Barbara Payton; La femme fatale de Bukowski y Cagney
Alguien
me preguntó, hace muy poco, que cuanto tiempo llevaba escribiendo en el IBP. Me
sorprendió. Pues, le dije: no escribo allí. Yo soy el director de la
publicación, el jefe de redacción, el director de arte y el chico de los
recados.—Ah! pues, no sabía que, tú…—Ya lo sabes. Esto empezó siendo cuaderno
de sueños y crónicas puntuales, de alguien que ha vivido muy bien, y ahora, lo
ve todo desde recovecos tediosos e infernales. Apenas recuerdo si se inauguró
hace 8, 7 o 6 años. Todo lo que me pasa, en el día a día, se me hace más
escurridizo y ausente. Es difícil definirlo. ¿Quién sabe? Igual es que llevo
escribiendo toda la vida de cine. Desde una perspectiva, sui generis, sobre una
serie de personajes —esencialmente— femeninos (es obvia, mi pasión y devoción
por las femmes fatales). Reiterando, la misma consigna. Es decir, una adulación
o fascinación, la cual, está muy lejos de los tics que tan, en boga andan, como
cicateros rótulos de… ¡Eh, tú, sí…! ¡Es mentira, caca y culo! Los que dicen; ya
matamos a Galileo. Seguimos igual de embrutecidos. Insisto, el argumento ramplón
que rezuma, a día de hoy; postwebesfera. Me da náuseas, y eso, junto con el
estreñimiento por los opioides: es sumamente jodido. Pero volviendo a lo
sustantivo, y, acordándome de uno de los escritores más grandes que he tenido la suerte de leer: Charles Bukowski. Solo puedo entender a Hollywood como un gran parque
temático que —desde muy pequeño— me sedujo y abrió los ojos a un montón de
estrellas que las hice participes; de mi particular mundo imaginario. Pues,
creo que no hay otra profesión en la vida más alucinante y divertida; que la de
ser actor, y con suerte, una estrella del firmamento de la colina de las
vanidades. Me gustan las historias fuertes y desagradables. Reales como la puta
vida. Tan aterradoramente cómplices, pero, llenas de una empatía adictiva; como
un encantador chato de vino en un bar de chaperos o prostitutas. Yo soy como una vieja Norton llena de parches, que le gusta el
escocés y la acción. Empero volviendo a lo que todos Uds. buscan en este lugar:
están de suerte. Tengo el honor de presentarles una de las historias más
sórdidas y agridulces del viejo y legendario Hollywood de los 50. Ese al que una
especie de establishment (muy respetable) detesta y condena con desprecio su tragedia
y fatalidad. Sí, amigos-as, aquel Hollywood, que se coge de la mano, a éste-a,
tan de paripé y febril de las Networks retroalimentándose y atragantándose las
amígdalas. Es ese, donde sus amados comediantes se quitan las caretas de
histriones y sacan la dramática ternura y la desgracia más miserable. De eso,
sabe muy bien, la auténtica protagonista de esta crónica; la gran Barbara
Payton. Una mujer increíblemente adictiva y hermosa.
La
pequeña Payton nació con el nombre de Barbara Lee Redfield en noviembre de 1927
en Cloquet, estado de Minnesota. Junto a su hermano Frank Leslie III, más
pequeño, en 1931, y sus padres, Erwin Lee Redfield y Mabel Irene Todahl (de
ascendencia noruega). Estos gestionaban un restaurante y una heladería. La infancia de la pequeña Barbara fue despreocupada y cómoda. Su
fisonomía mostraba unos rasgos para su edad muy atléticos, muy bien
aprovechados, para las condiciones de aquellos lares, en las actividades
deportivas del largo invierno como esquiar y patinar sobre los grandes lagos
helados. Muy interesada en las labores culinarias mostró sus dotes de
Masterchef en la cocina y se convirtió en una cocinera precozmente top. En el
onceavo aniversario de su vida, sus padres compraron un motel de cabañas, en “Antlers Court”, Odessa (Texas). Gracias a la ayuda económica de la hermana de
la madre de Barbara. Aquel negocio se anticipaba una bicoca, dado el auge del
negocio del petróleo, en el que toda la población participaba de algún modo.
Barbara sintió el gran cambio del solitario y gélido invierno fronterizo del
Canadá, a la cálida, y extensa tierra tejana. Lo que no cambió fue el carácter
de su padre Erwin Lee. Era un hombre trabajador pero complejo y de poca sociabilidad; parco y seco. Tenía un modo de hablar torpe y muy mala leche.
Mabel se ocupó a tiempo completo de la crianza y las tareas domésticas de la
familia. Eso sí, ambos progenitores compartían la afición por la del cuello
largo. Lo normal, era que comenzarán a darle al alpiste por la mañana. Algo que
terminaba con la pérdida de control de Mr. Lee y el abuso sexual a su esposa. La
adolescente Barbara, comenzó sus estudios de bachillerato en la High School de
la población. Aquella criatura, ya era una moza de un aspecto y rasgos
impresionantes. Barbara Payton en la
escuela secundaria fue conocida como una niña gozosa, dispuesta a complacer, y
aprendió desde muy temprana edad que tenía un efecto seductor sobre el sexo
masculino. Sus penetrantes ojos azules deslumbraban en el sol y
su tersa tez apabullaba. Apenas, cumplió 15 años y preparó su primera fuga, con
un novio lleno de acné, William Hodge, con quien contrajo su primer matrimonio.
