William A. Wellman, la alquimia del gangster más peligroso del planeta es Mr. Cagney
El viaje
sigue su ruta como estaba previsto—disipadas las dudas de la hibridación—llega
el momento del alunizaje en el planeta Marte y comprobar que los gangsters son
muy peligrosos. Aquí, monolíticamente, lo pueblan bajo el reinado del un
malvado gangster: un tipo muy peligroso, James Cagney. El conductor
de esta nave no es otro que el ínclito, William A. Wellman. Cineasta
audaz, metódico y valiente que le forjó la madre de todas las disciplinas: la
vida, ésa que suele darnos forma, fuste y maleabilidad para crear a los
buenos alumnos. Solía hacer de 4 a 6 películas por año. Muchos lo apodaban como
Willie “el loco” porque peleaba por lo que creía y dirigía como los ángeles,
virtud que se evidencia en el Enemigo Público. Este prolífico creador posee uno
de los currículums más inauditos y ricos que se hayan conocido entre los genios
de la cinematografía. Estibador de muelles, jugador de hockey, vendedor
de múltiples productos, conductor de ambulancia en la legión extranjera y
aviador de la escuadrilla Lafayette. Antes de adentrarse en el mundo del cine,
donde trabajo en casi todos los departamentos de la industria cinematográfica.
Desde las galeras del tramoyista a capitán de navío en su primer proyecto; el
film mudo, “The man who Won” (1923). El caso Wellman es atípico, pero el
de un intachable cineasta; artesano, eficiente y amante del
buen gusto por la puesta en escena sencilla, de estructuras narrativas
intensas y nada dogmáticas. Todo lo contrario, que algunos críticos quisieron
ver en su persona y estilo al tacharlo de xenófobo y apasionado de la
violencia gratuita; válgame Dios. Nada más lejos de la realidad.
Multidisciplinar en cuanto a géneros, capaz de abordar con la misma facilidad
la comedia, el bélico, el drama o westerns de una pureza cristalina.
Pero, quiero reivindicar el Noir, cuasi, prenoir de este
autor donde su propuesta sigue siendo igual de honesta. Revisando estos
títulos: “Beggars of life “1928 una road movie en torno a la vida de un
mendigo que se busca la vida para llevarse algo al estómago y la fatalidad del
destino—rareza del mudo—donde se atisban maneras y gestos que veremos en la
obra maestra que nos cita hoy. La curiosa, “Chinatown Nights” 1929, un
noir-melodrama que nos da una idea de por donde Wellman abordará el
enemigo público. Y se reafirmara en otros films no menos interesantes e
intrigantes caso de “Safe in Hell” 1931, “Night Nurse” 1931 y "Stars
Witness" 1931 con un inconmensurable Walter Huston y esa joya
“Hatchet Man” 1932 en el papel protagonista; el otro gangster por antonomasia,
E.G.Robinson. Nos pondrán en contacto con la grandeza de este autor por
crear atmosferas, tramas y personajes llenos de fuerza que se refrendarán en
“El enemigo público”, pieza esencial de un género crucial en la historia mundial
del cine. Es la más dura de todas
porque nos describe el mundo tal como es, aquel Chicago áspero y peligroso. La
sinceridad que muestra el comportamiento de la gente: la auténtica realidad de
un joven asesino. Lo dicho, un clásico lleno de revolucionaria modernidad porque
“El enemigo Público” es el primer film moderno en muchos aspectos. Ése, es el
discurso que yo entiendo por modernidad a lo largo de mi vida (las
vanguardias son clásicas) y lo clásico es genuino. Ahí, está Wellman para
reafirmar su propuesta: distante de formalismos y adoctrinamientos. Hombre
enamorado del trabajo colectivo, amante de los espacios grandes, lejos del
concepto director de estudio y el artificio escénico. Esteta de la
