“Los píxeles resquebrajados”
Yo no
tengo ni idea de escribir poemas. Ni entiendo de métodos ni modelos.
Sencillamente, no sé. Hay poetas que no me gustan nada lo que escriben como
cineastas filmar de un modo insoportable. En cambio, hay otros-as, los cuales, no conozco (ellos y ellas) que plasman
en sus letras sentimientos por encima de cualquier adjetivo impronunciable.
Obviamente, son letras
mayores. No obstante, sé de
la existencia de paradigmas que están en las mejores bibliotecas del mundo a
los que no he conocido personalmente y me fascinan. No asumo almas en la
hoguera de los remordimientos, porque no creo en ellos. Ni epigastrios en la
frontera de los impenitentes subjuntivos. Resumiendo, me gusta el Noir
demasiado. Luego, la metalingüística mejor depongámosla en el baúl de Karina.
Se habrán dado cuenta de mi adicción por las buenas fotografías. Les brindo un
nuevo gadget en mi bitácora particular, o si les gusta más, una nueva sección
del “IBP”. Siempre me ha gustado “fotografiar hadas” recordando, aquel título
de Nick Willing (1997). Capturar luces como fotografiar hadas
es un homenaje a la gente, las cosas, los fenómenos, la luz que me
proyecta mi ciudad. No salgo de ella porque no tengo coche. Me gusta conducir
tanto como a R. Farnsworth su
motoazada en “The Straight
Story” (1999). Me he ilusionado con las fotografías, pues han sido parte de mi
vida y una forma de ganarme la vida, de entre los muchos trabajos que he
desarrollado. Devoré con ahínco en las bibliotecas públicas books de todos-as
los más grandes de este mundo. Sin fotografía no hay consecuencia inmediata,
imágenes en movimiento: cine. Ahora me vienen a la cabeza algunos nombres; Anne Marie Heinrich, Ansel Adams, Man Ray, Ernst Haas,
Martín Chambi, Alfred Stieglitz, Henri Cartier-Bresson, W. Eugene Smith, Robert
Capa, Helen
Levitt Walker
Evans, Jim Marshall, Kevin Cummins, Jenny
Lens, Sebastiao Salgado y Annie Leibovitz, que me han llegado a
lo más hondo del corazón. Pero el etcétera es larguísimo. Hablando de la
constante del movimiento saben de mi pasión por éste. Me gusta subirme en una moto.
Adoro las motos han sido parte de mi vida. Me gusta pilotar cualquier cosas
tenga dos, tres o cuatro. Incluso cabalgar y volar.
Hace mucho tiempo, tuve la suerte de aprender a montar a caballo y tripular en una avioneta en Ibiza (pasé un par de años memorables en aquel paraíso) con un australiano, que era todo un personaje. Es una sensación tan hermosa—difícil de explicar—, pero altamente recomendable: lanzarse a la quimera del hombre pájaro por unas horas. De verdad, inténtelo. No se vayan de esta vida sin besar a Ícaro. ¿Sabían que para ser un buen actor es importantísimo montar equinos? Hablaremos de las vicisitudes de los actores y directores ante las secuencias con tan nobles animales durante un rodaje. Necesito el movimiento como un teléfono móvil su batería de litio. El dinero te da la libertad de un día a principios de junio por el Aneto. No entiendo a esos, que dicen que el dinero no es lo más importante. Es muy importante. No lo es todo, porque no hay un valor absoluto en la vida. El dinero es fundamental. Me produce la misma grima que a Hawks con la familia Hepburn. El maestro dixit:”Será porque Uds. lo tienen, y por eso no le preocupa…” Sólo espero un golpe de suerte cada martes, jueves, viernes o domingo. En la conjura de los números que me lleven al planeta alquimia. Entonces volveré a conducir, viajar y moverme sobre ingenios que propuso Da Vinci. Mientras tanto, callo y aguanto a la búsqueda de los planos que produzcan química en mi cerebro o lo pretendo. En otros tiempos me gustaba hacer los storyboards con mi Canon Eos y de vez en cuando con la vieja Olimpus.
Volviendo
al cine, que tanto amo. Éste,
necesita de encuadre, profundidad, perspectiva, panorámica e ingenio. Buscar es
encontrar. Ahí es donde reside la gracia como el fútbol, dirigir el balón a la
escuadra. Aunque, luego se hagan gominolas de todo a Cien en Hispania. Este
espacio está dedicado a los miles de anónimos que pueblan la gran ciudad,
donde yo aprecio belleza imperecedera y profusa. También a esos ídolos que con
su cámara iluminaron la belleza: Charles
Lang, Don Burgess, Emmanuel Lubezki, Gregg Toland, Gabriel Figueroa, Gordon
Willis, Hans J. Salter, James Wong Home, John F. Seitz, John Alton, John
Alcott, Joseph LaShelle, Nicholas Musuraca, Luis Cuadrado, Néstor Almendros, Roger
Deakins, Robert Richardson, Stanley Cortez, Janusz Kaminski, Sven Nykvist Karl Freund, Lee Garmes, William H.
Daniels o Vitorio Storaro,
etc, etc. Y tantos que me han hecho soñar poniendo las imágenes en el sitio. Si tuviera que dirigir una
película, siempre me hubiera gustado tener a mi lado a uno de ellos. Siguen inspirándonos la esencia de todo gran
film: los susurradores de la luz. No hay sueño que dure cien años ni peluca que
lo aguante. Quién sabe si es obra de la beldad, esa, que nos me permite
deambular en su misma morada cuando consiente.
Dedicado a mi amigo, compañero y tocayo de pupitre, JC. Barbera
P.S.; las fotografías se han realizado desde la cámara de un Smartphone Samsung de 5mpx. Dos de ellas han sido editadas de su color original al blanco y negro. Por cierto, éstas no las he registrado. Aquellos-as, que quieran utilizarlas para fines altruistas son suyas. No obstante, quienes las utilicen para su lucro o demonizarlas en su beneficio, por favor, NO LO HAGAN. Muchas Gracias.