LA NUEVA FICCIÓN MADE IN USA: HBO y OTROS CANALES
SERIES DE TV CON AROMA A CINE MASYÚSCULO
“Las series de Tv han conseguido arrasar y vencer a las
novelas— “la terquedad simbólica y rítmica”— por su alcance mediático de
internet transmitiendo durante 4, 5 o 6 años la misma idea” dixit: Fernando
Ángel Moreno (Filólogo Semiólogo), de la UCM. Así, quisiera ampliar este post
para introducirnos en un contexto artístico audiovisual que está rompiendo
moldes: la nueva ficción televisiva norteamericana del cable. La cadenas de
Tv—esencialmente la HBO— junto con el despegue de AMC, Showtime y últimamente, Starz
emprendieron una ruta definitiva; la producción de series más realistas y
profundas. Veamos la génesis de esta transformación y el porqué. Twin Peaks fue
el embrión (“bastión revolucionario”) como ninguna otra serie en la historia de
la televisión. Este producto encontró un público y a una crítica académica
deseosa de visionar una ficción diferente. El dueto formado por Lynch y Frost
desembocó en una serie provocadora, aventurera, endulzada de eso que hasta
entonces se entendía como la soap opera (culebrón en serie anglosajón) las
historias cruzadas de un pequeño pueblo fronterizo entre los Estados Unidos y
el Canadá, donde sus habitantes convivían entre infidelidades, negocios
turbios, tráfico de drogas, especulaciones urbanísticas, chantajes, sadismo,
asesinatos mafias y fenómenos
paranormales; parece que fue ayer. Pero esa
manera de fotografiar las secuencias, el surrealismo que envuelve toda
la trama y una BSO—que marca la sintonía como identidad de un producto
revolucionario—de A. Badalamenti, dejaron una simiente que lo ha cambiado todo
y de momento continua. Han pasado más de veinte años largos y sigue siendo la
mater familias de todas las series de la ficción actual. La televisión perdió
su virginidad, entre estruendos pugilísticos de una guerra contra el terrorismo
y bandazos caprichosos de un presidente que se atragantaba comiendo galletitas
y nachos mientras disfrutaba de las Final Series of Super Bowl a la vera de sus
cachorros; menudo susto para los dos. Llegó el Boss de Time Warner y dijo: algo
pasa en América. Su producción ejecutiva lanzó un nuevo eslogan: “No es
televisión es HBO...” El canal de cable por pago HBO (otrora tiempo el gran
canal del boxeo de las Vegas y del Madison Square Garden, sigue siéndolo) fue
pionero en un nuevo modelo de televisión en el que el espectador deja de ser un
usuario en una relación económica ajena para convertirse en un cliente: alguien
exigente que sabe lo que quiere y como lo quiere: espectadores gourmets. Cada
cierto el tiempo, el mundo se nos desmorona de repente y sólo nos quedan
preguntas sin respuesta. He aquí una de las esencias básicas del nuevo concepto
de ficción TV Made in Usa. Cuando chocan
dos portaviones a toda máquina el resultado puede acabar en naufragio. Aquí, la
gente con talento del portaviones A, se marchó a HBO y los cómodos
conservadores ejecutivos del portaviones B, se decantaron por un Hollywood
atolondrado, juvenal, repleto de remakes prescindibles e hipertróficos de FX;
obnubilados por la magia de superhéroes del comic. Los hechos hablan por sí
solos ¿Quién vaticinaría que la legendaria serie insignia de HBO, Los Soprano
alcanzase una audiencia puntual de 13,5milones de espectadores? Nadie. ¿Cuál es
el secreto?, talento y ganas. Y en ese maremágnum que es la vida, ésa que pasa todos
los días, silente y deprisa por delante de nosotros: a veces, carbura entre
el caos y la incomprensión del ciudadano
consumidor de a pie. Alan Ball, en 1999 creó el guion de la aclamada American
Beauty dirigida por Sam Mendes donde ya
se atisbaba esa desmembración del American Way of Life: cuando aquel 11 de
septiembre de 2001 dos Boing 767 impactaban en las Twin Towers, cayendo y
destruyendo el World Trade Center. Arrancó el sueño de una nueva ficción de TV,
más realista, vital, desgarradora de las miserias del ser humano. Nuevos
productores ejecutivos cercanos al indie y junto a alguna vaca sagrada de los
80, que reinaron en las tres majors televisivas por antonomasia; ABS, CBS y
NBC: nos han dejado auténticas obras maestras
para el norteamericano medio de
cualquier parte de su geografía, que ve en la gran pantalla una ocasión de
reencontrarse con un material oblicuo y rocoso de encontrar en otros sitios.
