada volver al pasado. No
vale de nada pensar una y otra vez; qué es lo que podrÃa haber ocurrido. Qué es
lo que podrÃa haber pasado si todo hubiese sido distinto.
PodrÃa
haber actuado de un modo diferente. Haber hecho las cosas de otra forma. ¿Qué demonios? Manipulando, sin importarme, el ser yo mismo. Distinto… ¿Y, quién cojones sabe dónde
estarÃamos ahora los dos? Haber dicho las cosas en su momento, en aquel segundo, puede que entonces, tal vez, se habrÃa evitado el derrumbe. Quizás hubiera sido
muy diferente. Pero sólo me di cuenta después, cuando ya no habÃa solución. SÃ,
sà y sÃ… ¡Jodidas soluciones! ¿Quién las quiere?, ¿quién las necesita? ¡Ahora,
ahora, mierda! Cuando, ya no sirven para nada. Formamos parte del pasado, mucho antes
del aquel idÃlico pretérito. Pero aquello terminó tras el apocalipsis. Sólo
sientes una impotencia persistente que se apodera de ti. Una inutilidad que no
sirve para nada. Lleno de tristeza e incapacidad para intentar imaginarse una y
otra vez lo vivido. ¿Qué hubiese sucedido si aquella roca gigante no hubiera chocado
contra el planeta? ¿Por qué pensar en remedios qué en un futuro incierto
conseguirán enmendar la situación para que todo vuelva a ser como antes?¡Venga, ya!
Es absurdo, más aún, cuando el silencio es como los humanos, suele oler. El
problema es que en este lugar ya no huele a nada. Y eso significa que hace mucho tiempo que en
esta habitación habita un silencio inescrutable. El molesto ruido de los
vecinos terminó con la última uva en la boca. El callejón del edificio se habÃa
quedado sin muros, perros, palomas, ratas y la ciudad envuelta en una sombra
perenne, donde los inquilinos de los pisos altos, vigilábamos la perpetua hecatombe
del nuevo año. ¡Bienvenidos al año de la marmota mutante!
FIN
Dedicado
a Carrie Fisher y George Michael (diciembre 2016) In Memoriam
Fotogramas adjuntados
La jetée (1962) by Chris Marker
The Survivalist (2015) by Stephen Fingleton
The End of August at the Hotel Ozone (1967) by Jan Schmidt
The Survivalist (2015) by Stephen Fingleton
The End of August at the Hotel Ozone (1967) by Jan Schmidt
Miracle Mile (1988) by Steve De Jarnatt