Sus padres pudieron localizarla y anular —de facto— aquella alocada y legal
unión. Sin embargo, Barbara, insistió hasta que pudo salir por piernas e
independizarse. Ahora tenía 17 años y se casó con un capitán de las Fuerzas
Aéreas, muy joven, de 22 años: Su esposo John Payton. Decidieron trasladarse a
California, donde Barbara dio a luz a su primer retoño, John Lee Payton, en
febrero de 1947. Aquel hijo, no vino a este mundo gracias a la fuerza a aérea,
sino a los arrojos y agallas de su madre, Barbara que lo trajo al mundo en su
propia casa, por si sola siempre estuvo muy unida a él hasta que perdió la
noción de la realidad. En un reducido espacio de tiempo, tras una rápida
sucesión, de cambios en sus decisiones, abandonó a su marido y dejó al bebé
con sus padres. La ropa que llevaba puesta, una sola maleta y directa a Hollywood.
Barbara, tenía el gusanillo del cine, dentro de su mente y se puso a ello. Sólo
tenía un pensamiento en la cabeza, comerse a la ciudad y triunfar. Vanityland
se afilaba los dientes a la espera de aquella juvenal hermosa rubia.
Consiguió
un trabajo como camarera en Stan's Drive-In, en la esquina de Sunset Boulevard
y Highland Avenue, y utilizó alguno de los consejos que le dieron, otras buscadoras de sueños como ella. Finalmente, entra en la escena de
los clubs nocturnos más chics de la ciudad. Empezó como modelo y gracias, a ese
esbelto y extraordinario físico, muy pronto llamó la atención de los ojeadores
de muchos estudios. Pero, unos meses antes de las miradas de cazatalentos de la
Universal. Ahí estaba ella, con su dulce pero sexy apariencia, y su sentido del
humor. Muy pronto se convirtió en una figura popular por los lugares más
lujosos de Sunset Strip; como Ciro, Mocambo y Trocadero. Ganándose el
sobrenombre de la "Reina de los clubes nocturnos". Hasta que un día, las
cabezas pensantes de la Universal, le ofrecieron un contrato de formación —a
modo de actores becarios— y capacitación para jóvenes promesas. Allí, coincidió
con grandes e inmediatas estrellas de su generación: Tony Curtis, Shelley
Winters, Jeff Chandler y Rock Hudson en la escuela de actuación y tomó
lecciones de la tutora residente, Sophie Rosenstein. Bárbara Payton, que no
estaba preparada para actuar, según algunas lenguas. Pero como muy bien dijo, ella, aquí hay más víboras por metro cuadrado que en el desierto de Arizona. A finales de 1948
consiguió un contrato profesional con Universal Studios. Hizo algunos pequeños
papeles para el estudio, pero éste la abandonó en el verano siguiente,
después de salir en la prensa que estaba teniendo una aventura con el hombre
casado. El tipo con fama y cédula de matrimonio, no fue otro que el gran
actor/cómico Bob Hope. Conoció a Hope en marzo de 1949 en una fiesta, de un
hotel, en Houston. Ella, con cierta ingenuidad, acabó convertida en una especie
de groupie de Hope al seguirlo por todo el país durante varias semanas mientras
hacía apariciones personales. A su regreso a Hollywood, el actor supuestamente
la colocó en un pequeño nido de amor en la avenida Cheremoya. Dándose buena
prisa en adquirir un buen atrezzo; los mejores y necesarios muebles, para
sentirse como el rey de la casa. Incluso, en palabras de un periódico
sensacionalista, un doble lecho extra. Aquella enorme cama fue el escenario de
muy buenos ratos. Empero, la aventura sexual de la pareja, duró, seis meses,
terminando abruptamente con Barbara Payton. Hope está muy nervioso a verse
presionado por de ella, al solicitarle, grandes cantidades de dinero para
ayudar a cubrir sus gastos de subsistencia. A pesar, de la delicada situación
emocional de Hope y la rumorología que llegaba a oídos de su esposa. Sus
asesores terminaron por acordar, el pago de una buena suma de dinero, y un
contrato, donde se estipulaba el silencio y la desaparición de Barbara Payton.
Ésta, se retiró felizmente y pasó una muy buena temporada quemando los dólares
del simpaticón Hope. Poco duró aquel dinero.
No
tardó mucho, aquella cara de ángel con el grupo sanguíneo Jim Beam, en volver a
picotear por el calor y la oscuridad de la noche, del Mocambo. Volvió a la
farra del festivalero Mocambo, donde fue fotografiada, al lado del
multimillonario Howard Hughes. Acurrucada en un stand, entre el tío de la
película John Ireland y el mafioso Mickey Cohen. Y hasta, con un pez gordo de
la construcción de la Costa Oeste, Jerry Bialac. Finalmente, Barbara Payton se
hizo con un pequeño papel, de fotógrafa, en la comedia; 'Once More, My Darling'
en 1949, y participó en dos musicales protagonizados por Tex Williams. BP, no
tardó mucho en darse cuenta de la toxicidad de la vida nocturna de
Hollywoodland y lo que le ofrecía. Chica joven, rubia atlética, ojos azules.
