Año 17, el idilio de la marmota mutante

diciembre 31, 2016 Jon Alonso 0 Comments








Un sueño de promesas, desilusiones, mentiras, verdades y una intriga enfermiza por un idilio no consumado. Sí. Todo ello es parte del cambio de lo patéticamente ameno que suele deparar la vida: Nos trastornamos. Pero no se alarmen, a veces, el silencio nos acarrea estas jugarretas — caprichosas y mudables— por nuestra mente. Aunque también, podríamos empezar con la manida muleta del basado en hechos reales… A mediados de agosto, entre las hojas del libro y la penumbra de la estilográfica, aún creía en la verdad. La palabra de esa mujer, la incertidumbre de aquel ambiente y aquel color de sus ojos azul añil. A veces, el recuerdo se desvanece. Es complicado y repetitivo. Sin embargo, la locura trajo la desesperación y el amor la intriga. Joyas detalladas, en oro y plata, relojes remachados en brillantes de Swarovski. Anillos tan grandes como los de esos chicarrones de la NBA, colgantes hippies de mercadillo ibicenco y pulseras de bisutería Vintage. Un largo recorrido por el joyero de una Drag queen en decadencia serviría para plasmar ese momento sempiterno con sus perjuicios y sus desmanes.


















                                                                                                       Día 365

Doce de la mañana, mis labios aún estaban quebrados por el frío y la sed. Un despertar muy raro tras un largo sueño, el cual, no sé si fue una pesadilla o quizás el reo de una pose fingida. Anoche pude salir, con una mujer por el nuevo ferial, poco después, de su inauguración oficial. Anduvimos por los versallescos bulevares. No obstante, creo que no he sido honesto en esta cita. No sé pero, pienso, que no les estoy contando todo lo bien, que yo quisiera narrarles esta historia. Empecemos de nuevo. Aquella noche era la primera vez que nos veíamos. Estaba tan nervioso que mis fornidas manos — las cuales— siempre han sido como asideros de una butaca de cine, temblaban, de igual modo, que los dedos de un anciano centenario. Lo más impresionante, es que ya estaba pensando en un nuevo encuentro. Bien, una vez adelantada la hora de la cita, las 18,00 horas, por fin nos vemos. Me quedé delante de ella y me bloquee. Por la cabeza sólo se me pasaba la idea de querer besarla y amarla, ahí mismo, delante del semáforo. Por momentos, desaparecería de la tierra. A pesar de seguir deseándola. No lo sé... Creo que he vuelto a perderme. ¿Estoy hablando de lo mismo? No tengo muy claro; si los conceptos se interpretan por igual. A las 17,15 ya estaba listo, limpio y perfumado. Vivíamos frente a frente, piso por piso, yo en el tercero y ella en el cuarto. Las miradas atravesaban las ventanas.

















La pasión destilaba un extraño perfume por todo el zaguán que desbordada las ansias del encuentro. Su ausencia me ahogaba en un río que se desmorona en una lágrima. Y es que, cuando la soledad me mata, entre estas tristes cuatro paredes de mi habitación: quiero morirme. Justo al llegar las seis, bajé para llamarla, mientras recordaba que estábamos casi tres años saliendo o eso creía. Habíamos quedado para hablar del futuro y el tiempo que llevábamos juntos, pues juraría, que andaba a su lado toda la vida. Eso sigo pensando. Dicen que se necesita hablar un poco para seguir avanzando. Comienzo a cavilar: un túmulo de imágenes y palabras se dibujan en mi mente entrecortada. Recuerdo y repaso los últimos acontecimientos en silencio. No hay mucha gente; se han ido de vacaciones, o no quieren salir. Algunos, aún andan por aquí danzando, de un lado a otro, igual que yo; cómo si fuéramos marionetas movidas por alguien que ya no sabe terminar la historia, o ya no se le ocurren nuevas aventuras y recurre a lo mismo una y otra vez. Títeres con los hilos ya desgastados; flojos. Sin ganas de nada, agotados de intentar hacerlo todo. Sé que no sirve de nada volver al pasado. No vale de nada pensar una y otra vez; qué es lo que podría haber ocurrido. Qué es lo que podría haber pasado si todo hubiese sido distinto.
















Podría haber actuado de un modo diferente. Haber hecho las cosas de otra forma. ¿Qué demonios? Manipulando, sin importarme, el ser yo mismo. Distinto… ¿Y, quién cojones sabe dónde estaríamos ahora los dos? Haber dicho las cosas en su momento, en aquel segundo, puede que entonces, tal vez, se habría evitado el derrumbe. Quizás hubiera sido muy diferente. Pero sólo me di cuenta después, cuando ya no había solución. Sí, sí y sí… ¡Jodidas soluciones! ¿Quién las quiere?, ¿quién las necesita? ¡Ahora, ahora, mierda! Cuando, ya no sirven para nada. Formamos parte del pasado, mucho antes del aquel idílico pretérito. Pero aquello terminó tras el apocalipsis. Sólo sientes una impotencia persistente que se apodera de ti. Una inutilidad que no sirve para nada. Lleno de tristeza e incapacidad para intentar imaginarse una y otra vez lo vivido. ¿Qué hubiese sucedido si aquella roca gigante no hubiera chocado contra el planeta? ¿Por qué pensar en remedios qué en un futuro incierto conseguirán enmendar la situación para que todo vuelva a ser como antes?¡Venga, ya! Es absurdo, más aún, cuando el silencio es como los humanos, suele oler. El problema es que en este lugar ya no huele a nada.  Y eso significa que hace mucho tiempo que en esta habitación habita un silencio inescrutable. El molesto ruido de los vecinos terminó con la última uva en la boca. El callejón del edificio se había quedado sin muros, perros, palomas, ratas y la ciudad envuelta en una sombra perenne, donde los inquilinos de los pisos altos, vigilábamos la perpetua hecatombe del nuevo año. ¡Bienvenidos al año de la marmota mutante!








                                                                                                                    FIN







                                        Dedicado a Carrie Fisher y George Michael (diciembre 2016) In Memoriam 










Fotogramas adjuntados



La jetée (1962) by Chris Marker
The Survivalist (2015) by Stephen Fingleton
The End of August at the Hotel Ozone (1967) by Jan Schmidt
Miracle Mile (1988) by Steve De Jarnatt