Con un target medio—medioalto, maduro— fiel al Per per View. Un pastel muy suculento en un país de grandes
contrastes: libertad creativa, apuesta por el talento clásico y alternativo,
donde un nombre llevo el estandarte de la nueva HBO y su inolvidable, “Los
Soprano” de David Chase. En la actualidad HBO se encuentra completamente
asentada como la empresa más idiosincrática y prestigiosa de la industria
televisiva en Estados Unidos, marcando un estilo que ha sido imitado con éxito
por otros canales de cable como FX (“24h” y “Rescue Me”) del Canal Fox. Aunque,
también ha sufrido una buena ración de fracasos, sus comedias y particularmente
sus dramas han logrado éxito comercial a la vez que crítico influyendo de
manera decisiva en la producción de televisión contemporánea. Al final del
artículo encontraran una completa biografía para extenderse más y conocer todos
los entresijos de la nueva ficción y la series de TV norteamericanas.
Bien, en resumidas cuentas, ésta sería mi selección de las 10 mejores series
televisivas de todos los tiempos. Dicho esto, valga que desde mi humilde
evaluación, me he remitido a los tiempos de “Lucille Ball”, “La hora de A.
Hitchcock”, “Canción triste de Hill Street” o “Miami Vice". Ésta, es mi
criba personal -de lo que considero cine en TV-, en estos canales norteamericanos del cable. Reitero, hay obras
maestras televisivas británicas (“Arriba y Abajo”,” Yo Claudio” o “Retorno a
Brideshead”y un largo etcétera...) Pero, ese no es el objetivo de este
análisis. Reitero que en su momento se podría hablar de la nueva ficción
británica. Lo intentaremos. Bien, ahí van. Por un orden, donde advierto que del
1 al 6; los puestos son válidos tanto para las elegidas, como el resto de
mencionadas. Me es muy difícil, realizar la evaluación con una excepción: la
número uno y medalla de oro; Los
Soprano. No hay color. Todo el mundo lo dice y es que, por una vez puede que la crítica del mundo
haya coincido en el conjunto de una obra maestra impepinable.
LOS SOPRANO
LOS SOPRANO
Su originalidad, y la esencia de su propuesta la hacen—bajo
mi punto de vista—ostentar el número
uno. No he visto, en la pequeña pantalla mejor producto desde todos los planos
posibles: guion, producción, dirección artística, casting y la Soundtrack (más de 400 temas que son la
historia de la música contemporánea en 86 episodios y 6 temporadas) febril,
dijo su creador: “La serie la podrían haber protagonizado B. Dylan, E. Costello
o los Stones”…Tony Soprano (James Gandolfini) es el jefe de una banda de mafiosos
de N. Jersey, casado con Carmela Soprano (Edie Falco) y sus hijos, vive el día
a día de un ciudadano modélico en una urbanización de clase alta con sus
alegrías, desventuras y crisis
personales tan cotidianas como las de cualquier individuo del vecindario. A
todo ello, hay que sumarle su estado emocional (crisis de los 40) que le lleva
a ponerse en contacto con una psiquiatra; la Dra. Melfi (Lorraine Bracco)
—Sibila Freudiana—de la regurgitación del porqué a sus ataques de pánico y
fobias dentro de su organización criminal y por ende, su familia. Con una trama
circular y en cajonera rezuma esencia Shakesperiana en muchos de los episodios
donde el fin justifica los medios por puro pragmatismo (hay mucho de Hamlet,
del rey Lear y el Mercader de Venecia) en un homenaje a las obras maestras del
cine de gansters “El Padrino” y “Uno de los nuestros” aderezados con momentos
de la familia Simpsons en carne y hueso. Con el aura latente de un sex appeal
que causa auténticos retorcijones de estómago por algunos de los personajes que
rondan a los largo de los 50 minutos de media que dura un episodio. Hay un
aroma al gran Dean Martin (y su eterna pandilla juerguista de las Vegas) en el
clan de la organización y otro que espera en la sombra, clon inseparable de Al Pacino
(Michael Corleone) de Coppola; El submundo de “La Cosa Nostra”, se nos hace
cotidiano y casual: La simpatía por el diablo, porque los personajes de Los
Soprano te atrapan y absorben a sus vidas, las cuales, no son tan distintas al latir diario de las nuestras
casi una traslación de su boceto similar a la cultura mediterránea (por
ende, la cultura española). Se observa la relevancia de los papeles de la
madre, de la familia (esposa, hijos-as), machismo, la marginación, terrorismo,
la corrupción política, la homosexualidad silente. La exaltación del macho y su
valores asociados a la tosquedad viril,
los arranques donjuaneros, gracias a
la premisa de la acumulación de riqueza y aquello de “tanto tienes, tanto vales”. La capacidad de
conquista, su asociación al poder y el dinero, la policía, las minorías negras,
el cáncer, el alzhéimer, los infartos, la soltería, las drogas. Por ello, creo
estamos ante la reina de las obra
suprema con permiso de “The Wire”. Lo dicho, todos mis respetos a quien
considera a esta última la mejor de todas, pero mi número uno es el producto de
D. Chase
THE WIRE
La serie se enmarca en el mundo oscuro del tráfico de drogas
en torno a la ciudad de Baltimore (USA). Durante 5 temporadas y 60 episodios
nos traslada a un viaje Homérico directo al corazón de las tinieblas humanas.
