La plaga del planeta mediocracia: Celáa, Calixto III y rulosman

noviembre 30, 2020 Jon Alonso 0 Comments


Siempre que me pongo un poco más de tebaína en el cuerpo, veo mejor las correrías de mi amado Diego, odiado, a ratitos, y alabado Maradona. Tumbado en su cama nupcial rodeado de tironeros de Lanús, pintando líneas de farlopa, en la mesa de ping-pong, de su mansión, en Pedralbes (DEP). La Barcelona de los 80: era la hostia. Mucho más divertida, y con menos alergia por el mestizaje de todo lo que limitaba, vía bajo Aragón o delta del Ebro. Había mucha chupa de cuero, mucho tupé, pantaca petado y melena de rulos, como los de Diego. Esperando, un concierto de AC/DC, otro de Stray Cats u otro de Carreras en el Liceo. Una ciudad radiante, volcánica y libre (aparentemente) con un Boss Yoda/VivaAndorra. No confundir con el pequeño encantador y superdotado GruGo/BabyYoda adoptado por el huérfano Mandalorian.  Lo de la capital del principado, ya viene de lejos. Agonizaba el régimen del sátrapa gallego, en su lecho nupcial, y la clase media, Made in Spain se iba como si fuera un viaje a Lourdes a por cartones de tabaco, botellas de escocés, pantalones Levis, suéteres de Lacoste, zapatillas blancas Adidas, sacos de azúcar, radios, algún peluco guapo, y perfumes italianos. En la frontera, había, un recodo donde paraban a los sospechosos. La tropa del autobús, íbamos muy bien franqueados. Ya se encargaba del ungimiento, el chófer de turno, por unos cuantos cartones. Sabía muy bien, que picoleto, se los iba a coger y que el autobús estaba lleno de desgraciados, como los botones de su guerrera. Uno, miraba, a su alrededor y veía Mercedes de la serie 200 —de trinqui— de color acero perlado, con algún cartón de tabaco. Aunque,  se quedaba en el ambiente; eso del abastecimiento del hijo, de todo vecino, no fuera con ellos. Un doble fondo en el maletero llevaba miles y miles de billetes de los reyes católicos a una banca simpática y cuatrilingüe. Andorra el país de las montañas y banca de fiar para la people de Pedralbes&Sarrià-Sant Gervasi. Lo digo, porque uno tiene familia, carnal, que no me quieren ver en pintura y se frotaban las manos en 2010, mientras agonizaba en una UCI."Pues, estic molt espabilat. A estonetas, pero lo cuento."Ya ha llovido, desde el concierto de los Clash en Madrid y más de uno el pelo se le ha quedado como al padre Laura Palmer. Otros, se han quedado con la cabeza del teniente Kojak: ni un puto pelo. Y por último, el clan de los fondones y barrigones versus Homer Simpson. Decía el insigne sociata de estimable y gran familia, dedicada, al devaneo de la venta de vehículos de segunda mano, que a España no la iba a conocer, ni la madre que la parió. Puede ser, Sr. Guerra. Sin embargo los 40 ladrones siguen en el poder y el régimen, que, a modo de despiste dejó algunas cosas, está hecho unos zorros. Cuando de repente la delicada UE se ve con eso del murciélago a la plancha, al igual que el Sepionet de Pinedo. Yo sé que al mandarín de turno se le caerá la baba, pensado en la hincada de diente que le va a dar a las alitas de lo Rat penat. Ahora, el fallero de turno, permítanme la licencia (uno que es un mestizo vasco/valenciano/requenense), no hinca el diente. El sepionet se devora, apenas queda suspendido en el plato. No pasa ni por los incisivos, va directo a los molares.