fotografía paisajística en su madurez. Uno de los más grandes a la
par de Hawks, Ford, Mann o Walsh. El primer director que ganó un Oscar de la
Academia recién fundada con su film bélico mudo "Whings" (Alas)
1928, un bélico genuino y magistral. Incluso, Hawks confesó en secreto que era
mucho mejor que su “The Dawn Patrol” (1930). Veamos
la génesis de la obra que vamos a tratar en este nuevo ensayo entre de
prenoir— donde el Noir cada vez es más Noir— viendo tics en los gangsters
más clásicos. Bien, Wellman nos trae un film, que junto a “Little Caesar”(1930)
y “Scarface”(1931) son el trío de reyes de la historia del cine de gansters de
aquellos violentos y sucios años 30. W. A. Wellman, con “Enemy Public” 1931 da
un paso adelante y presenta la película de gangsters más violento jamás filmada
en 40 años. Un film vanguardista que marcará un antes y un después en el cine
sonoro. La Warner Bros estaba barruntado desde el exitazo de “Hampa Dorada” y
“la senda del crimen” repetir con el director de la segunda, Archie Mayo,
otro de los maestros de este género durante la década de los 30. De repente,
surge la novela “Beer and Blood” de Kubec Glasmon y John Bright
(Inspirada en la vida de los gánsteres Dean O´Bannon y Jimmy Weiss) que
manejaban el negocio del alcohol y demás trapicheos gangsteriles en la
zona norte de Chicago lugar donde trascurre la acción. Se inicia el
proceso de configuración del guión made in Chicago. Durante aquellos violentos años
junto al guionista de Warner, Harvey Thew. La cosas del caprichoso
destino—cómo el que no quiere— acabó en manos de W. Wellman, que
obnubilado por el texto se puso en contacto con D. Zanuck— prometiéndole de
palabra—un film incendiario en cuanto a su contenido de violencia y dureza
jamás concebido hasta el estreno de la icónica “Hampa dorada”. Y es que
Wellman era mucho William: cumplió su palabra. Los autores de 'El enemigo
público' introdujeron sutilmente el elemento representativo de la honestidad
para realzar un ambiente de convivencia entre las diferentes clases
que pueblan la sociedad americana, en vez ensalzar los modos de vida del
matón el delincuente, el criminal; el gánster por excelencia con el plus de la
propia honestidad. Si bien la historia de "El enemigo público" es
esencialmente, una historia real; todos los nombres y personajes que aparecen
en este documento, son pura ficción, que se deja, perfectamente, ilustrado en
la cabecera de créditos iniciales.
Está muy
cerca la famosa ley de censura Hays (1934) pero “El enemigo público” sortea los
subterfugios morales con ahínco, imaginación y perseverancia. El sex
appeal de su protagonista— el mayor icono— hollywoodense del mundo
gansteril: James Cagney en estado puro, que
hizo de él una superestrella, y, conocido como el gangster de “gatillo fácil”
antes de flambearse en el infierno con A. Mayo en “Al rojo vivo”. Con una
"storyline" sostenida en su crudeza y furiosa historia, que es
verídica. Estamos ante 84 minutos de escenas imborrables para la historia
del cine del cine. A lo largo de esos vertiginosos minutos se visiona el
cenit y caída de un ratero callejero elevado a la categoría de gangster
hiperviolento. Declarado enemigo público por las autoridades policiales y
judiciales de EE.UU. Un tipo que inquieta a su propia sombra.
Inicialmente no fue James Cagney el elegido para el papel protagonista y se
abre un abanico de versiones distintas, que van desde Zanuck, Wellman, Jack
Warner y los propios guionistas hasta los caprichos del destino que sabe dónde
va acabará nuestro día. JC, no era la estrella sino el actor secundario.