Divertida y perspicaz se deleitaba con el ambiente de fiesta alocada y
continuada. Era popular y también, aunque suene mezquino y zafio: una trepa sin
escrúpulos. Salía a la caza de muchos hombres, agentes, managers, actores y
directores de prestigio. Empero sus gustos por el canalleo fino y lo peligroso;
le colmaron de una enorme y larga lista de amantes: El veterano actor de
películas B, Mickey Knox también salió con B. Payton. Durante este tiempo se
vio involucrada en Don Cougar era solo uno de los muchos personajes sombríos a
quienes una Payton pasada de copas ansiaba emocionarlo. Ella también estaba
transitando con otra de las chicas noctambulas de las grandes juergas de
Hollywood, Lila Leeds (con ella entabló una amistad, más interesada) y con
varios miembros de la famosa mafia de Sica. A principios de 1950, los tabloides
estaban llenos de titulares aterradores. Cuando ella y Don Cougar fueron convocados
ante un Gran Jurado Federal; en el juicio por perjurio de su amigo Stanley
Adams. Un consumado traficante de heroína que ya había estado en la trena, por
matar a un informante de la policía, Abe Davidian. B. Payton y D. Cougar
apoyaron el testimonio de Adams dando por hecho —que cenaba con ellos— en el
apartamento de Payton, en el momento del golpe. Empero al parecer sus coartadas
eran tan débiles y tan poco convincentes que Adams fue declarado culpable de
perjurio y permaneció encarcelado por el cargo de asesinato. Barbara Payton se
estaba moviendo demasiado rápido entre juegos de funambulismo y noches locas de
sexo. Logró un breve romance con el actor George Raft, y un compromiso aún más
breve con el abogado de la industria del entretenimiento; Greg Bautzer. Hasta
el legendario productor de cine A.C. Lyles llegó a comentar sobre la joven B.
Payton; “cuando le picaba una oreja, estaba muy claro que alguien estaba en su
mira telescópica”. Obviamente, el sistema de Vanityland se sostenía en tipos
con Montecristo entre los dientes y pies encima de su mesa, mientras se movían
en sus enormes sillones multiposición. La búsqueda de caras nuevas y chicas
explosivas vivía su apogeo entre los magnates de los grandes estudios. Estaba
claro, que la mayor parte de ellos, son los tipos que aplastaban su culo, en
los confortables sillones, de turno. La moneda de cambio de aquel tiempo era
intentar ser el cuerpo y los ojos, por los que esos productores y directores,
no pararían de ir detrás de estas jóvenes actrices, dispuestas a todo, por un
sueño.
Ahí,
en ese escenario, fue donde Barbara, capitalizó lo mejor que le había dado la
naturaleza biológica: un físico espectacular para obtener papeles principales
al lado de estrellas consagradas. Las noches de alcohol y sexo, por los garitos
más chic y destroyer de la ciudad, fueron parte de sus devaneos nocturnos. Sin
embargo, Barbara, nunca se saciaba de alcohol y sexo. Hasta que llegaron las
drogas duras; heroína, anfetaminas, cocaína y el secobarbital. La fascinante
Barbara Payton tenía 22 años cuando obtuvo uno de sus mejores papeles de su
corta carrera: fue la protagonista principal del film Trapped (1949), como la
novia del protagonista, Lloyd Bridges. La película se filmó con un estilo
documental similar a la maravillosa Naked City (1948) de J. Dassin. Earl Felton
hizo un magnífico guion y el columnista Mark Hellinger escribió que Barbara era
una de las mejores cosas que aportaba el film. Earl Felton, era evidente, que
le gustaba. Incluso, se involucraron en conversaciones muy íntimas y
relacionadas con aspectos artísticos de la producción. Algo que a más de uno le
sorprenderá. Pero Barbara Payton tenía algo; la cámara la quería. Felton
terminó suicidándose y aquello terminó así de contundente y seco. El director,
de la película, un enorme Richard Fleischer, dijo: "Barbara Payton tiene
una calidad que es inusual, como si hubiera corrido alrededor de una pista,
está conteniendo la respiración y esa contención llega a la interpretación al
mismo tiempo". Ser una gran estrella estaba al alcance de su mano. Y con
epítetos de esa talla, debería haber pensado en ella un poco más. Empero era
muy hermosa e individualmente, era una de esas mujeres que llamaba la atención,
no había actrices idénticas a ella. Lo cual, le podría haber dejado un pasillo
de largo recorrido para competir otras
grandes estrellas de la época. Su actuación fue bien recibida y Esto llevó a
Barbara al productor William Cagney, el hermano de James Cagney. "Todos
hablaban de ella", dijo W. Cagney, debido a su trabajo con Lloyd Bridges.
