Alma Rubens; 33 años fatales en la pantalla muda
Desgraciadamente,
la memoria es una arma de doble filo; frágil y prodigiosa. Dentro de nuestros
itinerarios, por el mundo de las grandes femmes fatales y divas del cine mudo, no
podríamos olvidarnos de una magnifica artista de aquel cine, que es pura
esencia artística; Alma Rubens. Posiblemente, otra víctima de la vieja
Babilonia, en la dorada California. Tal vez, una joven soñadora que quería ser
feliz en el Xanadú de los sueños cartón-piedra. Obviamente, en la tierra de la
vieja Sodoma y Gomorra, el precio por ser una gran estrella en el firmamento tenía
unas cláusulas muy arriesgadas de solventar. La jornadas maratonianas de los
estudios y la medicina de pan para hoy, hambre para mañana hacían mella en
todos sus artistas. Alma Rubens fue otra de aquellas jóvenes que vivió rápido y
fugaz. La hermosa y atractiva Alma fue reo de sus mayores temores y tormentos
personales, transformados en demonios, camuflados entre polvos de todos los
colores: cocaína, heroína y morfina. Así como una larga lista de psicotrópicos.
¿Y cómo no? la vieja amiga de medio mundo: la del cuello largo. Alcohol en un
mundo prohibido por decreto federal. Suena demasiado cómico. Pero fue así. Alma
Rubens llegó a esputar que era una malvada drogadicta, pero no judía. El final
de esta historia duró muy poco tiempo, el mismo que la edad del mesías en su
crucifixión, 33 años. Alma Genoveva
Reubens —nombre de pila— nació en San Francisco (California) el 19 de febrero de
1897. Su padre, John Reubens, era judío alemán emigrado a Estados Unidos,
mientras que su madre, Theresa Hayes Reubens, era de ascendencia irlandesa y
tradición católica. AR tenía una hermana mayor llamada Hazel. Rubens apareció
en casi 60 películas para Famous Players, Cosmopolitan y Fox Studios. El azar
hizo que ella estuviera en el teatro como aspirante a corista, en el mismo instante,
que una de las chicas del plantel no pudo acudir por enfermedad. A los pocos
meses la compañía de teatro arribó a Los Ángeles. AR no tardó en marcharse del
coro teatral —siguiendo los consejos de un maduro actor de banquillo—, Franklyn
Farnum. Rubens acabó yéndose y obtuvo un pequeño rol en una película. Y por
supuesto, que aprovecho la ocasión, entrando en el mundo de la interpretación
con pequeñas apariciones puntuales. Eso sí. Films de innegable calidad. Caso de
Peer Gynt (1915), El nacimiento de una nación (1915), Intolerancia (1916) del
maestro D.W. Griffith. Su oportunidad de actuar en una película para la gran
pantalla llegó en el mismo, 1916, a través de la película "Reggie Mixes In".
Alma decide cambiar su apellido original Reubens (difícil de deletrear por su
conjugación germánica) por el más sencillo y comercial Rubens.
Su belleza y su dinamismo delante de la cámara iban dando sus frutos,
pues cada vez, llegaban mejores papeles, gracias a las recomendaciones de
Douglas Fairbanks y William S. Hart. Además, Alma Rubens tenía una capacidad
innata para expresar emociones que conmovió a un público entregado y la
atención de la exigente crítica. Rodó junto al galán D. Fairbanks, The Half
Breed (1916) de Allan Dwan. AR, estaba radiante, 19 años y toda la vida por delante. En apenas una
década se casó tres veces. El primero fue con el veterano y sibilino actor
Franklyn Farnum —veinte años mayor, que Alma— en junio de 1918. Rubens y Farnum
se casaron secretamente y dos meses más tarde ya estaban separados. Según la
demanda de divorcio de Rubens, ella, lo denunció por un continuado maltrato
físico, al sujeto Farnum le gustaba lo suyo empinar el codo. Incluso, en una ocasión, recibió un puñetazo que le
provocó un desplazamiento de mandíbula. Su divorcio se consumó en diciembre de
1919. Eran tiempos de trajes rayados y
bigotes con sombreros boater y bastón. De esta guisa andaba, Adolph Zukor, el
jefe de Paramount que escupía sapos, al ver el resultado de la mejor película
que había rodado hasta el momento Alma Rubens, Humoresque (1920), dirigida por
el ínclito, Frank Borzage. Zukor no terminaba de comprender como Borzage había
sido capaz de rodar un melodrama, en torno, a una familia judía de clase obrera
y sus devaneos por el Lower East Side. Zuker maldecía el film, ensimismado, en
sus trece, pues, persistía en refrendar que si se hacía un drama sobre judíos,
este debería de ser sobre los Rothchilds. Es decir, la clase alta y triunfadora
de las finanzas del nuevo mundo. Y remarcaba: esos son los auténticos judíos
que quieren ver los judíos, que pagan por una entrada, 75 minutos de
entretenimiento. Humoresque fue una de los grandes éxitos del cine mudo. La
novela de Fannie Hurst era un buen punto de partida que el prestigioso
guionista Frances Marion le diera la suficiente forma y le contestase al
bocazas de Zuker, como se hace un guion. El film fue producido por el cosmopolita
William Randolph Hurst, mecenas y dueño de medio mundo editorial de los USA,
que acababa de contratar para su productora a la exultante Alma Rubens. Estaba que no cabía de gozo y entusiasmado
con el trabajo y la belleza de AR. Aquel pelotazo de taquilla fue el espaldarazo
definitivo en la carrera de Alma. AR volvió a ponerse, por segunda vez, delante
del inefable Frank Borzage en The Valley of Sillent (1922) otro gran éxito que
seguía manteniendo, etéreamente, a la Rubens en la estratosfera, pero el
proceso gravitatorio ya estaba en marcha.