Comienza el primer capítulo con la investigación rutinaria de un crimen donde
el personaje central, el detective James McNulty (Dominic West), comenzaba ahí
a tener interés en la actividad de un narcotraficante llamado Avon Barksdale
(Wood Harris). Sin embargo, el equipo de investigación no empieza a trabajar
hasta la aparición una fotografía suya
en posteriores capítulos. La aparición de otra de esas caras que se han
convertido en actores de este nuevo milenio: Idris Elba (Stringer Bell),
lugarteniente de Barksdale. Un tipo sutil, inteligente, elegante y paciente. El
perspicaz McNulty (inteligente,
sagaz y medio alcohólico), empieza a
molestar a las altas instancias policiales y políticas de la ciudad con su
olfato. Lo que le llevara en la segunda temporada a un destierro provisional de
patrullero en una lancha portuaria. The Wire, fue creada por el periodista
David Simon—que durante muchos años fue redactor del periódico de Baltimore—y
puso en solfa el conocimiento la
degradación de la ciudad y la babel de eso que conocemos como la América de las
oportunidades. Entre drogas, prostitución,
corrupción política, segregaciones raciales, manipulación mediática,
policías corruptos y todo tipo abusos: jueces, profesores, sanitarios,
empresarios, carceleros, banqueros, sindicalistas, militares, padres, madres,
etc. D. Simon, no deja títere con cabeza, nadie se salva de la quema. Y
personajes, inolvidables como el gay justiciero de la calle (Omar Little),
Michael K. Williams, gran actor—su papel— de un aroma Fordiano, inolvidable.
Magnifica dirección artística y una dirección de fotografía acertadísima,
factura del sello HBO. La serie ha recibido elogios a la altura de las grandes
novelas decimonónicas de Dickens o de Dumas. Incluso el presidente Obama dijo
que era un fan incondicional de ella. Se
intentará hacer un monográfico sobre la misma, y la corrupción.
A DOS METROS BAJO TIERRA
La historia de la
familia Fischer que regenta una funeraria de los Ángeles. Se emitió en España y
fueron 5 temporadas con 63 episodios. La trama principal se sustenta en el
fallecimiento del patriarca, Nathaniel Fisher (Richard Jenkins) de la familia
en un accidente automovilístico el día de Nochebuena— esperando al hijo mayor
de la familia—causando una shock en la propia familia, donde el primogénito
Nate Fisher Jr. (Peter Krause) se reciclará como sucesor del negocio funerario
llevado hasta entonces por el difunto y su hijo pequeño David Fisher (Michael
C. Hall) —un gay obsesivo compulsivo algo pesimista—lo que provocará
desencuentros y acercamientos entre hermanos aparentemente desconocidos, junto
a la viuda-madre, Ruth Fisher (Frances Conroy) y su hija pequeña, Claire Fisher
(Lauren Ambrose): una adolescente conflictiva que quiere ser artista gráfica. A
todo ello se le añade el personaje de la futura novia, Brenda Chenowith (Raquel
Griffiths) del primogénito; una mujer que padece graves desequilibrios mentales
pero con una inteligencia extraordinaria. De factura brillante y formato de
culebrón familiar. Alan Ball sienta alrededor de la mesa del comedor de los Fisher temas tan complejos e incómodos como: la
homosexualidad, el adulterio, la paternidad, el consumo de drogas, el negocio
funerario o los conflictos generacionales. Cada episodio abre con la muerte de
un hipoteco cliente, donde se aborda con gran tino, lo absurdo de este tema
tabú: la irrelevancia y lo anónimo de algo tan cotidiano; la muerte y su
significado en nuestras vidas. Desde un infarto, un accidente de tráfico, un
accidente doméstico, abuso de drogas, muerte por arma de fuego, un largo etc.