Ella era inquietante y explosiva. Cuando vino para una entrevista, estaba tensa
y nerviosa, y le dije que se relajara.” Se apartó el pelo de la cara con uno de
esos rápidos movimientos de su mano y me lanzó una mirada gélida. Le pregunté
si sabía algo sobre el film que estábamos haciendo, “Kiss Tomorrow Goodbye.”
Ella dijo que no tenía ni idea. A pesar del hipnotismo que dejó petrificado al
W. Cagney, nunca se pudo verificar si terminó acostándose con él. Empero, el
resultado, de tan gratas horas de conversación, derivó en el ofrecimiento de
una prueba de pantalla para un papel en la película de 1950 de James Cagney, "KTG". Cualquiera que sea la verdad, de todo este affaire de la producción y la
hermosa Payton; terminó con un lucrativo contrato de $ 5,000 por semana para
Warner Bros y Cagney Productions. Barbara estaba en el camino que toma toda
estrella, cuando va a la cima... o debería de haberse instalado en ella. A
pesar de los cotilleos del affair con Bob Hope; la verdadera preocupación real
—de la carrera de BP— era alguno de los personajes con los que se estaba
rodeando en sus correrías nocturnas.
La
estrella de Barbara se elevó aún más durante el año siguiente y apareció con
Gary Cooper en Dallas (1950) y con Gregory Peck en "Only the Valiant" (1951).
Tuvo una gran aventura de amor con Gregory Peck —desde que comenzaron juntos—
en el rodaje de "Only the Valiant". La gente que conoció bien al gran G.
Peck, comentaron que fue una mujer que le llegó al corazón. Pero, con el paso
del tiempo, se ha constatado ampliamente que Payton coqueteó medio stand del rodaje. De igual modo, cuando filmó Dallas al lado del enorme Gary Cooper. Mantuvo al mismo tiempo relaciones sexuales con
Cooper y la coestrella, Steve Cochran, durante el rodaje de la película. Un
antiguo fotógrafo de escenas fijas (que trabajaba para otro estudio) conoció a
Payton en la década de 1950 y afirmó: “Sé lo de ella y Steve Cochran se
engañaron cuando estaban en Dallas. Solían ir detrás de los escenarios del
Este, justo a la espalda de la WB y agarrar un rapidito”. Obviamente, ella y
Gary Cooper tenían, lo que podría llamarse un “un affair de camerino rodante”.
Lo más triste, era el vox populi, del aura de Barbara Payton como una chica
fácil y estrella de segundo plato. Es decir, la reputación despectiva de un
cínico y machista Hollywood. Su salario aumentó gradualmente a 10,000$ por
semana, un ingreso muy grande en efecto en 1951, y se encontró regularmente en
compañía de estrellas como Frank Sinatra, Lana Turner y Ava Gardner. Atrapada
en un mundo tan glamoroso, comenzó a hacer que su vida social fuera más
importante que su trabajo y no pasó mucho tiempo antes de que su incipiente
carrera comenzara a ocupar el segundo lugar en una zambullida imprudente y
precipitada en una apasionada vida amorosa con hombres ricos y poderosos,
muchos de ellos, con esposas y familias. Comienza en gran lío de los líos de la
prensa del higadillo del Hollywood tabloide y demás amarillismo. Pero
siguiendo, en lo personal, de esta fascinante mujer; desde su despegue en 1950,
Barbara Payton conoció al actor Franchot Tone. Éste, era un auténtico actor de
Hollywood, ex marido de Joan Crawford y una estrella de cine desde la década de
1930. Un carrera muy trabajada, donde se incluía una gran interpretación por Mutiny
on the Bounty (Frank Lloyd), que obtuvo la nominación al a Oscar 1935. Se había
casado y divorciado actriz Jean Wallace durante la década de 1940. Sus amigos
trataron de disuadirlo, en todo momento, para que no se involucrara con
Bárbara. La insaciable Miss Payton se había labrado una horrible consideración
entre la comunidad de Hollywoodiense, a modo, de robamaridos de parné. Empero,
FT estaba completamente enamorado de ella. En octubre de 1950, anunció su
compromiso y le busca un apartamento de lujo en Hollywood Boulevard. Aquel
nidito de amor, le costó un potosí. Ya sé sabe: el amor no tiene límites.
Mientras tanto, Barbara siguió su carrera y afianzando su nombre, a sí misma,
en lo que se denominaría peyorativamente una visitadora frecuente de los vestuarios
de las grandes estrellas de la colina.