El resultado es obvio: todo el mundo en su casa encerradito, y si se sale a la calle, con el bozal reglamentario. Mucho cuidado con esa plebe descabellada, de risotada grande y mostrando caries: son los cabestros de San Fermín, sin bozal, ni cremallera que cerrar. Pisotean y saben empitonar. Y es que la pandemia del Covid-19 atenaza a la razón y los corazones. Hasta que te meten 33 centímetros de polivinilo por la boca.  A otros les rajan la traquea y a meter tubo para respirar. Los más débiles, acaban en el hoyo y sin estadillo. La contabilidad de éxitus, no es el fuerte de la mediocracia. Son muchos quienes nos instan a plantarle cara. ¿Cómo? Bueno, quizá, el mediocrata, conocido como Dr. Simón. Para los amigos; Rulosman le llamaban body, es el auténtico Keanu Reaves. Sólo hay que ver al machote: más alto y guapetón. Siempre he pensado que el gran Dr. Bacterio era una eminencia de la ciencia y Mortadelo el mejor 007. Ahora con 54 tacos, no tengo la menor duda. Yo soy muy de apodar, es una cuestión antropológica, pero de eso ya hablaremos, igual que de Binford y los entornos hostiles. Es vieja deformidad profesional. ¿Me consienten, que finiquite al gran Dr. Simón? Cuando le veo con esos ojos que parecen chapas gigantes de Fanta limón. Dudo si poner el tema de Radio Futura (no hace falta que lo tarareé) o el cómo Perdimos Berlín de Gabinete Caligari. Simón pertenece a esa estirpe de mediocrata —auténtico paradigma— que único, trofeo, con relativa excelencia al que aspiró, en su momento, fue a un Master en curvatalogía estadística. Son de estos que oferta el paio Mark Zuckerberg por su estantería del marketing. Rulosman es un surfero intrépido en las olas del Algarve portugués, ya que las de Zahara de los Atunes, no son lo suficientemente hermosas, ni agrestes para su gran habilidad, encima de la tabla. O las de mi viejo Cantábrico, esas —de una  infancia en blanco y negro— a la bilbaína. Todos los días lluvia, sangre, vísceras y tricornios sin dueño. A veces, me pregunto, que hubiera dicho el inefable Unamuno, a propósito de la paisana Celáa. Vasca, burguesa alta e impía, de Batzoki con pedigrí, y mansión mirando a las olas. Yo le hubiera dado la respuesta; creo que toda la pasta que se va ahorrar quitándose de en medio a la educación especial y las clases para esos hijos de Dios que sólo sus padres saben lo que es luchar contra alguna de sus patologías. Ella, con su voz pedagógica y fanfare de convento de clausura: Sor Isabel, antigua alumna del Sagrado Corazón. Medio PSOE, femenino ha pasado por esa orden…Algo regalarán. La huella intelectual que dejó en su interior, hizo que sus dos chicas —los amores de parto de una madre son sagrados— fueran al elitista colegio de las irlandesas de Lejona (no al condón y no al aborto). No se preocupen, por la ministra con nombre de reina conciliadora —que va a terminar— con un buen trasplante capilar, un ligthing, a poder ser del número 9 y una turné por Vitaldent. Tan sólo, decir, que va de parte del Chiringuito de Pedrerol: dientes hiperblancos. Igual la vemos de rubia cañón versus Vogue, con un japonés descapotable eléctrico. Empero, todo es una cuestión de miedo, una de los grandes sostenes de la antimeritocracia y la admiración, en su puesta de ejecución, por decreto de la mediocracia. ¡Escuchen a Poe. Cantamañanas! Qué sabio era Poe, que abordó el asunto en cuentos como “El rey Peste” o “La máscara de la muerte roja”, que protagoniza Próspero, un príncipe que construye un palacio magnífico e inexpugnable para escapar de la muerte, que le alcanzará en forma de espectro. “Nunca hubo peste tan mortífera ni tan horrible. La sangre era su emblema y su sello, el rojo horror de la sangre”. No sean malvados que veo sus dientes afilados como garfios, al comparar ese palacio con la Moncloa.