Todos, ya se nos hace familiar el affaire, pero la grandeza y la sutilidad para
encauzar las subtramas en la storyline inicial. Me parece una pequeña
obra maestra. Destacar la selección de directores provenientes del cine
independiente norteamericano. Exquisita y muy recomendable, ya es una pieza de culto.
ROMA
Esta historia se
remonta a la época de la república romana hasta la llegada del bajo Imperio de
Augusto. La serie se va narrando desde el punto de vista de dos soldados romanos: lucio Vorenus, (Kevin
McKidd) y Tito Pulo, (Ray Stevenson), quienes al parecer existieron según se
lee en “La Guerra de las Galias” de Julio César, estos soldados estaban asignados a la decimotercera
legión. Durante 2 temporadas de 22 capítulos se nos muestran los
acontecimientos históricos en la ciudad de Roma y sus alrededores, amén, de los
enfrentamientos bélicos de las Galias y la conquista de Egipto. Durante la
primera temporada se contemplan los
sucesos de la ciudad –las guerras civiles- hasta el asesinato de César en el 44
A.C. Por desgracia, no se consumó un trabajo más extenso, que en la segunda
parte se concentra en la regencia de Octavio Augusto y el final de Marco
Antonio en Egipto. Fue un proyecto de más de 100 millones de dólares, rodados
en los estudios de Cinecittà, antes
de que fueran destruidos por un incendio que coincidió durante el rodaje (vaya
casualidad). Su creador: Bruno Heller –productor y guionista (algunos capítulos
dirigidos por lo mejor de la HBO) buscó la mayor exactitud y vitalidad de un
producto excelso, dijo: “una recreación histórica ha de ser fiel, pero sobre
todo que transmita autenticidad”. Testimonio histórico del principio de la
civilización occidental; la ambición de los personajes, las envidias, las
venganzas, la guerra, el sexo más explícito, los ciudadanos y sus limitaciones
dentro de una storyline, más que,
Shakesperiana en una coproducción con la BBC, que aportó gran parte de
los actores. Auténticos divos del teatro británico. Y por favor, no olviden su
exquisita BSO, una delicatessen del
gran Jeff Beal, cautivadora desde el score inicial el corte; "Niobe".
No sé lo que hubiera dicho W. Wyler sobre esta joya, pero me lo puedo imaginar.
Deliciosa y seductora, convertida en serie mítica.
MAD MEN
De momento, se han
rodado 5 temporadas (65 episodios). En España hemos visto la 4 temporada, y actualmente el canal AMC está pasando la
quinta, que en pocos días Canal Plus estrenará con la misma premura, frescura,
elegancia y sagacidad de la primera temporada. Todos los capítulos son una obra
maestra del buen gusto. Desde el vestuario, dirección artística, fotografía y
su BSO, hasta las tramas que bordan lo inimaginable de toda la revolución
cultural norteamericana de los idílicos 60. A veces, creemos que B. Wilder y D.
Sirk hubieran resucitado para dirigir este producto. La anécdota es de nuevo
encontrarnos con el incondicional B. Obama, como fan número uno. Después de The
Wire, dice que está enganchado a esta serie. En sus primeras entregas se
veían flashbacks de los años 50 en Corea
e imágenes de la juventud del protagonista Mr. Draper. A medida que avanzan los
capítulos se van viendo los flirteos con la llegada al poder de Kennedy, M.
Monroe y su muerte, el asesinato del idolatrado presidente. Picnics familiares,
el conflicto de Vietnam, el voto negro,
la generación beat, los clubs, el Jazz y los primeros Psychokiller postguerra
en estos últimos capítulos. El reparto, cumple las exigencias de un guion que
cuenta casi todo lo que decía los Soprano (es curioso comprobar que su creador
era primer guionista y escritor de los mejores capítulos de la serie de D.
Chase) pero desde la sociedad y la cultura intelectual de un glamour especial.
Hay una curiosidad sobre esta maravilla, cuentan que M. Weiner presentó
el proyecto a HBO y lo desecharon (algún ejecutivo del canal propiedad
de Time Warner estará todavía tomando tranquilizantes). Un oasis llamado
capitalismo (nacemos entre marcas y nos despedimos con ellas, ¿será que no nos
gustan los iphones...?) que te atrapa para decirte que la verdad es mentira y
nada es lo que parece. Cada vez que aparece en pantalla el amo de
Sterling&Cooper&Draper&Pryce brumas de humo, el olor de whisky de
centeno rematado entre esencias de Armani te sumerges en un rincón del Nirvana.
