EL PALEOZOICO DEL NOIR, Gangsters bajo la mirada de H. Asbury y D.W. Griffith
Si hay algo que
siempre ha condicionado mi carácter crítico, posiblemente, sea mi prurito hacia
la deformación profesional de aquellos hermosos años como estudiante en la
Facultad de Historia. Lugar, inolvidable que me enseñó el concepto de los
periodos geológicos del planeta. Aquellas tardes de inviernos húmedos de la
mano del catedrático de prehistoria el Dr. Villaverde, descubrí un lugar
llamado Paleozoico. Durante aquella era, la tierra fue cogiendo
forma como en nuestro caso el Noir. Y de la mano del maestro
Griffith junto a una de las mejores plumas del periodismo norteamericano
contemporáneo vamos a sumergirnos en esos sustratos, a la búsqueda del
primitivo Noir; aquellos protogansters. Sin embargo, seguimos preguntándonos;
¿qué es Noir, qué condiciona este género, acaso no es parte del devenir diario
de la vida? Leo, textualmente una definición academicista; “El cine negro se
caracteriza por la utilización de un lenguaje elíptico y metafórico para
descubrir un mundo casi de pesadilla, donde las fronteras entre el bien y el
mal aparecen completamente difuminadas y donde las luces pugnan por abrirse
camino entre las sombras”. Completamente de acuerdo y en las próximas entregas
a través de selectos films iremos comprendiendo ese recorrido de atmósferas y lenguajes.
Pero, el Noir para los más profanos prefiero la adaptación al término inglés
thriller y su derivación semántica del vocablo thrill (emoción, estremecimiento
o sensaciones) que aterriza a nuestro rico castellano en intriga. Y ahí,
coincidiremos en la visión de lo que yo concibo como cultura Noir. Yo, veo Noir, a todas horas. Recuerdo
verlo en aquella revuelta xenófoba del pueblo almeriense (El Ejido)
en el año 2000. La violencia de género, el terrorismo independentista y
de estado, los secuestros, las enfermedades, los trastornos mentales, el moobing
laboral, las estafas financieras (la prima de riesgo), el mundo del
boxeo, el fútbol, los robos espectaculares, el doble juego de los individuos:
engaños y seducciones, etc. Cualquier informativo tiene un bloque de sucesos
impresionante, puro Noir. Perdón, por los más puristas; un NeoNoir en HD. Da
igual, qué más da… En esencia, es Noir. Miren las páginas sucesos y tribunales
en un periódico o portales de internet, la realidad es Noir. Obviamente,
habría que detallar matices pero todo se imbrica en lo que se conoce como
Cultura del crimen: la maldad del ser humano y la atracción de la misma. El
periodista y escritor Herbert Asbury escribió en 1927 la brutal crónica
histórica de los acontecimientos ocurridos en la ciudad de Nueva York en 1863. Durante una calurosa semana de julio,
de lunes a sábado el genial,
Asbury recopila una excelsa documentación escrita en una de las mejores prosas
que haya leído a lo largo de mi vida.
Todo empezó con una protesta contra la
ley de reclutamiento obligatorio que el Congreso había aprobado en marzo: una
leva de 300.000 hombres decretada por Abraham Lincoln en plena guerra civil, la
cual, se podía eludir previo pago de 300 dólares. La ira popular contra el
reclutamiento avivó la problemática social, higiene, trabajo y racismo que
desembocó en una "insurrección de
delincuentes" en la que "más
de la mitad" de sus participantes fueron menores de 20 años. "La furia que se desató en las calles
de Nueva York. Esta tragedia llegó a ser tildada por el propio New
York Times como una afrenta y exigiera
contundencia para acabar "esa
gentuza" titulando "Denles
metralla, y mucha"(textualmente). En los anales de la historia
contemporánea norteamericana se le denominó al episodio como “La semana trágica
Manhattan”.