Cagney había hecho el papel de un vendedor de seguros en el film “El
millonario” 1931 de John G. Adolfi y consiguió atraer con su jerga barriobajera
neoyorkina de comediante la atención de Wellman, que fue el que vio en torno a
este actor: el gangster que necesitaba. Convenció
a Zanuck con el argumento de que si el actor secundario atrae a la atención del
espectador y el creador: debes de construir una imagen a su alrededor. Había
que crear una campaña y definir el estrellato de Cagney como una star system
total: la sensación callejera, el realismo psicológico de su interpretación;
detalles como ese gesto que tanto le gustaba mostrar el golpe manicorto.
Evidentemente, Edward Woods pasó a la historia como alguien que iba de comparsa
con el diablo Cagney trapicheando por Chicago, el azar puede ser destestable y
apasionante. No obstante, el film
está impregnado por todos sus costados de elegancia y buen hacer—en gran
medida—Wellman aporta mucho oficio y se rodeo de grandes profesionales. Parte
de esa atmósfera de sombras y contraluces con un clara textura de documental en
las escenas de día corrió de la mano del insigne director de fotografía;
Devereaux Jennings, una leyenda de la iluminación norteamericana y gran
experto en efectos visuales. Hablamos del director de fotografía del
“maquinista de la general” de B. Keaton y habitual en las producciones del
estudio Warner acompañando a cineastas en los clásicos gangsters
como, M. Curtiz, M. Le Roy o A. Mayo puso su rúbrica con unos grises de clara
influencia expresionista y la fortuna de tener delante de sus ojos, el rostro
de James Cagney creando el tótem de la crueldad.
El
argumento de esta historia comienza
en el Chicago de 1909 Tom Powers (Frank Coghlan/James Gagney) y Matt Doyle
(Frankie Darro/ Edward Woods) son dos pequeños
mequetrefes de los suburbios de Chicago de la zona sur, Tom—vive con su
protectora madre Ma Powers (Beryl Mercer) y su padre (Purnell Pratt), un policía, severo y
estricto que no duda en maltratarlo con una correa. Su devenir diario
se reduce en el pulular de rateros, mientras cometen pequeños
robos de pequeña valía, que suelen llevan a un gangster de tres al cuarto
llamado Putty Nose (Murray Kinnell) ,el cual, ejerce de gurú encantador al
resto de los chavales que se dejan caer por su salón el Red Oaks Club. Los mequetrefes de las calles de
Chicago que irán ascendiendo en el mundo del hampa, pues una vez adultos cerca
de fin de año son obsequiados con dos revólveres por el pérfido Putty,
que los implica en un golpe fallido a una fábrica de pieles preciosas, que no
salió tal como lo había previsto. Algo que Tom Powers no olvidará el resto de
su vida y promete venganza. Mike Powers (Donald Cook) —el hermano mayor— se irá
a Europa a luchar en la I guerra mundial y vuelve condecorado, pero con
secuelas del conflicto mostrando un carácter muy crítico con el nuevo Chicago y
las andanzas de Tom. Mientras el dueto T. Powers & M. Doyle comienzan a
trabajar como conductores, trajín— que derivara— en el contrabando de alcohol
lo pone en contacto con un Paddy Ryan (Robert Emmett O'Connor) dueño de un salón-cervecería y Nails Nathan (Leslie Fenton) el capo
de Chicago que fallece víctima de un accidente equino. El dinero, el lujo, el
poder y las mujeres entran en las vidas de los nuevos gangsters de la
ciudad. Matt sale con la
rubia, Mamie (Joan Blondell) y Tom con Kitty (Mae Clarke). Posteriormente, aparece la femme
fatale, Gwen Allen (Jean Harlow) alter ego de Cagney en todos los sentidos. Uno
de los jefes del clan Nails Nathan sufre un accidente y la lucha por el poder
deriva en un final trágico e impactante. La película transcurre con una fluidez
narrativa que se solapa entre diálogos y escenas memorables: como la escena de
las escaleras mecánicas en los grandes almacenes, la del robo en la fábrica de
pieles con los disparos al policía y ese plano poético de la pistola en la mano
del agente. La escena de la noche
de fin de año 1919, ante la llegada del ley seca, cuando el gentío borracho
hasta las ceja hacen acopio de licores y bebidas alcohólicas en cualquier
medio de transporte (la furgoneta de la floristería o el cochecito de paseo
para niños). La secuencia donde TP (Cagney) demuestra su frenético nervio al
propinarle al barman-dueño de la cervecería un escupitajo de lúpulo impactante.