Obra maestra, ejemplar ¿se la imaginan en un cine estilo Kinepolis? No hay
palabras. Más adelante, le dedicaremos un especial
DEADWOOD
Serie ambientada en
el salvaje oeste, durante los tiempos de colonización y búsqueda del deseado
oro. Obra ambiciosa de la HBO, en torno a un género que se presenta en un tono
caótico, épico-críptico y dantesco, cuasi hiperrealista. Obra de D. Milch y D.
Guggenheim que construyen con un puñado
de personajes inolvidables (desde viudas adictas al láudano a mafiosos Chinos
gerentes de porqueras) el poblado de
colonos más realista, sucio y corrupto jamás mostrado en imágenes
contemporáneas de la televisión por ende, el cine. El proyecto se consumó en
tres temporadas con un total de 36
episodios; quedó algo deshilvanada en su final, ya que coincidieron varios
factores en su contra: desde la huelga de guionistas hasta la negativa de la
productora a seguir filmando más material debido al elevado costo del producto
y la promesa de redefinir el proyecto en 2 películas. Rodado en unos exteriores
magníficos, bien fotografiados, con realizadores eficientes. El capítulo inicial lo firmó el ínclito
Walter Hill, dándole ese plus de decadencia cercana al western de S. Peckinpah
con un suflé de la hipercrepuscular “Sin Perdón” de C. Eastwood. Deadwood es
una pequeña Babel donde campa el caos y ley del más fuerte. Dos
protagonistas de gran enjundia: el inmoral y malhablado Al Swearengen (Ian
McShane), un actor norirlandés extraordinario junto al estirado y moralista,
sheriff Seth Bullock (Timothy Olyphant). Chocan y se acercan en un juego de
ironías y mentiras a medias. Aderezado por momentos estelares del personaje
Swearengen, que nos recuerda al Séneca más perverso de la historia de la TV,
travestido en un Tony Soprano metido en calzoncillos largos y tirantes. La
construcción del poblado una tierra virgen a golpe de azada y criba en busca de
oro, whisky y meretrices al son del cancán dan la esencia a la utopía del
capitalismo. Donde se revitalizan los temas universales del individuo: la
codicia, el sexo, y la moral. Hay que remarcar otros personajes míticos del
lejano oeste e históricos como Bill Hickok (Keith Carradine), en sus horas más
bajas embadurnadas de interminables partidas de póker y whisky al lado de su
acolita, Calamity Jane: alcohólica, irreverente e ingenua. Lo dicho, una pieza Vintage a
revisar, que le daremos un monográfico en su momento dentro del western
Se trata de una
historia desarrollada en el contexto de la gran depresión norteamericana entre
los años 34 al 36 en lo que se conoció como periodo de los “Dust
Bowl” y “dirty thirthies”, marcados
por la devastación y ruina de casi toda
población estadounidense tras el crack del 29. Un complejo proyecto de HBO, que
resultó un fracaso por la falta de paciencia del estudio y el ansia de su
creador, Daniel Knauf. La crítica la consideró una de las grandes obras
maestras del género televisivo, un producto artesanal heredera de las
magistrales “Freaks”, “el callejón de las almas perdidas” y “Twin Peaks”. Se
rodaron 2 temporadas (24 episodios) con un final inacabado; ambas partes
se dieron por insatisfechas. De ahí, un
cierto halo de maldición como el propio hilo conductor de la historia que
impregna esta ínclita serie. Un drama feriante donde las referencias y
alusiones religiosas, esotéricas y mitológicas se dejan ver desde la cortinilla
inicial con unas imágenes impactantes: El
Tarot, la Capilla Sixtina, el Ku Klux Klan o el Jazz... El protagonista es el
joven Ben Hawkins (Nick Stahl), un granjero de Oklahoma que tras la muerte de
su madre es acogido en una caravana de feriantes (y guarda un secreto, poderes
sobrenaturales a modo de apóstol bendito). El contrapunto a este personaje,
que digamos representa los valores del bien lo pone el reverendo metodista
Justin Crowe (Clancy Brown) que vive en California con su hermana Iris donde
alardea de sus visiones proféticas convirtiéndose en un charlatán de culto: es
el antagonista de Ben, el mal. El relato nos trae a la retina los textos de
Steinbeck y la fotografía de Jim Denault nos acerca a Dorothea Lange. La música
la compuso Jeff Beal dándole una atmósfera de road movie sureña que enamora con algunos acordes sinfónicos
apocalípticos. El tema principal es la eterna lucha entre el bien y el mal. Todo ello aderezado del resto de personajes
que componen la feria, no ajenos a sus miserias internas; amor, celos,
avaricia, alcoholismo, enfermedad, hambre, chantaje, soledad, sobreesfuerzo y
autodestrucción. Es la poca esperanza que les queda a unas gentes
abandonadas a una turné maldita.
Guiados por otro de los personajes, esenciales, de esta serie; Samson
(Michael J. Anderson) jefe-empresario de la atracción —actor de un físico más
que reconocible— e intérprete fetiche de la obra Lynchniana pone el toque
sarcástico de un viaje a Babilonia o a la nada. La constante de una obra
incomprendida y excelsa donde la búsqueda de la felicidad aristotélica es una
utopía prohibida y la libertad; esa máxima categórica de Kant sin respuesta. Es
un excelente reclamo para paladares exigentes, en unos tiempos de incertidumbre
económica como la que sufre nuestra vieja Europa. No lo lamentaran, véanla.
"24"
Serie de TV creada en
2001 con una duración de 8 temporadas y
192 episodios emitida por el canal FOX a la postre creador de su filial FX-FOX,
protagonizada por Kiefer Shutherland. La trama se sitúa en una unidad de élite
antiterrorista en la ciudad de los Ángeles. Jack Bauer está con su familia,
jugando una partida de ajedrez con su hija. De repente, está desaparece y
momentos antes de su búsqueda recibe una llamada de urgencia para presentarse
en la unidad. Su esposa, Teri (Leslie Hope)
retoma la tarea de localización de la hija de ambos. En la unidad
antiterrorista le comunican que el senador David Palmer (Dennis Haysbert),
candidato a la presidencia de la nación (de raza negra) puede ser asesinado en
las próximas 24 horas mientras Jack Bauer y su equipo se pone al servicio del
senador para descubrir quién está detrás de toda esta tetra. Creada por Joel
Surnow y Robert Cochran (veteranos guionistas de Falcon Crest y Miami Vice)
fabrican un producto de factura espectacular, adrenalínico y absorbente donde
el guión a través de diversas subtramas apoyado en una narrativa
revolucionaria, pero ya conocida (montaje sincopado) de la pantalla en cuatro
planos, y, un cronómetro de una hora por episodio. Un juego seductor y
maquiavélico en torno, a uno de los temas esenciales de la existencia de la humanidad:
la libertad. Heredera directa del shock 11- S. La serie ha llegado a poner de
acuerdo a diversas ideologías y convertirlos en fans incondicionales desde Gore
Vidal a Vargas Llosa o Robert Kaplan, incluso me atrevería que el expresidente
de gobierno español, Felipe González también se subiría al carro. Se puede amar
u odiar. Vuelvo a remarcar el planteamiento de un agente anti-heróico, pero con
licencia parar matar. Las tramas que se
irán añadiendo serán los distintos enemigos y amenazas del pueblo americano,
envueltas de la inquietante aureola
postReaganista a Cold War. En ese subterfugio denominado; el nuevo orden
mundial. Una amalgama de etnías, países, camarillas y personajes de lo más
variopinto: musulmanes fanáticos,
exgobernantes de las antiguas Repúblicas Soviéticas, ex-agentes secretos del
Este, logias pro-racistas, hermandades arias, traficantes de armas,
funcionarios mafiosos norcoreanos con todo tipo de elementos disuasorios; armas
atómicas y químicas. Atentados con explosivos en ciudades, refinerías,
nucleares o aeropuertos y un larguísimo etcétera. Lo que no se le puede quitar
ni robar a "24" es su calidad, como producto por encima de los
planteamientos y dicotomías ético-morales: el fin justifica los medios (la
tortura). ¿Quién puede legitimar la lucha terrorista con sus propias armas?
Opinen, Uds. las 2 primeras temporadas son una maravilla y un entretenimiento
frenético. Muy recomendable.