No, Sres. Próspero no era tan mediocre como ese chico que quiso triunfar en la NBA y dice: "soy guapísimo, nadie en la UE le quedan los Hugo Boss, como a mí." A veces, los súbitos tienen ínfulas de rey, también suelen dejarse llevar por el romanticismo de sus nombres de pila y emular a algún rey. ¿Y por qué, no, Pedro “el cruel” ?  Sepan, que el personaje era Pedro I de Castilla, también conocido entre sus fans como Pedro el justo. Lo digo porque la historia también es asignatura bajo sospecha. El gobierno de los mediócratas ha llegado como la Peste de Camus, para quedarse como el pegamento Imedio en un relicario de fotos de comunión. Han tomado las riendas bajo el desliz aparente de la sumisión. Acatando las normas establecidas con una sonrisa, reverenciando a los poderosos y, si hace falta, mirar hacia otro lado cuando las tropelías del orden político o económico; se hace y punto. Bastaría haber conocido al papa Calixto III. Un papa, bastardo, borgiano, muy mediocre, obscurantista, supersticioso, de talante medieval y opuesto a la cultura renacentista. Dejando a su santidad a un lado. La insigne calle de Valencia fue el centro de mi vieja formación de la EGB. Un colegio de enseñanza privada concertada. Un director con camisas de seda de Versace desabrochadas y cadena de oro, con cristo de Dalí y virgen valenciana colgando. Don Gabriele era un crack. Te miraba a los ojos y dejaba a los padres hipnotizados, pluma en mano y matricula firmada. Casi 150 gramos de oro. Casado con una mujer que estaba como un queso holandés. Posiblemente, lo mejor de aquel lugar: La academia Valsom era el refugio de todas las élites valencianas que tenían a esos hijos que habían pululado por los colegios más famosos y legendarios de la primaria y el bachillerato. Desde el Logos, ahora Cumbres de Valencia, de los pastuki hermanos Tatay, al Vedat de Torrente (ahora grupo fomento). Pasando por El Julio Verne de Torrente, uno laico muy notable, pero que era un rompebolsillos, a fin de mes, el Ialae, la Academia Vértice o los hermanos Agustinos muy cercano a la estelar C/Calixto III. De los más chic de chicas —segregados, por entonces—  estaban San José de la Montaña, las esclavas del puto sagrado corazón o la pureza de María. Se dan cuenta, mujeres esclavas. La mediocracia, lo tiene claro. Se preguntarán que tenía la academia Valsom para ser reclamada por la flor y nata de la burguesía valenciana. Muy sencillo; un precio imbatible. A fin de cuentas, toda la chatarra de hijos e hijas, incapaces de aprobar 7º de EGB, siempre tenían una oportunidad. Sus padres, la garantía de una educación general básica aprobada. Don Grabiele era un engranaje más del juego de un sistema cuyo funcionamiento exige una mediocridad expansiva capaz de expulsar del terreno a los mejores. Esos mejores, éramos pocos, algunos demasiados extraños o corridos a hostias por padres maltratadores. Fascinados con mil ondas y soñando con perder de vista a más de un padre, al que tu madre, le tenía miedo y D. Gabriele, cuando la cosa se ponía chunga, también se le calentaba la mano. De ahí su máxima: No se preocupen están en buenas manos, familia. ¿Cuál sería la pregunta, fácil. ¿Por qué los padres de la morralla intelectual de aquel entonces final del franquismo, no llevaba a alguno de sus hijos al colegio público, totalmente, gratuito? Pregúntele a la euskalduna Celáa. Pobre de Miriam (síndrome de down), se ve la madre superiora devota de D. Sabino, muy crecida  y orgullosa Doña Isabel— de meterle el tacón de sus Charles Jourdan en la boca a una discapacitada. Miriam es la hermana de uno de mis mejores amigos, esos que conoces como le huelen los pedos, el  aliento y el olor de su sudor. Ese sitio llamado la puta mili, era como una cárcel de memos. Empero, te conviertes en un hermano de sangre de todo aquel que ha sido tu compañero. A lo mejor, a algunos les vendría que ni de perlas, volver a instaurarla por decreto. Todo lo que le iba a reportar a esos jóvenes líderes de la extrema izquierda y la extrema derecha.




