Extintores de ingenuidad
Últimamente, deambulo, por un mar de dudas, entre lo bueno y lo malo. Pues,
ante la evidencia, veo de morros al personal del barrio webesférico: demasiado inquieto.
Hay algo que subyace en el ambiente, que se basa en colores y pasiones al borde de la entelequia. Yo sigo buscando, en tiendas de segunda mano, extintores
para la madera. Mi padre decÃa que de ellos te puedes fiar. En el fondo, aquel pequeño
medio vasco, altanero y arrogante: era tan ingenuo como la miel de azar. No
obstante, fue un gran bombero, sabÃa de sobra, dónde arrimar la manguera. El patio está
para pocas invenciones, como el que teclea; ya que mi izquierda anda de capa
caÃda. Hablo de mi puño —no ese en alto, el decimonónico— en el ring. Entonces,
me sentÃa como Rocky Marciano dejando a Joe Louis tumbado en la lona del Madison. CreÃa que
era invencible. Pero va ser que no. Sólo y ensimismado en mis divagaciones. Leo
absorto, el revuelo por lo de la excelencia de Mr. Dylan, la guasa de Pique con
la camiseta de manga larga cortada, y el tito Eastwood, que se da un columpiazo, a
cuenta de lo del montón de nenazas. Ante un empacho social de corrección
polÃtica. Al final, sólo me queda la risa de la oxicodina, que cada dÃa tiene
más de Gioconda en la menopausia. Este puto resfriado sigue siendo un misterio
inescrutable, sin mucha solución, donde el parche de lidocaÃna tiene su
antecedente en el julepe de pimentón con barro. Ahà parece que el redil se
siente bien, en los recovecos del maestro D. Umberto, la halitosa y cerril Edad
Media.
Aquella
de los condados y los señoritos feudales. Banderas y vasallos; mugre y
escarnio. Ya lo sé. SÃ. Ya me doy cuenta, que eso del dolor por dolor —algunos
identifican— el olor por olor. Pero el olor se combate con una pinza en la
nariz y el dolor crónico alcanza lo trascendental: no moquea, no estornuda, ni
tose. Simplemente, es una cuestión más distinguida; te jodes y esperas a que el
chute de morfina haga efecto. Ahora, ya estoy, mejor. Igual que mi adorado
Kennedy. Demonios! tenÃa aura de héroe naval y alma beat. Ha sido el espejo de
Don Draper, un polÃtico, que vista la nueva fauna de la jungla, claro que sÃ: lo echamos de menos. A pesar de los opiáceos, el prÃncipe de
la dinastÃa tiraba de whisky irlandés, pues, se la ponÃa dura. No era racista y
le gustaban todas. Aquel mundo de entonces, tenÃa algo de sueño quimérico. Una
comunión por el hedonismo y el buen rollo. Una fantasÃa de Wells donde, un
hombre pisaba la luna, mientas al personal se le saltaban las lágrimas. Desde un concierto de los Stones en el
Madison, al mismÃsimo Bergman, descubriéndonos el sexo ofimático, de la Ullman al lado de Von Sydow. Aunque tuviera un halo vitrocerámico: era bonito.
Y es que, en esa nórdica visión, de D. Igmar se atisbaba una premeditada
superación —de lo más carnal— que nos hacÃa pensar. Pero aquellos eran buenos
tiempos; como la añada del 66. Pensamiento, crÃtica y bienestar.
¿No
creen Uds. que JFK era un tipo singular? Una vez que sus escándalos (eran como
barras de pan gallego) de mi panadera: divertidos y atrevidos. Como, en aquella ocasión, cuando
Jackie le devolvió unas bragas, que se dejó bajo la almohada. Y le espetó: “Cielo, no son de mi talla”.
Ahora veremos si se atreven con el biopic de Jackie Kennedy, donde se revelan las
relaciones amorosas con su cuñado, una verdadera sicalipsis del incesto. Eso sÃ, son
muchos los que siguen creyendo, que este paÃs es la hostia. Entre la banda de Génova embutida en alpaca, los bigotes,
los de Ferraz, los Ere, los caciques de la ilustre Venezuela, los silentes
borbones y los olvidados de Siria. España tiene cada dÃa más pinta de
falocracia. ¿Por qué? No lo sé muy bien, ya que soy, un pobre tuercebotas adicto a
la morfina y voy sobrado de incultura. Pero una alcaldesa pope, dice que ese
primer paso, se da cuando un varón pone un espermatozoide y diseña la vida. Jo! Es alucinante. Yo soy más antiguo, por aquello de la arqueologÃa, y terminé
peritando obras expoliadas. Lo ven; un criminal. Empero, me queda el consuelo
de los romanos —que tenÃan la delicadeza— de considerar a la vagina un vaso
sagrado. De ahà que el central del Real Madrid, Ramos, la liase gorda, al tirar el vaso sagrado por la barandilla del autobús hooligan.
Y
luego está la literatura, algunos libros y pequeños trapicheos. Sin embargo, no
se me pegó nada del genuino Conrad, que comenzó a
escribir del mar, cuando se retiró de capitán de la Marina mercante, y ese
camino de la melancolÃa es el que ha conducido a algunos amantes y aventureros
a crear obras de arte. Lo dicho, al final, hasta Hitchcock en este siglo lo
hubieran quemado, por decir a los cuatro vientos que los actores no eran más
que ganado. Y es que genio inglés estaba en otra liga. Vivimos tiempos donde la piara dramática ha sufrido un extraño proceso de metamorfosis que va desde el
arroyo hasta la cresta de la pomada social. Y la verdad; que ni una cosa ni
otra. Hay que imaginar el espanto que le hubiera producido al primate Adán el
encontrarse en el paraÃso a Marilyn Monroe con liguero pintándose las uñas bajo
el manzano. Más vale preparar el ánimo para aceptar a los inminentes monstruos.
¿Acaso la primera rosa, el primer cisne, el primer pavo real, no fue una
monstruosidad de la naturaleza? Es tiempo, de itinerarios difusos, de pérdidas
juvenales e ingenuas. El mismo tiempo, donde el otoño se empecina en buscar
setas. Un páramo, dentro del bosque, donde los extintores deben manejarse, con
mucho mimo y cariño. Un lugar de lo más animado, un sitio donde el viento
sople libertad.
Dedicado
a Ignacio Carrión 1938 San SebastÃan /2014 Valencia (In Memoriam)
Fotogramas adjuntos
Skammen
(1968) by Igmar Bergman
The Kennedys (2011) by John Cassar
Psycho (1960) by Alfred Hitchcock
The
Beguiled (1971) by Don Siegel