BREAKING BAD
Es la historia de un
talentoso profesor, Walter White (Bryan Cranston) de instituto de secundaria,
padre de un joven discapacitado y casado
con un esposa (Anna Gunn) la esposa del Sheriff Bullock en Deadwood que está
embarazada dentro de esa edad en que las cosas se complican. Su escaso sueldo
no le da para llegar a fin de mes y pagar las facturas que se acumulan, por lo
tanto tiene un trabajo extra en un lavadero de coches, que regenta un
inmigrante con muy malas pulgas. Se le diagnostica cáncer pulmonar terminal y
decide que va a pasar con los suyos cuando se muera. Contacta con un antiguo
alumno del instituto que es un “bala perdida” y se pone a cocinar
metanfetamina, lo que le reportará suculentos beneficios y una nueva vida entre
el ocultamiento, la mafia, las mentiras, el trastorno de personalidad y su
nuevo concepto de la ética... A medida que pasan los capítulos, la psicología
del protagonista irá dando giros en una relación cuasi padre hijo con su
compinche el juvenal, Jesse Pinkman (Aaron Paul). A todo ello, habría que
añadirle el personaje de su cuñado, Hank Schrader (Dean Norris) un agente de la
DEA perspicaz— algo rudo— que siente un gran aprecio por él y viceversa; el
colega Walter. A medida que la serie progresa, este sujeto se convertirá en un
dolor de cabeza en el devenir de los trapicheos diarios del protagonista, Mr.
White. La serie producida por AMC consta de cinco temporadas; en España se han
estrenado cuatro temporadas con un total de 46 capítulos. Junto a “Mad Men” y “Walking Dead” son las
abanderadas de este canal en esa nueva disputa por una ficción de calidad, con un diseño de producción que nos
recuerda a las historias de C. McCarthy junto a los hermanos Coen, en ese drama
surrealista y disparatado; “No es país para viejos” o algunos fogonazos de
“Sangre fácil”. Obra creada por el guionista Vince Gilligan, que escribió gran
parte de los capítulos de la serie de culto “Expediente X”. El capítulo
(piloto) lo fotografió el mismísimo John Toll y a posteriori, se han ido relevando directores del entorno
indie. La trama desarrollada en la capital del estado de Nuevo México
(Alburquerque) y alrededores, periferia, barrios con dealers
atribulados. A las afueras, urbanizaciones idílicas con ese estilo tan seductor
que a veces nos recuerda a las viviendas de American Beauty, pero con un toque
post-colonial español en tonos arena y cobrizo como el caleidoscópico paisaje del desierto. Un
espacio fronterizo donde el protagonista como lo ha definido el estudioso, J.L. Molinuevo; “el Quijote de
Alburquerque”, ése, que cabalga al lado de un Sancho Panza teenager, adicto
a la manduca con la que trafican, y, a la vez se enfrentan a molinos del cartel
en busca de la prosperidad monetaria que le dé
estabilidad y bienestar a su familia. La serie plantea extensos debates
entre la polémica y el fervor sobre qué es lícito, qué es lo correcto y qué es
lo que está bien, soslayándose una vez más el American Way life (sistema
sanitario, educativo, política de emigración, las drogas, la discapacidad
física, la soledad, la cleptomanía o la
negligencia policial). Un producto muy atractivo que produce una empatía
rápida.
BIG LOVE
Es una de las últimas
propuestas revolucionarias nade in HBO. Serie de cuatro temporadas (episodios)
con la colaboración de la productora Playtone, de Tom Hanks y Gary Goetzman
(ya colaboró con HBO en la producción de las miniseries John Adams y Pacific)
con los mismos peones. Big Love es la
historia de una familia perteneciente a la rama mormona de la iglesia de los
Santos últimos días del profeta pionero,
Josep Smith en la que su protagonista, Bill Paxton vive idílicamente en un
multicomplejo de tres casas con sus respectivas esposas: Barb (Jeane
Tripplehorn), actriz solvente durante la década de los 90, Nicki (Chloë
Sevigny), exquisita, muy bien considerada en el entorno indie, y su tercera
esposa Margene (Ginnifer Goodwin) la recordaremos, junto a Joaquín Phoenix en la inolvidable “En
la cuerda floja”. La trama circunda en la relación de esas tres esposas sus
siete hijos y el resto de sus familias donde cada una representa un icono
diferente de la sociedad americana. Comenzando por Barb primera esposa original
de Bill (la de mayor edad) con un carácter más liberal e intelectual que trabaja
fuera de casa en el ámbito de la enseñanza. Nicki, es hija de un personaje
funesto y deplorable cuasi terrorífico: el profeta, Roman Grant (Harry Dean