Otra, muy divertida que fue víctima de la censura franquista, donde se ve
a un hipotético sastre gay tomando medidas a Tom Powers lleno de sarcasmo,
que casi repite en la tienda de armas —en busca de venganza— tras la muerte de
su compinche, MD con un vendedor generoso y afable ofreciéndole el revólver en
confianza. TP, haciéndose el
simpático inocente mientras carga con sus propias balas el tambor del revólver
y la ingenuidad del dueño que cree que todo va de broma, cuando le apunta. Es toda la película, pero desde el
punto de vista narrativo visual hay dos que son dignas de guardar en las
filmotecas y pasarlas a todo aquel que se precie a ser alguien en este oficio.
La primera, la venganza y
asesinato de Putty Noise, inmensa. PN:—Cuanto tengo que esperar… La cámara sale
de plano mientras TP (Cagney) saca la pistola para alejarse completamente de la
ejecución se va hacia MD (E. Woods), que también quiere alejarse del acto en
busca de la puerta de salida, que movimiento de cámara tan sutil. De repente,
se escuchan los disparos secos y contundentes. Wellman muestra la maldad del
alma del psicópata, el monstruo que no siente nada por encima de la alimaña. Y
la segunda, la entrada en el edificio de la competencia mafiosa,
perenne en mi retina es la venganza de Cagney por el asesinato de su
amigo y compinche; E. Woods en esa noche de lluvia bíblica. Como mira a la
cámara y ésta, se aparta hasta dejarnos el plano de la entrada en el
edificio. Desaparece del campo y suenan los disparos. De repente, aparece por
la puerta como un héroe del western malherido y tambaleándose, sin dejar caer
en todo momento las dos pistolas que soporta. Gime mientras se tambalea en la
puerta. Inconmensurable.
Resumiendo
lo expuesto, no hay nada más alejado de la realidad que la propia
tradición expresiva de la violencia. No nos queda tan lejos de la
representación teatral de una obra de Shakespeare o la puesta en escena de una
ópera italiana: son igual de oscuras. La diferencia radica en que el cine puede
añadir mayor realismo al resultado final. Lo curioso es que no vemos la
violencia explicita—que es la más presente— a lo largo del film, sino ésa que
se solapa en escenas crepusculares oscuras, creando un film hipnótico donde el
icono Cagney nos obnubila con un estilo contundente y atrevido. Cagney era
diferente al resto de los actores de aquella época, su lenguaje: alto y
dicharacheramente frenético al borde del insulto, casi golpeaba a sus
interlocutores, algo revolucionario en aquella época en la que casi todos los
actores hablaban muy despacio, vocalizando a la perfección para aclarar el
audio. El personaje le daba una vis surrealista a sus interpretaciones. Después,
está su lenguaje corporal propio de los grandes del mudo, el repertorio de
gestos apoyados en un excelso físico: cejas, boca u ojos, extraordinario e
irrepetible. Wellman agudiza la
volatilidad explosiva de Cagney muestra un trasfondo de inseguridad, esa falta
de romanticismo que le achacan o la crueldad familiar. El interés del
director por subrayar la vida interna de los Powers que en esa dicotomía entre
su familia y un apartamento de lujo—entre la lealtad incondicional a su madre y
el más absoluto desprecio en ese escorzo de misoginia por su amante—refuerza la
polaridad de la moral del gánster— lo que exige un contrapunto suficientemente
fuerte a las muestras de ascenso y caída del icono. Las pulsiones eróticas en
esa escena confesa entre TP y GA. Nuevamente, el atractivo sexual que
genera en la pareja de de Paddy Ryan que insiste en darle más whisky para
acceder a sus deseos carnales. La doble lectura; sexo y muerte ante
una espeluznante violencia que genera adicción. Asistimos a todo tipo de acontecimientos
extraordinariamente narrados que desembocaran en uno de los mejores finales del
cine de toda la historia que se lo dejo a todos Uds. e intenten disfrutarlo. No
sin antes, apuntar la BSO; una selección de grandes temas de la décadas entre
finales de 1910 hasta finales del 20. Donde el corte "I´m forever Blowing
bubbles" suena al inicio en los créditos de presentación, en el tugurio de
Putty Noise y al final de la película. Por último, he leído en tinta de más de
un crítico bisoño la candidez de este film a día de hoy. Qué pena, pues estoy
convencido que pasar este film en una pantalla grande el público
aplaudiría a rabiar. No lo digo yo que soy un amateur donnadie. Leo
textualmente: “Lo experimentamos mientras rodábamos "el Aviador"
hice un pase en la sala de proyecciones del Enemigo Público con todo el equipo.
Le intenté transmitir a Leonardo diCaprio, que se concentrara en
las imágenes y la interpretación de Cagney. Cuando acabo la película
algunos teníamos las pulsaciones del corazón por las nubes, si lo viera Wellman
70 años después, Dios mio” M. Scorsese
Se adjuntan algunos diálogos ejemplares, pues el guión fue nominado al Oscar en la edición de aquel año.
Hermanos Tom Powers & Mick Powers
TP:—No haces más que oír cosas. Si sigues así un día te daré una paliza…Qué quieres que vaya a la escuela nocturna y lea poemas…
MP:—Yo también he oído comentarios…
TP:—No habrán sido sobre mí...
TP:— No, no eres tan inteligente? En los libros no enseñan nada…
Deja de disimular ahora por ti. Eres un ladrón de tres al cuarto.
MP:—¿Qué has dicho?
TP:— Lo que has oído, un raterillo de monedas de cinco centavos de la compañía de tranvías…
Paddy Ryan: —hay que tener amigos en la vida me estoy haciendo viejo y he visto mucho…Hay dos clases de personas buenas y malas: veo que vosotros sois buenos. Pero, ya veréis cómo soy yo. Si no me estafáis…
En la celebración de la vuelta de la guerra de Mike Powers. Reunión familiar en torno a la mesa:
MP:–No le has dicho a mama que estás en política, que te has metido en el ayuntamiento…
Sois unos asesinos. No solo hay cerveza en ese barril. Hay sangre humana…
James Gagney & Jean Harlow
—Me llamo Gwen Allen. — y, yo, Tom Power.
Matt Doyle—No me importaría salir con una chica tan bonita como ella…
TP: —A ti te daría igual, aunque fuera una vieja de 80 años reumática…
Y la famosa escena, cuando Tom Powers (Cagney) restriega medio pomelo por la cara de Kitty (Mae Clarke) —se dice, que fue una improvisación del mismo Cagney— con una violencia inusual, la cual, generó gran malestar entre los colectivos femeninos y afines.
TP— No tienes licor? Kitty—No antes del desayuno…TP—No te he pedido que seas insolente, sino un trago… Kitty— Lo sé Tom, pero me gustaría… TP: Otra vez el me gustaría… Me gustaría, me gustaría tener el pozo de tus deseos para ahogarte… Kitty- Quizás hayas encontrado a alguien que te guste más… Tom Powers, agarrara el trozo de pomelo de la mesa y se lo restriega con fuerza por el rostro de Kitty...
Bibliografía consultada y recomendada:
“William Wellman” por Frank Thompson Ed.Festival de Donostia 2010
“A Short Time for Insanity”: An Autobiography by William Wellman Ed. Hawthorn 1974
The Gangster Film Reader by Alan Silver&James Ursini Ed. Limilight 2007
“Martin Scorsese, un recorrido personal por el cine norteamericano” por M. Scorsese &Michael H.Wilson Ed. Akal 2001