Resumen de los sucesos y balance:
Nueva York, por aquel entonces contaba con
813.679 habitantes en la isla de Manhattan, según el censo de 1860. Más de la
mitad eran irlandeses (203.730), instalados en los distritos de Five Points y
Mulberry Bend, y alemanes del East Side. 58.067 encausados por delitos había en
la ciudad el 1 de julio de 1860; el 80% de ellos había nacido en Europa. 25 MINUTOS
tardaron en recorrer la calle 47 los entre 5.000 y 15.000 manifestantes que el
13 de julio iniciaron la revuelta, según cronometró el hijo del rector de la
Universidad de Columbia 500 A 1 FUE LA PROPORCION con la que la policía tuvo
que hacer frente a los manifestantes. Pero a media semana llegaron entre 7.000
y 10.000 soldados y 12 cañones para reprimir los motines. 72 GOLPES y más de
una docena de cortes detectó el médico en el cuerpo del superintendente de
policía John A. Kennedy tras ser golpeado frenéticamente por manifestantes, que
no lo lincharon al darle por muerto. 200.000 CARTUCHOS y 4.000 carabinas
almacenaba el taller ferroviario de la Segunda Avenida asaltado por los
manifestantes. Cercado e incendiado por la policía, acabó como una ratonera de
cuyas ruinas salieron más de 50 sacos y barriles de huesos humanos 200 NIÑOS NEGROS
fueron evacuados de un orfanato de la Quinta Avenida y llevados con escolta a
la isla Blackwell ante el peligro de que los linchara la multitud, que culpaba
de la guerra a los abolicionistas de la esclavitud100 POLICIAS y otros tantos
marines reforzaron la redacción de The Tribune, delante del City Hall de
Nueva York, que fue fugazmente ocupada por los manifestantes y parcialmente
incendiada. 5.000 TABERNAS permanecieron abiertas en las zonas insurrectas,
aunque el resto de comercios, almacenes y fábricas de Nueva York suspendieron
sus actividades. Sólo el ferrocarril y los muelles hirvieron de actividad
debido a la gente que huía de la ciudad. 3.000 PERSONAS se congregaron ante la
residencia del arzobispo católico Hughes la mañana del viernes 18 de julio. Con
autoridad sobre los irlandeses, el prelado apeló a su orgullo religioso e instó
a que pusieran fin a la revuelta. 100 EDIFICIOS ardieron en una semana, entre
ellos una misión protestante, un orfanato, tres comisarías, un arsenal y gran
número de casas. De no ser por la lluvia, la mitad sur de Nueva York habría
quedado destruida. 2.000 MUERTOS y 800 heridos fueron el balance final de la Semana
Trágica de Manhattan. Pero sólo tres muertos fueron policías y 50,
soldados. Los negros linchados llegaron a 18, aunque otros 70 fueron dados por
desaparecidos. El resto de víctimas fueron manifestantes. Nueva York vivió en julio de 1863
una Semana Trágica similar a la
de Barcelona en 1909. Herbert Asbury, lo certifica en los dos capítulos centrales de “Gangs de Nueva York. Bandas y bandidos en la
Gran Manzana (1800-1925)”, editado en 1927.
Evidentemente, este episodio quedó grabado
en la retina de muchos habitantes neoyorquinos y se fue trasmitiendo oralmente
de generación en generación. La novela fue llevada al cine un por un cineasta
100% cinéfilo del género de gangsters, Martin Scorsese en 2002 con gran
precisión y división de opiniones entre la crítica (en mi modesta opinión,
filmó una obra maestra). Sin embargo, el humus de todos ese lumpen es en
gran medida la esencia de lo que conocemos como gangsters o pandilleros
(delincuentes de la extorsión) y sus devaneos. D.W. Griffith que de ingenuo no
tenía ni un pelo, conocería el affaire. Pues, cronológicamente, Asbury no
queda tan lejos del entorno de Griffith—les separan 14 años de continuidad
generacional y uno de longevidad— pero el fenómeno pandillero ya está incubado
como una bacteria en la ciudad de Nueva York. Si nombramos a estos
individuos, puede a unos les suene de algo y otros tan sólo veamos un puñado de
apellidos y apodos de personajes del hampa. Bien, un buen comienzo seria el
alma mater de la esencia del delincuente outsider por antonomasia: Jack
Sheppard. Con una de las biografías más ricas e ilustradoras de tantas
mentes lucidas como tradiciones orales llegaron al pueblo y sentó cátedra