Barbara
continuaba interpretando papeles de menor rango, pero seguía siendo una actriz
con nombre. Fue cuando se inició el rodaje de una película llamada “Drums in
the Deep South” (1951) dirigida por William Cameron Menzies, coprotagonizada por James Craig
y Guy Madison. Fiel a su forma, no pasó mucho tiempo antes de que se hiciera
muy amiga de Madison. Franchot Tone prestó atención a los cotilleos sobre su
promiscuo estilo de vida y él vigiló el apartamento de Barbara desde un
edificio al otro lado de la calle. Vio a Guy Madison entrar en el edificio y,
después de esperar un rato, Tone irrumpió y encontró a la pareja en la cama. Se
produjo una pelea de gritos y todo el drama se informó en la revista
Confidential. Mientras estaba comprometida con F. Tone, Barbara conoció a Tom
Neal (el protagonista tan sui generis en el Noir de culto de Ulmer "Detour") en una fiesta
en la piscina de Hollywood. Tom Neal era un ex boxeador de los Guantes Dorados
y un actor de películas 'B' a tiempo parcial. Barbara comenzó una aventura con
Neal e incluso le dijo a sus amigos que estaba comprometida con él. Alternó
descuidadamente entre Tone y Neal hasta que las cosas llegaron a un punto
crítico con una violenta pelea entre ellos. Franchot Tone resultó gravemente
herido y quedó en estado de coma en el hospital con una fractura en el pómulo
izquierdo y la mandíbula superior. Se le llevó a cabo una cirugía plástica —de
urgencia— en diferentes zonas de la cara. Sorprendentemente, no se vino abajo y
cuando terminó su periodo de convalecencia; decidió contraer matrimonio
con Barbara el 28 de septiembre de
1951.Obviamente, aquello era una olla a presión. Al principio, él, hizo un gran
ejercicio de paciencia y comprensión, pero fue la crónica de un divorcio
anunciado. Warner Bross decidió darle una nueva oportunidad en la creación de
“Bride of the Gorilla” (1951), de serie B y con un presupuesto de un director
debutante. A pesar de estar en la dirección Curt Siodmak, hermano de la leyenda
de Robert Siodmak. Los rumores rebotaron en la ciudad de que Payton estaba
llevando a cabo, un mayor número de "sórdidos encuentros", esta vez
con dos de los actores de reparto de la película, caso del alcohólico y maduro
Tom Conway y el actor negro/estrella del fútbol americano Woody Strode. En una
entrevista con el documentalista Tom Weaver en 2002, el difunto Herman Cohen,
el productor de la película, dijo que "Barbara Barbara era una hermosa
niña, y, que era una persona divertida. Le gustaba reír... y que fue una chica
un poco alocada. (Podría decirse) ella era una puta que tuvo suerte”. Ahora, sí
que se respiraba una aroma que tocaba las puertas del final de una prometedora
carrera. Después de ocho semanas,
Barbara Payne estaba llamando a Tom Neal como el yonki que necesita su papelina
para calmar el mono. Franchone Tone decidió tomar un poco de aire y dio, a
Barbara una pequeña tregua antes de la separación definitiva. La supuesta
reconciliación con su todavía esposo; dio con una sobredosis de Secorbital. No
obstante, aquí no terminaban las desventuras de esta insólita actriz. Barbara
salió por piernas a la búsqueda de Neal y F.Tone, ya tomó la decisión en firme.
En mayo de 1952 se divorciaron. Tan felices se las prometía nuestra hermosa
amiga, que la vuelta con el machote Neal duró tanto como una hermosa noche de
verano.
Era
otra mancha negra para la lastrada y perdida carrera Barbara: la Warner Bros estaba muy cerca de poner fin a
su contrato. El lamentable evento debería haber sido una lección para Tone,
pero él persistió en la relación; un trio letal. Neal y Payton, ambos
aparentemente destrozados y disolutos por las interminables noches de Sunset Strip,
terminaron en manos del productor de serie B, Robert L. Lippert. Ahora que eran
objeto de las burlas de la crítica y los tabloides, fue cuando Neal le dijo a
Barbara que en Inglaterra había trabajo para una actriz de su categoría y él.
En la década de los 50 Hammer Films entró en el negocio del cine negro con el
productor estadounidense de películas B Robert L. Lippert. En los próximos
años, Lippert enviaría a sus asociados ingleses una larga lísta de estrellas de
Hollywood que se desvanecían, así como otros que habían estado en el proceso de despuntar, pero el tiempo les había hecho mella. Grandes secundarios-as de diversos géneros. Actores y actrices como; Dan Duryea, Zachary Scott,
Lizabeth Scott y Paul Henreid, y Dane Clark. La Payne, muy pronto, hará las maletas para rodar
dos films con la productora de culto. A la espera de la decisión de T.Neal. Mientras, en California Lippert firmó con
el dueto Payton/Neal. Donde actuaron en un horroroso western, “The Great Jessie
James Raid” dirigido por un amateur Reginald Le Borg (1953). En aquel film era una autentía pantomima, desde el amateurismo del director, a la apatía del reparto masculino. Posiblemente, la mayor profesionalidad, venía cuando aparecía en escena Barbara Payton. Envuelta en un chaleco apretado y pantalones vaqueros saliendo indemne de la explosión de una mina.
