La confesión de EstefanÃa Vitale
Por
favor, consideren esto como mi confesión completa. No deseo morir con el
corazón angustiado.
Ojalá
pudieras verlo ahora mismo. Él, se está preparando para asestar el golpe final,
y sé que estaré muerta en cuestión de segundos; sin embargo, incluso, cuando
alberga el asesinato en sus ojos: nunca he visto un ser humano más atractivo,
más seductor, más, de los más. Joder! TÃas. ¡Es la hostia, qué hermoso es el
cabrón! Por favor, no te ofendas por esto, estoy seguro de que estás sintiendo
la tentación como un escalofrÃo que recorre toda tu espalda. Probablemente te
habrÃa acosado y herido también, tantas veces como a él, si hubiéramos tenido
el placer de conocernos antes de mi muerte. No estoy segura de con quién estoy
hablando. Usted es probablemente un producto de mi imaginación, asà que voy a
dejar que vos elija su identidad. Lo dejamos, en: —un sacerdote con buenas
intenciones? ¿Un ministro lleno de mierda? ¿Un juez nefasto? ¿Mi mejor amigo?
¡Qué puta que es la vida y que momentos me ha dado! —SÃ, se lo digo con el
corazón en un puño y casi de rodillas.
¿Crecimos
juntos, escondiendo nuestras extremidades desgarbadas debajo de un escritorio,
nuestras risas zaheridas y ensombrecidas por una de esas enormes sillas de
oficina de Herman Miller después de haber aterrorizado a nuestros vecinos? ¿O
fuiste tú quien finalmente me atrapó, me reprendió por haber existido alguna
vez (como si hubiera elegido hacerlo), antes de tÃ, al igual, como mi querido Ernesto, en memoria de todas
mis vÃctimas?—¿ Me golpeara muerta, abrumada por esa alegre sensación, de estar
librando al mundo de una plaga? Aquà está mi consejo —por favor abstenerse de
elegir su identidad hasta que termine mi confesión.
No
deseo juicios mediáticos ni empatÃa. No deseo miradas de desdén o comprensión.
Nacà en una familia de acosadores, torturadores, corruptos, puteros y
mentirosos patológicos: lo peor de lo peor. Cómo nos habÃan llamado… Ah! SÃ. Ya
recuerdo que éramos de esos que disfrutábamos del apuñalamiento, como si el
hecho de perforar a otros, en sus torsos, fuera cómodo. Tremendo. Cuando, todo
el mundo disfruta con una caricia, un abrazo, un beso tierno; pero no deseo
morir como mi familia me hizo. Ya me concedieron medio deseo, morir en los
brazos del divino Artemio. Asà que concédeme la otra mitad. Concédeme el alivio
de deshacerme de todas las etiquetas que otros han elegido y colocado en mÃ
puta mi vida, hasta que tome: el último de mis alientos.
Y,
luego, puedes elegir burlarte, simpatizar o encogerte de hombros. De verdad,
después, ya no tendrás que pensar en mÃ, una vez más. Porque ya no estaré en la
tierra. Seguirás tropezando en la misma piedra: volverás a pensar en mà y ese
pensamiento te perseguirá, todos tus dÃas. Pero el problema es que pensarás en
mà otra vez. No importa quién seas, no importa lo fortificada que esté tu casa:
mi familia está en todas partes. Y si eres real, entonces te encontrarán, te
acecharán, te lastimarán y te tratarán como a una cucaracha. Sà queda algo de
ti, se lo darán a los cerdos de postre. Te lo prometo. Ellos son muy buenos haciendo este trabajo. ¡CuÃdate!
FIN
Dedicado a Bobby Sherman julio1943/junio2025 in Memoriam
Fotogramas
adjuntados
The
Kennel Murder Case (1933) By Michael Curtiz
Knives
Out (2022) By Rian Johnson
Green
for Danger (1946) By Sidney Gilliat
Gone
Girl (2014) By David Fincher
0 comentarios: