La crisis, la cultura y lo indeterminado
En estos últimos
dÃas, voy mal de tiempo para escribir en mi bizarra e inquietante bitácora, que ya
tiene una relativa veteranÃa—un año y medio— poca esterilla para su apabullante
precocidad en todo este engendro webesférico. Quisiera darle una mayor
periodicidad. Pero no puedo. Ni me apetece, hay más vida. Recuerdo con agrado un comentario— de entre los exquisitos
y generosos— que se han visto por estos lares. Aquel lector y colega bloguero
me dijo que mis artÃculos eran imprescindibles. Llegó a exponer, que este espacio daba la sensación de estar, como siete años creando historias alrededor del cine. Yo
fui muy cortés—al igual que con el resto de lectores— porque en ningún momento mi prosa será algo que se
quedará en la posteridad.
Esa, ya ha pasado su criba, previa firma en la orgÃa de los negros tinteros (de la que soy participe). Indudablemente, el dinero sà que importa mucho más que mi parrafada, la de Vargas Llosa o el resto del contenedor bloguerÃstico. Dándole vueltas al cacumen he llegado a la conclusión que lo más importante en la vida; es todo niño en un catre, sin un cacho de pan dentro del estómago. Estoy exhausto de ver como este paÃs se consume entre desidia, hartazón y desilusión. Mi amada piel de toro, tiene más mierda en sus omoplatos, que la camioneta de Fonda a la búsqueda de uvas rancias. Los castizos le hubiéramos puesto unas habichuelas infestadas por tÃtulo. Ni Steinbeck, ni la sintaxis son asuntos vitales de unos autores que vivimos por amor al arte y en descubierto, con la puta sucursal —gracias a la plutotroika— cada final de mes, antes llamados 25 o 26. Ahora por orden divino adelantado a los 15 o 14 de cada mes: la gente está rota.
Algunos barruntan
que es cosa de su color de gloria y opulencia, una esfera blanca que encierra
la eternidad; mil números, mil facturas, mil veces: —cállate niño porque no hay
para las zapas de tu futbolista de moda… O esta noche la cena va a ir floja de
ración, prenda. Luego, tengamos la mesa en paz. Al instante, escucho —absorto—
el nivel de comprensión lectora y algebraica que presentan los paisanos mi tierra,
nación, patria o paÃs es paupérrimo. O lo que queda de él y como mejor Uds. deseen llamarlo ¿Para
qué hostias perdà el tiempo en la biblioteca pública y la puta universidad? ¿A quién
escribo en esta maldita tramoya de los Golden boys Made in Mountain Wiew? Entre la fijeza del
aturdimiento, las opiniones de los tomboleros tertulianos, y el invariable
ritmo de un gobierno sagrado y empalmado, mientras destrangis miran el tetamen
ucraniano. ¡A la mierda la redención porque
a este paÃs ya no lo amo! Ése, de la subvención, el contacto trifásico y
su corazón postmonárquico muy anticuado e impavido.
Si la cultura es esa;
yermas bibliotecas públicas que apestan aburrimiento, y colegios convertidos en
frenopáticos donde Fernán Gómez pide auxilio entre arcadas y la pérdida de atribución.
¡Adiós! Cómo no sirvo de ejemplo,
estipulo en público mi contrato con Fausto Noir ediciones. La fraseologÃa del disoluto bypass asomará en manos de algún mediático contado memorias o el porqué de
su adicción al clembuterol y la cocaÃna. Sin remordimientos, ya que los
donaires de pedaleador de máquina de coser en la escritura es una falacia. La
vida se llama Lampedusa y en esa pequeña isla sobreviven los idiotas y los
desheredados. Esos que no tienen ni siquiera una oportunidad como mi viejo
amigo, que se desvivÃa por leerme con su único ojo que le funcionaba. Empero, ¡a
qué precio! MÃnimo seis meses, mientras su retinopatÃa avanza como la lava de
un volcán excitado.
Los tesoros de
Velázquez en el Prado no los volverá a ver. El tic-tac siniestro acecha. Tengo
la edad del hombre indefinido, que al mirarse por dentro se encuentra reo de la
captura intrascendente. Muy cerca de ese viaje entre lo anómalo o contranómalo;
tal como una vaga larva humana. Como mi amigo, como mi paÃs, como lo
indeterminado. Heinsenberg hubiera aplicado su ecuación preventiva. Sin
embargo, con Hispania ni efecto túnel ni conexión hoyo. Abortada la acción
moral y desactivada la acción intelectual el resultado de la incógnita es:
laxitud especulativa. No es lugar para viejos empecinados, que reivindican una
gramática impoluta y ejemplar en los
libros de primaria. Vivimos tiempos de espantosa frivolidad ante la hecatombe y
el pueblo anda con el intestino flojo porque las ofertas del DIA se acaban y
los vales caducos no cuelan. La polÃtica de todo al vapor no funciona.
Ahora muertos de
miedo sin potestad a renunciar; ¿qué nos queda de la cultura escrita y leÃda,
si el personal está rogando a los evangelios de Mediaset? No se preocupen. El
espÃritu de Raoul Walsh, sigue buscando al lúcido roedor que le rompió el
parabrisas aquella mañana cristalina en la vieja Arizona. Ya no sé qué pensar,
pues creo que lo del azar es como los tsunamis. Nadie sabe quién los pone en
marcha. Los mismos que miran al horizonte esparciendo cenizas entre mares de
lágrimas. El papel húmedo se llevó las últimas gotas de tinta en este absurdo
paÃs. La comida escasea, más que la belleza y ahora se nos sonda con esa
confiterÃa lujuriosa de colesterol fragoso en un bypass cansado de mi
existencia y la miseria del dÃa a dÃa.
Dedicado
a MarÃa de Villota 1980-2013 (D.E.P) Y Alice Munro
The Grapes of Wrath (1940) by John Ford
Fotogramas adjuntos:
The Grapes of Wrath (1940) by John Ford
Fotograma del libro Weegee's New York: Photography
1930-1960 Ed.Te neues
“Honkytonk Man” (1982) by Clint Eastwood
“Sounder” (1972) by Martin Ritt
“Road to Perdition” (2002) by Sam Mendes