Además de cantar en el salón del bar ante un fuerte y robusto Neal, al que le da un par de tortas, muy bien dadas. En junio
del 53, la pareja realizó una gira en una producción de stock de verano de The
Postman Always Rings Twice. Durante la presentación de la noche de apertura de
la obra en el Drury Lane Theatre en Chicago, Barbara Payton supuestamente subió
al escenario y se desmayó en los brazos de Neal. Momentos más tarde revivió
para colapsarse nuevamente, finalmente fue llevada fuera del escenario y
llevada a un hospital local para observación. El dúo terminó la gira en una
serie de ciudades remotas y alejadas de la civilización más conocida. Warner
Bros perdió la paciencia con ella y canceló su contrato. Se firmó una tregua y
Neal optó por la vía del viejo mundo. Rodar en UK con la Hammer y Lippert. La
primera de estas fue Bad Blonde (1953) es el tipo de película que existe en dos tramas. En la primera, se propone un entretenido film noir sobre un prometedor
boxeador que se siente atraído a un plan para cometer un asesinato por parte de
la duplicada esposa de un promotor de boxeo que desde pequeña ha sido una niña
mala. Y
el segundo film dirigido por infefable Terence Fisher “Four Sided Triangle” (1953). Una
historia de Sci-fi Sobre un científico que diseña una máquina que es capaz de
duplicar a las personas, de manera que él y su amigo puedan amar sin ninguna
complicación a la misma mujer. Ninguna de las dos películas fomentó su posición
en el negocio. La película está muy bien realizada y tiene un guion que es la
adaptación de una novela de William F. Temple. Barbara Payton siempre la vio
como una parodia de lo que se decía de ella por los chascarrillos de Hollywooland; una devorahombres. Oliéndose la posibilidad de conseguir algo de trabajo para su pareja, Tom, se unió a ella en Londres. En la ciudad del Tamesis reanudaron sus peleas, maratones sexuales y borrachos. Sin nada más en la cartera, ni posibles proyectos de seguir trabajando en Gran Bretaña, Barbara y Tom hicieron el viaje de regreso a Hollywood. Después de 5
meses lejos de Vanityland, ninguno de los dos films reavivaron la carrera de
Barbara y mucho menos la Tom Neal. Payton anunció formalmente que T. Neal había
asumido la gestión de su carrera (convirtiéndole en manager personal) y
prometió que solo aceptaría "papeles de películas realmente fuertes".
Más
tarde, en ese mismo mes, Payton capituló con aquella promesa de no volverse a poner un modelito de chica de caverna neaderthalensis woman. Pero transigió necesitaba cualquier dólar viniera de cualquier bolo. Finalmente, coprotagonizó a Sonny Tufts, otro artista impregnado de alcohol en
una diapositiva de carrera, en una ridícula comedia titulada Run for the Hills
(Jack Broder Productions). Dirigido en un estilo slapstick amplio por el
caballo de guerra B-película Lew Landers (El cuervo, El retorno del vampiro),
la trama banal de la película se refiere a la paranoia de un actuario de
seguros sobre lo que él cree que es un inminente holocausto nuclear, y sus
intentos de escapar. Moviéndose en una mina del desierto con su esposa.
Salpicado de figurantes hambrientos de un bocadillo y de varios artistas de
bajo nivel; aunque confiables, como Jean Willes, Richard Benedict y Byron
Foulger, Run for the Hills tenía el aspecto y el ambiente de un cortometraje.
Hasta fue enviada a hacer un bolo en las Vegas y terminó gravitando en la cama
ante un actor desconocido llamado Gordon Scott. Pronto se convertiría en el
próximo Tarzán de Hollywood, Scott fue una repetición casi instantánea de la
atracción de Barbara por Tom. Barbara se
encontraba muy cerca de un pozo sin final. Incluso para los propios esquemas
más básicos de dignidad personal, Barbara había conseguido un record difícil de
sustentar. Surgieron rumores de que Neal
derrotaba físicamente a Payton, y, a fines de 1953, aquella relación
sadomasoquista finalmente se disolvió en una tormenta de alcohol y violencia.
Éste, sin mediar palabra la abandonó en aquel instante. Barbara Payne estaba
K.O. Su vis autodestructiva estaba en su pleno cenit. Al
año siguiente, se lanzó la última película de Payton, una película subestimada
titulada Murder Is My Beat (1953), dirigida por el inconformista de la película de
culto que enalteció a Tom Neal. No era otro que el imprevisible Edgar G. Ulmer. Payton interpretó a un cantante de un club nocturno y a
un asesino convicto que une fuerzas con un policía duro (interpretado por Paul
Langton) para intentar demostrar su inocencia. Aunque la actuación de Payton
fue convincente, la película no fue un éxito. Ese mismo año, se llevó a un
nuevo amante: un hombre negro del otro lado de la ciudad que hizo conocer su
presencia a sus vecinos al rugir por los terrenos de su suntuosa propiedad de
Beverly Hills en una motocicleta. Payton continuó tocando su narices en la urbanización, trasladándolo a su casa y orquestando las arriesgadas llegadas de
la pareja a varias fiestas de Hollywood. Su temerario alarde de su relación
biracial despertó la furia de la industria, convirtiéndose en su persona non
grata de una vez por todas. De aquellos dos amores
que le tenían con la sopa boba, se supo que Tom Neal, fue condenado a 6 años de
prisión, en 1965 por disparar a su ex amante, ésta falleció en el acto. A pesar
de que Neal sostuvo, en todo momento, su inocencia y que aquel asesinato fue un