A
lo largo de ese año rodó “The Word and his wife” (1920), “Thoughtless Women” (1920)
y Find the Woman” (1922) a las órdenes de su futuro segundo marido el Dr.
Daniel Carson Goodman. Un médico de dudosa reputación, guionista y productor.
Éste, en noviembre de 1923, se casó con el Dr. Daniel Carson Goodman, además de
galeno,guionista y productor cinematográfico.También era un mal bicho. El mismo que sabía de la
adicción de Alma con los estupefacientes. Adicta a la cocaína por el estrés del
trabajo; interminables y dilatadas horas de rodaje a destajo. Pero llegaron los
problemas más serios, de índole biológica, tras un largo periplo de dolores
abdominales. Visita a un ginecólogo donde se le detecta una endometriosis, una
condición ginecológica donde se cree que es hormonalmente sensible y que puede
convertirse, en extremadamente, punzante en diferentes momentos durante el
ciclo menstrual. Las inyecciones de terapia hormonal e incluso ahora, cuando
las hormonas no funcionan, los estupefacientes solían prescribirse a menudo.
Alma Rubens sabía de los efectos de la cocaína y alcohol para estimular el
cansancio, pero desconocía a su joven edad las secuelas de la adicción a la
morfina. Aquel ginecólogo le prescribió sus primeros chutes del opioide. Y la
historia se vuelve a repetir: mentiras y paranoias donde el implicado, nunca
tiene la culpa. Claro que todo el que está a tu lado: es tu enemigo. A mí me
cae bien Alma Rubens, como todas las mujeres que pasan por mi diván y voy a
concederle el beneficio de la duda. Empero su esposo se vio implicado en un
oscuro asunto. En 1924 el todopoderoso W.R. Hearst da una fiesta, a bordo de su
yate, el Oneida, donde se produce el misterioso asesinato del productor Tom
Ince. Alma y Daniel se divorciaron en enero de 1925. Sin embargo, en el diario
personal de Alma Rubens era una mina para todos los que ejercían de críticos y
cronistas del espectáculo y peregrinos sucesos. Son más que evidentes, los
movimientos opacos de la actriz, como el affaire con una sirvienta negra, a la
que sobornó con abrigos de visones y acabó vendiendo a los dealers casi todo el
ajuar para costearse las dosis de morfina y cocaína. Y es que el problema
residía, en el cansancio y el abuso constante. Alma Rubens se convirtió en una
adicta a los narcóticos y el alcohol. A partir de 1926 se catequiza en un peligro
público para los estudios. Su inestabilidad emocional deriva en intensos
estallidos de violencia. Broncas en hoteles, donde las orgías duraban días y
días. Noches blancas y licor.
Nuevamente,
se casó en 1926, con el actor Ricardo Cortez. Un tipo que llegó a interpretar
al original y tristemente olvidado Sam Spade, el detective privado, que le dio
la gloria, al gran Bogie en la versión de 1931 The Maltese Falcon Roy del Ruth.
