Alexander Drake, 8 rounds. 8 relatos de boxeo y honestidad

abril 28, 2014 Jon Alonso 0 Comments








Es curioso. Sentado en mi estudio y pensando en el boxeo, siempre me hago la misma pregunta ¿Cuál ha sido el mejor combate de todos los tiempos? AliVsForeman, DempseysVsFirpo, Sugar Ray RobinsonVsFullmer o HolmesVsNorton. No tengo ni idea. Pensarán Uds. ¡Qué arrogancia la de este amanuense —muy alejado de los medios— y menudo conocimiento del boxeo! Pues sí. He visto mucho boxeo y sobre todo, del bueno. Aquel con el que crecí siendo un niño, el mismo que nos transmitió el difunto Héctor Quiroga  silaba a silaba, gracias a un tono de voz irrepetible de la vieja TVE en B/N. La agonía, la grandeza y la supervivencia por llegar a la gloría desde el cuadrilátero; José Legrá, Perico Fernández, Pedro Carrasco, Tony Ortiz o el inefable Urtain en la edad de oro del último boxeo glorioso Made in Spain. Ha sido mucha la literatura en todas sus variables que ha puesto la solfa a tan hermoso y cruel deporte; poetas como Arthur Cravan y Joseph Moncure March. Periodistas y escritores: Manuel Alcántara, Antonio Martínez Menchén, Jack London, Ernest Hemingway, Julio Cortázar, Budd Schulberg, Norman Mailer o Gay Talese. Además de un largo etcétera que me dejo por el camino. Y no olvidemos que muchos de los aludidos fueron grandes entusiastas de este deporte, llegándolo a practicar como neoprofesionales, Hemingway y profesionales, caso de Cravan. El cine fue otros de los  medios que han dejado huella en la sociedad adaptando relatos, novelas o guiones originales; Cuerpo y alma (1947) Robert Rossen, el ídolo de barro (1949) Mark Robson, Set-Up (1949) Robert Wise y Toro Salvaje (1982) de Martin Scorsese, etc. Así como la cultura de Masas; Muhammad Ali y su activismo convertido en mito por la planta joven de ECI.

















Uno de mis escritores y periodistas favoritos junto con difunto, Umbral es el maestro Alvite—últimamente, lo está pasando mal— que estaría encantado con el libro de nuestro amigo Alain, para el mundo literario Alexander Drake. Y el recuerdo, de esta frase lapidaria en sus eternas crónicas del Savoy, “literatura y boxeo son dos maneras exactas de escupir”. El boxeo es lo más cercano al día a día. Lo entienden, de verdad. ¿Es demasiado heavy, descomunal, excesivo y underground  para sus estómagos? El boxeo es la vida. La vida es enamorarse, arruinarse, deprimirse o luchar por salir adelante. Un infarto y una UVI ¿qué hacen? Un carcinoma de pulmón. Más de lo mismo. ¿Qué le dicen los que saben de esto? Galenos y analistas de impoluta bata blanca: luchen, peleen hasta el último hálito. Eso es el boxeo.  Afortunadamente, en “8 relatos de boxeo” del donostiarra Alexander Drake hay mucho de ello. Novela corta compuesta por una serie de relatos escogidos —ex profeso— con la intención de componer un puzzle de historias muy cortas y puntuales que son una parte de este noble deporte. Un estilo narrativo donde se atisban ecos de un juvenal Jack London. Deudor de esa obra de culto que fue la recopilación de tres relatos pugilísticos en la novela Knock Out y muy cercano al  pulp de los 40/50 con autores próximos al círculo de Lovecraft. Uno de los más prolijos en esta temática, fue el extraordinario Robert E. Howard. Escribió alrededor de 25 relatos sobre esta apasionante disciplina. 


