accidente, fortuito. La suerte de un jurado cinéfilo y la habilidad de su
abogado defensor le consiguieron tan generosa condena: culpable de homicidio
involuntario. Eso sí, el destino, tiene sus cosas y a veces, pueden ponerse
caprichosas. En 1952, al poco de salir de la trena, falleció por una
insuficiencia cardíaca en 1972. Tenía 58 años. Por el contrario, su exmarido
Franchot Tone, tras una larga y fructuosa carrera en la gran pantalla, acabó co-protagonizando
la serie de televisión "Ben Casey" 1965-66 y se retiró poco después,
cuando su salud comenzó a deteriorarse. Se lo podía ver, en silla de ruedas,
visitando a su exesposa Joan Crawford por Nueva York. F. Tone era un fumador
empedernido y falleció de cáncer de pulmón a la edad de 63 años en septiembre
de 1968. Y nuestra femme fatale de platino oxigenado de hermosa sonrisa;
descompuesta y sin trabajo en Hollywood. Como todos sabemos los pocos billetes
del colchón de ahorro, duran muy poco. Olvidada y agotada de su propia
existencia se dejó llevar por una ingesta de alcohol que ni el personaje más
sórdido de Shelby o Bukowski uno hubiera imaginado. Después de una fiesta se desvaneció y cayó en
su propio charco de sangre, aparentemente, resultado de un embarazo
ectópico. En 1954 fue arrestada por
pasar cheques sin fondos en un supermercado. Al año siguiente, terminó
perdiendo la custodia de su hijo, con su exesposo, el militar John Payton. Ella
seguía en su propia orgia personal y se casó, de nuevo, con un joven de 23 años
llamado Tony Provas. El matrimonio ya sabrán Uds. que tras tres años de
vejaciones, alcohol y drogadicción terminó en divorcio. En 1957 inició un
negocio de chicas escorts en Chicago.
Al
lado de una vieja amiga de correrías; la actriz Lila Leeds. La desgraciada Lila
fue acusada de prostitución y envidada a la cárcel. Barbara escapó por
piernas. A partir de ese instante; su vida se convirtió en un Leaving Las
Vegas. Una sucesión de arrestos, incontables, por embriaguez y prostitución.
Barbara Payton comenzó a frecuentar los bares sórdidos de Hollywood recogiendo
puteros de tres al cuarto, y con los pocos dólares que sacaba, inmediatamente
eran invertidos en vodka, bourbon, whisky o ron. Su rostro estaba hinchado, sus
manos sucias y sus uñas trituradas. A pesar de los repasos de esmalte. Una vez
que la esteticista low cost podía asearlas —de un modo decente— la ausencia de
keratina volvía a dejarlas agrietadas y destrozadas. En 1962 fue encontrada,
cubierta de moretones, en traje de baño y un abrigo, a modo de manta. Se
hallaba durmiendo en un banco de la parada de autobús de Sunset Boulevard,
siendo acusada de embriaguez pública. En la primavera de 1963, fue apuñalada
por un putero y recibió 38 puntos por la herida. En 1964 fue arrestada por
robar en una tienda. Al año siguiente fue acusada de posesión de heroína y una
jeringuilla hipodérmica. Los cargos fueron desestimados por falta de pruebas. Como
el que no quiere, Barbara Payton, pasó cerca de 7 años desamparada, viviendo en
una novela de Bukowski “Women”. BP se ganaba la vida como prostituta. Cuando
Miss Payton murió en 1967, con solo 39 años, su cuerpo estaba en un estado tan
terrible que la policía tardó dos días en hacer una identificación precisa.
Ella pesaba más de 90 kilos, tenía una tez roja, de ronchas y cortes en la
cara, la mayoría de sus dientes estaban triturados y los pocos que le quedaban
ennegrecidos. Ella era una prostituta callejera drogadicta y alcohólica. Es
irónico y macabro que la encontraran tirada debajo de un cubo de basura. Y es
que Barbara Payton había sido masticada por la máquina cruel de ese Hollywood
idílico; que finalmente la escupió. Como un esputo de tabaco de mascar. Veinte
años antes había comenzado como una estrella glamorosa en Hollywood. Alguien
con algún docto títulos de psicología, antropología o sociología trataría de
analizar el comportamiento de Barbara Payton. Desde hipócritas puritanos, que
lo calificarían de indecoroso, a
muchos-as que fue un desastre y todo lo que le pasó se lo buscó. Yo pienso que
ella hizo de su vida; su propia cama, una rebelde, talentosa y desquiciada que
acabó dañando su carrera de actriz profesional. Sin embargo, el infierno no
tiene furia como una mujer despreciada, y no lo dijo Dante. Ahora, no se
olviden, que el infierno no tiene tanta furia como todas esas legiones de
hombres de Hollywood —muchos de ellos probablemente fueron despedidos por la
hermosa y joven Barbara— observando y disfrutando de la decadencia y el ocaso
de una mujer. Cuando la pomposa WB había llamado recientemente "el
diamante blanco con ojos azules" estaba sentada en la cima del mundo. ¡Qué
lejos quedaban aquellas lisonjas! Barbara creó muchos de sus problemas, pero
también sufrió daños, desde la infancia, desde Hollywood, hasta las bebidas y
las drogas. Hay algo más allá del sexismo cuando se trata de Barbara Payton: el sadismo y el
masoquismo. Incluso la pequeña Jane Hudson fue tratada mejor (y se le trató
mejor) que Barbara. Al menos ella tenía una criada, una estupenda casa y una
hermana. El gremio amarillista sacó rápidamente “I Am Not Ashamed” by Barbara
Payton y lo serializó entre sus muchos affaires y escándalos de turno. El
editor Holloway House, puso a Leo Guild como el negro literario de esta
autobiografía donde habla sin complejos, ni pelos en la lengua.