criminal y precedentes cinematográficos: “The Hairbreadthe escape of Jack
Sheppard” 1900. Este británico a quien todavía las escuelas modernas de
filosofía tratan de darle sentido. Lo considero, el “Goodfellas” del fenómeno
Gangs, por excelencia. Otros nombres, no menos legendarios dejaron
su impronta como; Humpty Jackson Jack Mahaney, Danny Lylons , James T. Ellison,
Johnny Dolan, Monk Eastman, Paul Kelly, Nathan Kaplan, Owney Madden, etc. Hasta
llegar a Capone, Costello, Luciano, Lansky, Gambino y cerrar todo un
ciclo con el histriónico Gotti. Los gangsters como los monstruos en los cuentos
conviven a diario entre nosotros son gente que dice pagar impuestos, se casan,
tienen hijos, sufren enfermedades y a veces compran en un hipermercado,
—incluso hacen cola—incluso hacen cola— y tienen una mirada amable. No obstante, en la
arqueología del género podríamos
definir al cine de gangsters o bandas de
criminales y pandilleros como films que tratan sobre el crimen organizado. Las historias de las grandes familias mafiosas que se
distribuyen las ciudades; droga, prostitución, alcohol, juegos ilegales,
sobornos, enfrentamientos de bandas… Se caracteriza por la acción violenta;
muestra el ciclo vital del gánster, desde su inicio en el negocio a la lucha
por ascender política y socialmente y en algunos casos a la caída del
idolatrado clan. La primera remesa Noir, nos llega en este periodo
primario de aproximación a un estilo
primitivo que dataríamos allá por los violentos años 20. Tras la aprobación de la ley seca en
1919—también llamada ley Volstead—quedaba implantada como ley federal recogida
en el acta de la enmienda XVIII. El pueblo sabia de la misma, pero no había
hecho mella en su demanda: el alcohol fue solicitado con mayor ahínco. Todo
ello, germinó en una clandestinidad del producto, generándose un espectacular
negocio en manos de criminales que se enriquecieron traficando con el alcohol,
a la postre, definidos en los principales
clanes mafiosos de la cultura norteamericana del crimen. A partir de ese
instante, el género criminal se apoyará
—insistentemente— en el cine documental (basado en los documentales
periodísticos). Tiene un fuerte contenido social. Las calles de la ciudad,
impregnadas de pobreza, prostitución, inmigrantes de medio planeta, buscavidas,
garitos execrables, y falta de higiene en todos los sentidos: los personajes de
esa protohistoria del Noir.
La
primera remesa Noir, nos llega en este periodo primario de aproximación a
un estilo primitivo que dataríamos allá por los violentos años 20. Tras
la aprobación de la ley seca en 1919—también llamada ley Volstead—quedaba implantada
como ley federal recogida en el acta de la enmienda XVIII. El pueblo sabia de
la misma, pero no había hecho mella en su demanda: el alcohol fue solicitado
con mayor ahínco. Todo ello, germinó en una clandestinidad del producto,
generándose un espectacular negocio en manos de criminales que se enriquecieron
traficando con el alcohol. A la postre, definidos en los principales
clanes mafiosos de la cultura norteamericana del crimen. A partir de ese
instante, el género criminal se apoyará —insistentemente— en el cine documental
(basado en los documentales periodísticos). Tiene un fuerte contenido social.
Las calles de la ciudad, impregnadas de pobreza, prostitución, inmigrantes de
medio planeta, buscavidas, garitos execrables, y falta de higiene en todos los
sentidos: los personajes de esa protohistoria del Noir. Veamos,
una vez más, la revisión de otra obra maestra de uno de los dioses de la
historia de este arte, D.W. Griffith, y, esos “quides” que quiero establecer
como un paralelismo entre los personajes de Asbury y los “Los
Mosqueteros de Pig Alley”. El film del maestro, evidentemente, establece
las características esenciales del género de gangsters. Esta película,
que no parece tener un argumento, intenta mostrar vivamente las
actividades de estos gangs. Aun cuando el origen del fenómeno del
gangsterismo en los EE.UU. 1920, la prohibición del consumo, distribución
y venta de bebidas alcohólicas actuó como acicate para extender el
planteamiento de este género.
