“Asfalto de monólogos y sonidos cinéfilos en un día primaveral”

abril 13, 2013 Jon Alonso 38 Comments








Sería difícil olvidar todo lo que uno ha conocido a lo largo de este invierno lluvioso, frío y húmedo. Ahora intenta latir una primavera entre la blandura de la espalda de aquel maniquí del vanguardista Manuel Piña. Supuestamente, intenté rociar el cuello con lanolina. Noté que su carne fría se sustentaba en las rodillas. Pero el peso de su esqueleto solo me dejó una opción; rastrear su boca y despedirme de la princesa interior con un beso indolente, mientras en el mullido asfalto  la sujetaba. Aquel cuerpo se quedó a la vista de los paseantes.  Transparente, irisado entre desgana y una abismal alegría kármica incomprensible. El sueño me despertó y volví al espacio cotidiano. El tormento de mi condena; la naturaleza de mi ser.


                                                                                           

                                                       Max Richter  “On the nature of Daylight”


                                   



                                        







No voy a recibir más órdenes por decreto. Pues soy yo quien marca la ruta. No soy débil, llevo una bestia vigilante en mi interior. Un veneno inmutable que recorre  mis venas de polivinilo. Un cazador, un conductor, un corredor de pensamientos entre despojos y semáforos moribundos. Atado a la voluntad de mi volante y el obturador de mis parpados. Capto, murmuro, sonrío y vuelvo a hacer el amor dentro de aquel viejo Ford. Soy tan feliz conduciendo y observando la luminosidad de los rayos de esta ciudad. Sigo en mi escapada particular y  dudo sobre la posibilidad, que un advenedizo universo  venga a suministrarme  redención. La escapada no es el final; los esquivare. Nadie puede cogerme, soy el más rápido.

                                                   
                                                                     Lalo Schifrin “Bullitt”




                                                                     
                                      







En el portal de aquella casa, allí en mi antiguo barrió besé por primera vez a la primavera y pude abrir los brillos a un carbonizado cielo crepuscular. Esbocé una sonrisa e introduje mi libro más amado en el interior de mi attache. Salí  y vi  graffitis de Banksy anunciando el evento. De repente, el aliento a tabaco se apoderó de mis instintos y saludé  a la prostituta de la esquina, que reía mientras dos hombres le susurraban al oído. El antro se lo tragó la tierra y rugió el cielo isobárico. Un trueno, dos truenos y la lluvia se escaquearon. El amor hecho al uso mientras me cambiaba de ropa en el gimnasio. No puede aguantar el gentío y decidí ajustarme las mallas y las zapatillas. Cogí el mp3 y pensé en el concepto travelling. Me llevé la mano al corazón; latía muy despacio. Tropecé con el asfalto. Corrí, por la ciudad desnuda como alguien  que vive mudo dentro de la muerte acompañando la tenue luz del final del día. Anochecía y mi sombra se convirtió en mi travelling. Comprobé a la persona inútil y pálida tras la sombra de la farola. Buscando aire e identidad. Ojalá, nunca se terminé el travelling y la música cuando aprenda a manejar  los gestos  y las palabras de los dioses. Me gusta correr por la noche en mi ciudad.




                                                                
                                                  Prelude & Fugue No. 10 In E Minor, J.S. Bach
                                                   



                   





        



Ebrios de pasión  y sin  alas,  los remos yermos por la carcoma barruntan, que a esa hora las flores se convertirán en pétalos negros. Baudelaire mandará un whatsapp por un iphone descompuesto en gusanos. Luego dejaremos de existir y los ramos abrazarán los racimos. El arte del más allá se conjuró en lo que tenemos.No sabemos porque lo  perdimos. Las olas cojas están muy lejos, allende de mi venerada cordillera cantábrica. Las espumas están de huelga tienen prohibido provocar burbujas.  Se fundió el  oro en  plomos de manoseada quincalla para buscar el final en la tierra que seguimos sin encontrar. Veo las sonrisas ideales  y a mi amigo David invitándome a la orgia  pintada en los espejos del alma, que captan pixeles impolutos de congoja, dolor y lamento. La luz de las hojas negras llama al vídeo para que la estrella del mp3 las convierta de nuevo en rojas. Pero ese encaje dejó de estremecerse mientras los pálpitos ardían en coros de Zimbabue. De noche, desde el cielo, bailo como el viejo Brown a la luz de las espinas negras. Tócala otra vez, Man.


                                                     Depeche Mode  “Never Let Dow Again”

                         
                               








Suave de tela y de tules se enfrentó al  gran obispo negro. La frente roja y la sangre fundida a negro pasión ardiendo. Las manos se las besa repleta de anillos y vellos, como si fueran confites, pasteles o caramelos. El andador de aluminio inunda el pasacalle del tacatá. El fin está muy cerca, los colmillos de Drácula se han quedado mudos ante la pavorosa calle del adiós. Tu inteligencia, aún palpita en el cementerio. Abrígalo si puedes, pues el último telediario sobrevuela ante un moroso calor de cielo raso. Una mirada escondida que suele frecuentar el bazar del viejo Saigón. No se da el caso de que a la vuelta tu velo se desvele en color y después de tomar una cerveza el Sr. Kai Lai devuelva la mercancía deteriorada a la silente andadora. Empero, no volveré a decir nada, ya que resulta imposible medir un verso con los dedos y en el  fin de mi paseo miro la vida de reojo, tal como brota tu viejo rencor. El asfalto de primavera  es una realidad, ya era hora.













Dedicado a mi amigo Michael O´Hara. Me enseñó la mugre de la vida tras la barra deFinnegans Wake Ibiza