Stanton) actor reconocible por su larga trayectoria cinematográfica y muy
cercano a las películas del maestro D. Lynch. El profeta es el gurú de la secta
que vive en un reducto escondido entre las
montañas de Utah que se llama Juniper Creek, al margen de la ley, a
sabiendas, que el modelo institucional del gobierno de la propia Utah (es un
estado mormón, pero penaliza la poligamia) Roman se desenvuelve como un
auténtico capo de la mafia versus Tony Soprano antagonista de Bill Paxton, a la
postre su yerno. Otro personaje impagable es el auténtico padre de Bill, Frank
Harlow (Bruce Dern), trapichante, sucio y enredador polígamo que ha abandonado
a la verdadera madre de Bill, la extraordinaria actriz, Grace Zabriskie
encarnando a Lois Henrckson; histérica, astuta y absorbente, que fustiga a su hijo. Lo curioso de todo este culebrón
postmoderno de la América profunda, es que el protagonista está convencido que
vivir con tres esposas y siete hijos a escondidas no hacen daño y es lícito
(siempre que se mantenga el secreto). Un ciudadano ejemplar como otro
cualquiera que tiene dos Hipermercados de bricolaje junto a otro socio, que
también es polígamo y tiene otras 3 esposas, Don Embry (Joel Mc Kinnon Miller) incondicional amigo en todas la
empresas de su socio, Bill. La familia Henrickson no es el típico hogar, pero
se creen esa manera de vivir juntos, Unidos por esa fe en el profeta venidero.
Bill es padre, amante, consejero y director de las actividades diarias de esta
familia, es más, con el paso del tiempo el culebrón se acrecienta y entraremos
en una dinámica en la que se verán abusos de todo tipo perseguidos por las
autoridades federales. Donde, alrededor
de 400 individuos fueron encausados por
estar manteniendo relaciones no consentidas (matrimonios ilegales) con sus
progenitores y el delito de estupro asociado al de rapto y violación se
cernía sobre el profeta y su grey (la
pederastia, el tráfico de armas, las infidelidades, la homosexualidad latente,
las venganzas, las adiciones al juego y el alcohol, etc.) Estableciendo un
paralelismo entre la realidad y la ficción— el proceso judicial contra la
auténtica Iglesia de los últimos días—en
el estado de Nevada; ya que los mormones están asentados en Utah, pero existen
comunidades al margen de la ley en Arizona, Colorado, Dakota, New México,
Nevada y Texas. Un torbellino de subtramas circulares bajo la dirección de los
mejores autores de prestigio del canal: D. Attias, D. Petrarca o M. Lehmann,
etc. Exquisita fotografía y una banda sonora que en una primera entrega sonaba
algo étnica folk con aires country creada por David Byrne, y, en las últimas
entregas pasamos a un tono más asfixiante, melancólico y minimalista de la mano de Anton Sanko. Lo más curioso de esta
historia es que el supuesto “delincuente” polígamo, Bill Henrickson llega a
ganar las elecciones como concejal de distrito de la capital Salt Lake City,
amén de mantener diariamente una confrontación interna (entre sus esposas) que
provocará el alejamiento y la fractura del concepto de familia como él cree
verla. En definitiva, un producto muy arriesgado, complejo, no muy agradable de
ver por la dimensión ética de su temática y que exige al espectador un esfuerzo
mayor. Yo recomiendo esta serie más aun estando en un año electoral, en el que
con toda probabilidad el contrincante de B.
Obama sea Mitt Rommey, senador republicano multimillonario que profesa la
religión mormona. Una delicatesen para paladares muy exigentes y a la que yo
invito hagan un pequeño esfuerzo: tiene un final de los que gustan.
Bibliografía consultada y recomendada:
THOMPSON, Robert J. (1996).
“Television's second golden age”. New York
CREEBER, Glen (2004).”Serial television.
Big drama on the small screen”. London: British Film Institute
ROGERS, Mark C.; Michael EPSTEIN; Jimmie
L. REEVES (2002). The Sopranos as HBO brand equity. The art of commerce in the
age of digitalreproduction.
Lavery, David (ed.). This thing of ours.
Investigating“The Sopranos”. New York: Columbia University Press,
LONGWORTH, James L. (2000). TV
creators.”Conversations with America'stop producers of television drama”.
Syracuse: Syracuse University Press
Richard Green y Peter Vernezze
(ed.Ariel): Los Soprano y la Filosofía. “Mato, luego existo” 2010
La Caja Lista: “Televisión de culto”
Concepción Cascajonsa Virino Ed. Laertes 2007
Guía de complejos: Estética de
teleserie José Luis Molinonuevo
“Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported” 2011