La verdad que Cortez estuvo muy solvente y digno, recreando la figura del
personaje de Dashiel Hammett. Ricardo Cortez fue maldecido por la propia Alma,
al descubrir que su verdadero nombre era Jacob Kranz, hijo de un carnicero
kosher, en una tienda de la primera avenida de New York. AR estaba irritadísima
con la cuestión étnica, pues daba por hecho que Ricardo Cortez era un caballero
español. A pesar, de que su padre era judío, siempre rehuyó de su condición
racial. Cortez demostró su amor y señorío estando al lado de Alma hasta el
final de sus días. Gracias a él y, en gran parte, al magnate y mecenas de la actriz
William Randolph Hearst, pudo mantenerla en el candelero, apareciendo en la gran
pantalla. Aunque sus papeles se hicieron insignificantes: siempre la sustentó y
tapó muchas de sus carencias de cara a la galería. Sabiendo del estado personal
de la chica de aquel pelo moreno y mirada hipnótica, que ya no era ella. Ya que
era bien sabido que WRH siempre estuvo enamorado y fue el gran amante secreto de Alma
Rubens. AR se hallaba fuera de control y completamente desbocada. A partir de
1928 se divisaban sus créditos en la gran pantalla, pero ya en el final de 1929, en los
filmes “Slot Board” (Barco del Espectáculo) y “She Goes to War” (Ella se va a
la guerra) de Henry King": Alma era el espíritu de un espectro andante. Aquel momento, evidenció el dantesco estado, de esta joven y talentosa
actriz, muy cerca, de jardín de cipreses. La tarde del 26 de enero de 1929,
varias personas vieron como Alma Rubens corría como si el diablo le
persiguiera, por Hollywood Boulevard. Alcanzada por dos hombres, la Rubens
gritaba desesperada: "me quieren
secuestrar, me quieren secuestrar…"Buscó refugio en una gasolinera
cercana. Allí los dos hombres intentaron acercarse a ella, cuando de repente,
AR sacó un cuchillo y apuñaló a uno de ellos. Tras la agresión, y gracias a la
ayuda del encargado de la estación de servicio, el hombre que estaba ileso pudo
sujetar a Alma colocándole los brazos a la espalda. Aquel hombre, no era otro
que su médico de cabecera; el Dr. Meyer y el hombre que resulto herido era el
conductor de la ambulancia —que había
venido— en su búsqueda para ser internada en un sanatorio privado.
Tras
este incidente, Alma fue ingresada en la clínica Alhambra, de donde salió unas
semanas después con la condición de continuar la recuperación y el tratamiento
en su domicilio, bajo la vigilancia de una enfermera. Pero el síndrome de
abstinencia era demasiado grande como para contener la mesura de Alma; pues no
existía. De nuevo, se vio implicada en otro affaire violento, al amenazar con
una navaja en el cuello, a su enfermera-cuidadora. La situación era tan
delicadamente infernal, que precipitó un nuevo ingreso, esta vez en el
Departamento de Psiquiatría del Hospital General de Los Ángeles. Nada tenía que
ver con aquella joven rebosante de energía de 1918. Tras
estos incidentes, Alma se trasladó una pequeña temporada a Nueva York. Lo
intentó en las tablas del viejo Broadway, pero éste le obsequió con una sonora
pitada. Todo alrededor de Alma Rubens se tambaleaba y ella se daba cuenta, del
poco tiempo que le quedaba. No obstante, estos últimos meses en NY, aprovechó
su diario de notas para darle forma, a modo, de memorias. Éstas las finalizó el
14 de diciembre de 1930. Al día siguiente, Alma abandonaba Nueva York y volaba,
de nuevo, a Los Ángeles, para continuar el tratamiento médico de su adicción a
la heroína y la cocaína al lado de su familia. El 5 de enero de 1930, cuando
regresaba a Hollywood después de un viaje a México en compañía de su amiga Ruth
Palmer, fue arrestada, por posesión de cuarenta ampollas de morfina cosidas en
el forro interior de un vestido de noche. Ese mismo día, desde la prisión de
San Diego, afirmó a la prensa: "No volveré a consumir drogas nunca más.
Voy a dar ese paso. Nunca imaginé que estaría un día sin beber una copa, y hoy
no lo he hecho". Tras su paso por la prisión de San Diego y después de
pagar una fianza de cinco mil dólares, Alma volvió a su hogar, al lado de su
madre y bajo permanente vigilancia médica. A los pocos días, Alma contrajo un
resfriado que derivó en neumonía. Su cuerpo, debilitado por tantos años de
adicción a la heroína, morfina y cocaína, no lo pudo soportar. Alma Rubens fallecía
el 22 de enero de 1931 a la edad de 33 años. Si hay algo que puede resultar
sarcástico de toda esta historia, es que aquella actriz llena de vitalismo,
ironía y belleza siempre estuvo al lado de los gangsters de un cine silencioso
e irrepetible. ¿Quién le iba a decir que
la comedia del cortometraje "The mistery of the leaping fish"(1916) o el
misterio de los peces saltarines y la cocaína, al lado de Douglas Fairbanks,
fuera una de sus primeros trabajos? Aquella pescadería estaba llena de
toneladas de polvo blanco entre peces espada. Fue una de las grandes de su
época. Una estrella de la pantalla muda: hermosa y talentosa. Y es que la vida
se vive una vez, y en la vieja Babilonia, se vivía cada día con una intensidad insólita,
petrificante y fascinante. Te queremos Alma Rubens.
Dedicado a la Paloma
Chamorro enero 1949/enero 2017 in Memoriam
Fotogramas adjuntados
"Woman's
Faith”(1925) Emmett J. Flynn
"The
Dancers" (1925) junto a George O'Brien
"East
Lynne" (1925) by Emmett J. Flynn
Alma
Rubens&Ricardo Cortez
Biografía consultada y recomendada
Alma
Rubens, Silent Snowbird: The Complete 1930 Memoir, with a New Biography and
Filmography by Gary D. Rhodes Ed. Mcfarland & Co Inc 2006