Sería una maravilla ver a unos cuantos haraganes/as haciendo instrucción y pasando por la barbería de la chaqueta metálica de el Viator. Empezando por el aristócrata de Galapagar y terminado por ese neofranquista, con trasplante capilar y de barba, llamado Cascabal. Además, como se hacía en mi época, ¡era la hostia! Si te tocaba infantería de marina, eran 18 meses limpiando la cubierta de la fragata de turno. Se lo imaginan. En 8K e IMAX,  y entrada gratuita. Sin embargo, el virus está con nosotros, en nuestra propia genética, desde miles y miles de años. Unos 9.000 AC. No hay vuelta atrás. Somos lo que somos. La mediocracia lleva a todo el mundo a subordinar cualquier tipo de deliberación a modelos arbitrarios promovidos por instancias de autoridad. Cabría pensar que un rasgo común entre quienes comparten este poder sería el de esa jodida sonrisa cómplice. Al creerse más listos que todos los demás, se complacen con frases cargadas de sabiduría tales como: “Hay que seguir el juego”. Solo se consienten lo insípido, la grisura, la normatividad, la reproducción y las afirmaciones mecánicas de lo que resulta evidente. La tendencia a eliminar a los mejores —quienes tienen más méritos— se ha ido fortaleciendo regularmente y hoy hemos llegado a un punto en el que la mediocridad, de hecho, hasta se reverencia. Mientras que la propensión al trabajo bien hecho se considera un problema. Esta maniobra se revestirá de palabras vacías o, peor aún, será el poder el que se defina con palabras asociadas con aquello que más odia: descubrimiento, aportación, virtud y obligación. Y todas esas excelentes mentes que no participen de semejante farsa serán aisladas y este aislamiento, naturalmente, se llevará a cabo de manera mediocre, a través del rechazo, la negación y el odio. ¿Qué es lo que mejor se le da a una persona mediocre? Reconocer a otra persona mediocre. Juntas se organizarán para rascarse la espalda, se asegurarán de devolverse los favores e irán cimentando el poder de un clan que seguirá creciendo, ya que enseguida darán con la manera de atraer a sus semejantes. Primero lo observarás en la educación primaria y después, te sorprenderá como la universidad está dispuesta a ser manoseada con tal de conseguir alguna dádiva, voy a ser generoso y utilizaré, el término subvención. Profesores en disputas intestinas, abusando de becarios aturdidos —entre falsas expectativas a cuenta de los putos doctorados— de jóvenes talentosos que son la verdadera expresión del talento capado. Todos ellos en manos de un ministro que se cree que tiene 19 años y vive en mayo de 1968. Ellos mismos entran en el círculo de los idiotas, creando terroríficas estructuras jerárquicas que obstaculizan la creatividad. Al final todo ello, para volver al mismo sitio, que definió el gran David Simon en su adictiva y real Baltimore, atiborrada de traficantes que magnifican los criterios de obediencia de las esquinas. Toca aguantar al tonto de las almendras y la mezquindad de una sociedad insípida, el pensamiento crítico es una quimera, donde Victor Hugo nos avisó: “Cuanto menos miedo, mejor. El miedo nos castra y nos degrada”. Cualquier desgraciado con una peluca y que dice ser periodista con sólo el graduado escolar, te hará la vida mejor, mucho más que una olla exprés cubana. Bienvenidos al planeta mediocracia.



               Dedicado a Juan de Dios Román diciembre 1942/noviembre 2020 In Memoriam



Fotogramas adjuntos

Madame Curie 1943 by Mervyn LeRoy

Joy 2015 by David O. Russell

The Strange Woman 1946 by Edgar G. Ulmer, Douglas Sirk

Temple Grandin 2010 Mick Jackson






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