los anónimos, la honestidad y las cajeras del Super

mayo 17, 2015 Jon Alonso 0 Comments









Dicen que en la vida hay que ser honesto. Twain fue contundente sobre la misma, cuando dijo: Que era la mejor de todas las artes perdidas. Afortunadamente, el bueno de Twain llegó tarde a la orgía de los algoritmos fingidos. Pues el paso del tiempo ha convertido, su don de virtud, en perfecta arma de destrucción masiva y renovado ardid medieval para una sociedad decadente. A propósito del crepúsculo del arte transparente, ello no quiere decir que la verdad exista en algún rincón del mundo y por ende, personas honestas. La máxima de Twain, con quien teclea esta columna, no ha sido muy condescendiente que digamos. Una vida sustentada en la veracidad  profesional, es decir, un C.V. impoluto desde que me lié la manta al cuello con 15 tacos. Puede que con el resultado no deseado, pero una cosa es querer y otra poder. Luego, habrá que darle la razón aquel ministro orondo, glotón y cáustico que tanto le tocaba los cojones a Franco. Al que le dabas un poco de cancha y te levantaba hasta la cartera. ¿Les suena el nombre de Agustín de Foxá? Venga, que lo tienen fácil. Un, dos, tres responda otra vez…Era un tipo falangista, amigo de Neruda, compadre de la bestia maragata (papá Panero), Gómez de la Serna, Ridruejo y el reestudiado Sánchez Mazas. La cosa que entre tedio, tristeza y cantidades industriales de morfina; he estado releyendo mucha poesía y ensayos de la camarilla del 27. Desde Cernuda, Gerardo Diego, Max Aub, Giménez Caballero, Rosales y el mencionado Foxá.















Digamos, que me he empachado de buenas letras. Empero no obviaremos que algunos de los citados en segundo lugar —a determinada gente— les habrán provocado un corte de digestión. Lo siento, la creatividad no tiene precio. Puede que el color de camisa sí. Ahora, para especialistas en el cambio de camisas y chaquetas, pocos lugares del mundo,bien pudieran competir con la mácula ibérica. Sólo hay que ver el redil del 24 M. Por ello, yo he sido hombre fiel a un color, el color blanco nuclear, de las camisas de mi héroe: Don Draper. Hablando de Mad Men, sepan que le quedan dos telediarios y se acaba definitivamente; para siempre. En cambio, los poetas e intelectuales que comían y bebían antes del gran estallido —todos juntos— escribían como los ángeles y me refiero a los transcendentales y teológicos no a la Sra. Caso. Por aquello de la divina trinidad, que nunca le he pillado el punto, y siempre he creído en Bud Spencer y Terence Hill. Uno que es agnóstico, que no ateo. Son dos conceptos muy diferentes, pero cómo es este país bien saben; a la gente le gusta darle al mojarro. Tanto que al final, hablan hasta de física cuántica aunque no sepan quién era Newton. Se lo digo de verdad, ya que en una encuesta —de estas rápidas— la respuesta más cercana fue la actriz británica Olivia Newton-John (Grease).














Y qué le vamos a hacer, si a la gente le gusta hablar. ¡Demonios, qué es algo muy ibérico cómo el jamón de bellota! Da igual que se escriba o se lea lo que sea, seguimos siendo el único país que le hablamos a los extranjeros como chimpancés del Zoo.Y luego, nos metemos con nuestros vecinos; los hijos del gran Saramago. Así nos va. Hablando de estafas, cada día que pasa, me siento más desfalcado y no debería de quejarme; pues soy hombre de cultura Noir y esa es una de las variables esenciales en toda historia que se precie: la estafa, el robo o la usurpación. Ahora con la Webesfera y demás armatostes sociales; el mundo se esconde en fútiles anónimos, seudónimos de mal gusto y avatares de la peor ralea. Uno que está muy mayor y con canas, solemos tener heridas de guerra. Dicen que las de mi generación  son fruto de los excesos. Pero como soy, un poco rara avis, atípico y fuera de contexto: lo mío es congénito. No por ello, me escaqueé del exceso. De posthippie a punk, colgado de la New Wave y  el corazón negro como un Bluesman tallludito. Los más amables hablan de mi genialidad: falso. Cuando uno está para sopas te tratan mejor que al difunto  B.B. King  DEP. Jon Alonso no es un hijo de puta, puede que un pequeño hijo de puta. Pero es un tío legal que va de frente. Bien, ya metidos en éstas, y no es la primera vez que expongo —el runrún de lo que me cuesta escribir— un testículo y parte del otro. Les diré con toda rotundidad: sólo me fío de las cajeras de los supermercados. Todos los santos días las visito, en mi particular periplo, bien cocido de morfina y otras variedades adicionales que la SS tiene dispuestas para mi continuidad terrícola.


















Pues mi vida se reduce a ir al Super del barrio, a por un pack de pechugas de pollo o una bolsa de merluza congelada. Cuando paso por caja, las cajeras, me sonríen y me miran con tiernos ojos. A veces me preguntan por mi salud. Estable —espeto. Una vez de vuelta, ya en casa, tras buscar por un montón de bolsillos y mi propia sombra las llaves. De repente, suena el teléfono. Contesto y se escucha, por el auricular, una voz con tono Gracita Morales.—Dígame.—¿El Sr. Alonso, Jon Alonso…?—Sí, el mismo. —Hola, mire que le llamamos del Super DIA. Se ha dejado su tarjeta de crédito y la tarjeta de descuento.—Ah! Muchas gracias... —De nada a Ud.—Perdona, cómo te llamas. Lo digo, para preguntar por ti.—Yo, soy Inma Campos.—Pues, gracias Inma. No sabes lo que te lo agradezco.—Nada, Sr. Alonso a Ud. Pase cuando pueda. Y si yo no estoy, cualquier compañera-o le pregunta, que las tarjetas se las tenemos guardadas.—Muchas gracias y buenas noches (cuelgo, un poco emocionado). Entenderán, ahora, lo de la esencia de llamar a las cosas por su nombre. Si les intentan camelar —vía red social— anónimos y demás jarcia: ni caso. Si son blogueros y les gusta hablar con los lectores; un buen candado a modo de filtro o en su defecto, cierren el apartado de comentarios. ¿Quién sabe? igual me lo agradecen con el paso del tiempo. A lo mejor puede que tengan más tiempo para leer mucha poesía, ver cine, series de TV… Pasear, charlar con sus parejas y follar con ellas algo más. Sí, sí... Ya lo sé. No tengo remedio: la honestidad me pierde.









                                    Dedicado al rey del blues B.B. King  septiembre 1925-mayo 2015 In Memoriam










Fotogramas adjuntados

La guerre est finie by Alain Resnais 1966
The Good Girl by Miguel Arteta 2002
Behold a Pale Horse by Fred Zinnemann 1964
Cashback by Sean Ellis 2006