A
día de hoy reeditado y convertido en libro de culto. Le pagaron 1.000 dólares.
Cantidad monetaria que disolvió entre botella de alcohol y cucharillas
ennegrecidas al calor del mechero, mientras la heroína hervía. Pero eso era solo fantasía. Ella se jactaba a
su manera, de igual modo que algunos de los personajes de las novelas de
Horance McCoy. Entre las perlas que dejaba en él se leían belugas de esta
calidad… "Esto puede parecer engreído, pero es cierto. Fui la primera en
usar lo que ahora se llama de "El Método". Sentí mi poder incluso
antes de ponerme delante de las cámaras. Jimmy Cagney fue la estrella.
Interpreté a una chica llamada 'Holiday' en la película Kiss Tomorrow Goodbye."Simplemente
hablé, tropecé y no era formal, solo me divertía. A los críticos les encantó.
La palabra "natural" se usó en todas las revisiones. Bueno, si les
soy sincera tenía miedo ante de situarme en la línea de cámara, pero todo
funcionó perfectamente”. Siguiendo con el Starsystem, otra puyita que no tiene
desperdicio. "Salí con cada gran estrella masculina en la ciudad. Querían
mi cuerpo y yo necesitaba sus nombres para el éxito. Ahí estaba mi foto en las
portadas de todos los periódicos del país”. Pero más de una década después, las
cosas habían cambiado: “Hoy vivo en un apartamento infestado de ratas sin un
grano a mi nombre y bebo demasiado vino rosado. No me gusta lo que me dice la
escala. El poco dinero que acumulo para pagar el alquiler proviene de antiguos
residuos, poesía y favores para los hombres. Me encanta la raza negra y solo
aceptaré dinero de los negros. ¿Todo te suena deprimente? ¿Aturdido? Pues,
bueno yo no estoy avergonzada y punto”. Pero aquí está la cosa, las
divagaciones y los recuerdos borrachos de Payton (¿quién sabe cuánto son
verdaderos o más verdaderos de lo que podrías imaginar?) La meteórica caída de
Barbara Payton desde la cima de la fama de Hollywood hasta las entrañas de las
calles y callejones de L.A. la había llevado a donde estaba ahora, en lo más hondo de las entrañas humanas, recostada entre un montón de basura descompuesta. Pocos
más han caído de tanta opulencia, a su mayor miseria, de manera tan rápida y
contundente. A pesar de ser consciente, al tomar tal determinación, que poseía para autodestruirse
por completo. A sabiendas, de los muchos enemigos que ella hizo
durante sus 20 años en La tierra de los sueños perdidos. En el fondo, estamos
ante el bramido de esa mujer clandestina, que nos dice que hay algo malo sobre
su aspecto (y ciertamente con su hígado), pleno de arrepentimiento, duda, humor
negro, orgullo y la conmovedora seguridad de que podría funcionar algún día
sabiendo muy bien que no lo hará. La vida útil de una actriz era aterradora
entonces, y aterradora ahora. La desaparición de Barbara se lee como una
película de terror para cualquier actriz que pierde demasiadas partes a medida
que avanza el tiempo. Los papeles se están secando. ¿Qué hacer? El mundo se
tuerce para hacer que parezcan grotescos, Barbara en realidad se convirtió en
eso. El libro vino y se fue y luego, a través del tiempo, volvió otra vez, una
curiosidad de culto. La caída definitiva. ¿Quién había escrito un libro tan
descaradamente sin vergüenza? Nadie. El 8 de mayo de 1967, se derrumbó en el
piso del baño en la casa de sus padres y murió en los brazos de su madre. Ella
tenía 39 años.
Dedicado a Álvaro de Luna
abril 1935 /noviembre 2018 In Memoriam
Bibliografia
consultada y recomendada
Kiss
Tomorrow Goodbye: The Barbara Payton Story by John O´Down Ed. BearManor Media (2013)
"I
am not ashamed" by Barbara Payton Ed. Holloway House (1963)
Fotogramas adjuntados
Barbara Payton posando para una publicación
en la piscina
“ “ “ “ “ “ “ “ “ “
Barbara Payton en Ciro Hollywood
Barbara Payton&Beau Bridges en Trapped by
Richard Fleischer (1949)
James Cagney&Barbara Payton en Kiss
Tomorrow Goodbye (1950)
Gregory Peck&Barbara Payton en Only the
Valiant (1951)
Barbara Payton comiendo con los protagonistas
de Dallas by Stuart Heisler (1951)
Barbara Payton en Four Sided Triangle by Terence Fisher (1953)
Barbara Payton&Tom Neal a pie de avión
hacía UK
Barbara Payton abatida bajando las escaleras
del hospital, tras ver a Franchot Tone
Barbara Payton detenida por embriaguez en la
comisaria de Hollywood
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