El caso de este escritor es único en todas sus variantes. Volviendo a las esencias que muestra nuestro autor, veo paralelismos con autores que definieron su carrera en el periodo dorado del pulp Made in Spain. Escritores como Silver Kane (Francisco González Ledesma) y Lou Carrigan (Antonio Vera). Creadores de historias que escribían como los ángeles y gozaban de una gran fidelidad entre los lectores. En ese meridiano, que es el engarce con el pulp estadounidense, iría desde el último tramo de los 40 a principios de los 50. El primer relato narra el enfrentamiento entre un joven aspirante y el campeón de su categoría, un  veterano boxeador curtido en mil batallas con un desenlace trágico. El segundo entre un par de púgiles de mediopelo; un afroamericano y un mexicano con la ferocidad y el amañamiento del combate de por medio. El tercer relato describe con precisión el mundo del hampa desde las entrañas. El mobbing para un púgil, a través de su resignado manager. El boxeador se debate entre la moral y la ética. El cuarto relato es la historia de un luchador orgulloso desde la introspectiva interior de su yo. Mientras soporta un castigo contra las cuerdas insufrible. No quiere tirar la toalla. El desenlace es extraordinario. El quinto relato es el reflejo de la ostentación de las grandes familias de mafiosos por los palcos y terrazas de los palacios de deportes donde se celebran las veladas. Dos boxeadores que disputan un combate con el beneplácito de los hampones. El sexto relato es uno de los más extensos y juega con un exquisito paralelismo de una generación de boxeadores vascos que triunfaron en la Norteamérica de Hoover como Isidoro Gaztañaga y Paulino Uzcudun, lo cuales, boxearon con algunos de los más grandes de la época: Carnera, Birkie, Lewis o Perroni. Bajo mi punto de vista, el mejor de todos. Muy bien documentado y ficcionado por Drake. El séptimo relato es la pesadilla de viejo boxeador arrinconado por las deudas y su mala salud, ante un maremágnum de preguntas de lo pude ser y no fui. El octavo y último, la historia de un combate a muerte con unos sfumatos a Hardboiled y un excesivo prurito por la sangre.
















En definitiva, un trabajo  gustoso por la minuciosidad de los detalles, la puesta en escena y posiblemente, el punto más fuerte que denoto en este libro: su excelente lectura de la psicología introspectiva de los personajes. La formación académica de Drake pasa por la facultad de Psicopedagogía y eso se nota. Descomponiendo el término, encontraríamos dos acepciones a este trepidante ritmo que imprime a sus relatos: pedagogía y psicología. Ambas engullen a sus protagonistas; esos seres humanos, espejos de un juguete roto. Y ahora maticemos. En el boxeo, no todo es sangre y ferocidad. Existen muchos valores que a día de hoy se magnifican en deportistas muy cuidadosos, con estudios y muchos de ellos comprometidos con la obra social. Ahora mismo me viene un boxeador argentino, Sergio “Maravilla” Martínez, muy bueno. Leí un libro suyo excelente. No me lo podía creer. Pero el boxeo moderno ha dado un gran vuelco perdiendo la viscosidad y el tufo cutre de antaño. Por último, no quiero dejar de recomendar este libro para todo aquel que quiera encontrase con pálpitos Londonianos y sabor a buen pulp del viejo Carrigan. Una prosa ágil, frenética y áspera que se devora de un tirón. Alexander Drake es un autor muy interesante y lo digo con contundencia. De igual modo, que si les dijera: no me gusta. El buen escritor tiene que saber contar una historia y adjetivarla, lugar donde nuestro autor, AD tiene su sitio. Por cierto, felicitar a  la Editorial Lupercalia por la factura del libro; elegante diseño y un paginado muy agradable al tacto.













                                         Dedicado a Tito Vilanova, Septiembre 1968-Abril 2014 in Memoriam







Fotogramas adjuntados:
                                       The Set-up by Robert Wise (1949)
                                       Raging Bull by Martin Scorsese (1980)
                                       Alain Gonfaus/"Alexander Drake"