Anteriormente,
a esta fecha existían ya toda una serie de películas que hacían referencia,
de una u otra manera, a la delincuencia organizada que asolaba, desde comienzos
de siglo, algunas de las grandes ciudades estadounidenses. Recoge, parte de esa crónica a la que
aludíamos al principio de este ensayo en las páginas de la prensa diaria. Por
ejemplo, Llillian Gish
comentó que D.W. Griffith sacó la idea de esta película de un artículo
en un periódico el Biograph
Bolletin el 31 de octubre de 1912. La prensa ensalzaba estos
acontecimientos, en concreto, el asesinato de un gangster llamado Herman
Rosenthal. Las situaciones y el realismo social de las historias basados
en los reportajes de los periódicos que hemos venido a asociar al género de gangsters
consiguientes reclamaciones de reforma de la justicia, que el gran Asbury
documentó excepcionalmente en su obra mostrando el esplendor de la peor
calaña. La película trata de dos
bandas rivales que en connivencia con la policía, se reparten el territorio
donde se desarrolla la trama. Anunciada como una película que presentaba con
crudeza y veracidad la acción de los gangsters para reclamar una acción radical
de las autoridades contra esto, su narración guarda todavía dentro de sí un
cierto tono melodramático y novelesco; con aires de folletín, que será muy
característico de los títulos de esta tendencia durante el período mudo, y,
más allá aún, de la propia estructura dramática de las producciones anteriores
a la llegada del sonoro. la película retrata la miseria de los bajos
fondos, de las calles marginales donde viven los protagonistas: “Pig Alley”, es
el nombre que recibe una de las callejas del barrio donde transcurre la acción—
mientras sigue las peripecias de la dependienta y de su joven marido músico—
intentando escapar de las asechanzas de los hampones que controlan el lugar.
Desde este punto de vista, “Los mosqueteros de Pig Alley” puede ser entendida como un anticipo,
muy primitivo todavía, del algunos títulos del cine de gangsters -sobre todo
-"Ángeles con caras sucias" (1938), surgidos
en la segunda mitad de los años 30 que analizan con imágenes el fenómeno social
del nacimiento de este tipo de delincuencia. Pero la verdadera importancia del
filme radica, fundamentalmente, en que aparecen en él algunos temas y motivos
que serán luego característicos de esta corriente cinematográfica. Unos
elementos que contrastan con la aludida voluntad documental de sus imágenes y
con la pretensión sociológica que se deriva de éstas, con la descripción de
tintes realistas de los ambientes sórdido donde tiene lugar la acción y con el
apunte incipiente de la influencia que éstos ejercen sobre sus habitantes para
conducirlos, casi de manera ineludible, por los senderos del delito y de la
violencia. Entre ellos, la corrupción policial, el enfrentamiento entre bandas
rivales, etc. Como un preludio, acaso, de lo que sucederá más adelante en "Hampa
dorada" (1930), debe
defenderse de las insidias de los jefes de aquellas, el salón de baile como
lugar de encuentro de los mafiosos, el bar como refugio de los delincuentes,
etc. Griffith filmó la película en los lugares reales de gangsters como
Kid Brood and Harlem Tom Evans en donde actuaban con las bandas rivales.
Según, fuentes policiales y los datos del servicio de inmigración;
Los hijos de los inmigrantes europeos que llegaron en el último tercio del
siglo XIX al Nuevo Mundo; un alto porcentaje se instalaron en los distritos de
la ciudad de NY. El mestizaje de irlandeses, italianos, británicos y centroeuropeos
de origen judío fue el origen de muchos de los capos mafiosos norteamericanos
que vivió sus años dorados con la llegada de la prohibición e
imponiendo el control de algunos de los barrios de Nueva
York. De ello darán cuenta los fotogramas de varios títulos
madrugadores, dirigidos por el prolífico David W. Griffith, como "The
Fatal Hour" (1908), "The
Lonedale Operator" (1911), "A
Terrible Discovery" (1911) o
"The Transformation of Mike" (1912). Reitero, estamos delante
de una pieza exclusiva por no decir de una obra casi museística. Es demasiada
la emoción que me inunda cuando veo este nombre, David W. Griffith. Por favor,
acérquense y véanla, son 17 minutos memorables. Merece la pena.
Bibliografía consultada y recomendada:
Gangs of New York por Herbert Asbury Bandas y Bandidos de la gran manzana (1800-1925) Ed. Edhasa
Enciclopedia Film Noir Geoff Mayer &Brian Mc Donnell (2007) Ed. Greenwood Press
Born to Lose: The Gangster Film in America Eugene Rosow 1979 Oxford University Press
Obras maestras del cine negro, José Luis Sánchez Noriega (1998): Ed. Mensajero, Bilbao
Vicente Ponce: Cine de gángsters. Diversas miradas sobre el cine, negro, Filmoteca de la Generalitat valenciana,(1986)