Estafadores examanuenses, hipsters literarios y el ocaso Jané
El
acabose de lo monstruoso ya está con todos Uds. Y no hace falta rematarlo en Fa, ni
llamar a Radio Futura para hacer la segunda parte del futuro ya está aquí.
Presente es futuro como decía un eslogan de la vieja Sanyo. Los
fagocitatalentos, depravados y somarros (este palabro me ha costado un cólico
inventarlo) del aburrimiento son reales, tanto como las esfinges de esa sociedad
postmoderna del bienestar. Todo se parece a todo, no hay diferencias entre
Praga, Basilea, Roma o Sevilla. Exceptuando, la cuestión climatológica. No así,
la del amor. Ya que un romano le dirá, que ésta es la ciudad más viva del mundo
y un sevillano; Sevilla es la octava maravilla. ¿No sé por qué demonios se
asusta la gente? ¡Rediez! Si todo sigue igual. El viejo Prestige de la costa de la
muerte ¿Lo recuerdan? Yo, sí. Hasta me comí unas uvas con playback del reloj de
fin de año de la ilustre villa pescadora. Los agoreros vaticinaban que el
marisco desaparecería de Galicia y ahora los postsorayos boys —aquellos de los
hilos de plastilina— descubren que los africanos son los mejores preparados
para contener el Ébola. Nada ha cambiado, amén de los molones Mac Air, los
coches eléctricos, Google y la comida de Aldi; es mucho más barata y está
bendecida por Frau Merkel. Además nadie quiere morir y las empresas de condones
se forran. Todos nos hemos convertido en yonquis penitentes de la SS.
Les
voy a confesar un secreto: toda mi vida he pagado por consumir drogas
estimulantes y ahora la SS me las da gratis. Eso sí, me las han cambiado por asquerosos opiáceos. Nunca me han gustado los opiáceos. Absolutamente nada, ni
un colín. Claro que pactar con el carcelero de Hannibal Lecter tiene sus
contras, pues me han puesto fecha de caducidad; en 10 o 15 años se me acabó la
fiesta y todos los días ruego que se termine esta agonía. Lo siento por los
vitalistas del FB y el Twitter. Pero a mí no me gusta escribir y vivir a día de hoy. Empero, me gustaba follar como
Sifredi, beber como un consejero de Caja Madrid e irme a los toros como Welles y el palangana de
Ramos... Escribir es una terapia de tontos. Al igual, que pintar en un sanatorio
mental: carece de toda plusvalia inmediata. Escribir por escribir, pintar por pintar, comer por comer, dormir por dormir, morir por morir ¿Nunca he oído follar por follar? Siempre hay épica en el coito y rentabilidad contigua. No considero la penitencia del amanuense un trabajo, pues no hay
soldada a fin de mes. Nadie que escriba —excepto una vieja amiga de la juventud— gana
la suficiente pasta para considerarse escribidor pedigrí /¿me permiten la licencia literaria, gracias?/ con Jaguar. El resto es amateurismo
puro y duro. Afición y recomendación del médico de cabecera. Salvo algunos funcionarios de la educación, anacoretas del mundo universitario, cobraherencias ochenteros, hipsters subvencionados o mis
adorables Peterpanes que persiguen el sueño eterno de ganar la copa del tío
Lara. Pobre Lara ya se lo piensa a la hora de hacer caja... ¡Ay qué malos son los años!. Pero claro, todo esto es muy políticamente incorrecto y quizás provocará un aluvión de… ¡No te adjunto, ya no soy tu amigo, fascista(este vocablo es el más sobado por un buen rebaño de cabestros de la webesfera sin saber su significado). También el muy castizo; cabrón e hijo de puta! Jon Alonso, se le va la pinza… O quizás no vaya muy desencaminado el respetable y mi madre era una fogosa meretriz de un puticlub en la carretera de Albacete.
Me
la suda. Estoy muerto. No me dejan boxear, ni drogarme, ni desvalijar cabinas (son muy jodidas de encontrar, tanto como los percebes), ni robar coches o pintalabios en el Corte Inglés. ¿A qué sabe la vida sin adrenalina? Sencillo, a leche con malta en la merienda de un hospital o a salami de pavo. Me voy a morir
y todo lo que hice ya está hecho. A mí me gusta el sonido del teclado de una
redacción de periódico—a poder ser de las antiguas— donde, había un corrector
con visera que te ponía a caldo cuando la cagabas con el sobretodo y sobre
todo. Hasta que te tatúas en la piel que sobretodo es el gabán de Jesse
James, andarás con más mimo que Jack Bauer desactivando una bomba, a la hora de
utilizar el adverbio. Dónde tu jefe te insultaba, humillaba y leía la cartilla.
Ahí se forja un periodista y los tíos. Mailer lo dijo una vez, pero claro
también será uno de esos incorrectos: los hombres duros no bailan. Cuando hace
muchas lunas has visto bares, donde los chupitos no existían. Poetas nórdicos
con cara de anunciar Neutrogena, suspirando por una barra de un pub inglés. Mientras
los poetas británicos instalados en la Barceloneta exhalaban en arameo el humo
de sus cigarritos/purito. Recuerdo haber visto los párpados de la espada de
Avalon en manos de un tipo llamado Boorman, un relámpago royendo una aurora
boreal violeta, en un anochecer hinchado de blanca cristalina boliviana.
Terminar
de bronca con una auxiliar de nefrología porque me hacía tirar una piedra del
riñón por la uretra, solicitándome que le pusiera cara de Gioconda. Diciéndome al
oído, mientras agonizaba que no tenía hijos pero si un perro hermoso, asertivo
y bonachón llamado Lancelot. Un día cae y otro se despide en pleno otoño metafísico,
presagio de habladurías afterpop e ínfulas independentistas con tarjeta de la
FNAC. Un tiempo, donde la voracidad taciturna sólo tiene una salvación; la
cirugía laparoscópica, al lado de la medalla del inventor de la dinamita. Según
los sabios prístinos del Egeo, no es más
que el final del ritual de tiempos fatigados, en el que la gente no sabe ya lo
que escribir para salir de una UCI. Cuando ese lugar tiene un color mayestático
azulado, llamado planeta tierra. Es el tiempo de la voracidad, el tiempo de los
canallas y los travestidos autocomplacientes. Lo dicho, no hay peor dolor que
el neuropático y no hay peor dolor para una comadrona que el nefrítico. Y es que las parturientas de buen año escasean tanto, como en una película de Cuarón y los carritos Jané por un parque de Cuenca.
Fotogramas adjuntos
The Fortune Cookie by Billy Wilder (1966)
Boogie Nights by Paul Thomas Anderson (1997)
The Grifters by Stephen Frears (1990)
American Hustle by David O. Russell (2013)
The Fortune Cookie by Billy Wilder (1966)
Boogie Nights by Paul Thomas Anderson (1997)
The Grifters by Stephen Frears (1990)
American Hustle by David O. Russell (2013)