La
pérdida de la vivienda en un ser humano es una de las mayores tragedias
personales de por vida. Todos Uds. se habrán dado cuenta que llevo unos 18 días
sin decir ni pío en esto del redil social. Tampoco es algo sorpresivo. No
siempre uno está conectado a la red, a pesar de tener ganas o no. Ya que con los móviles tan grandotes y listillos, tienes el patio del colegio actualizado. Bien, sabrán
que la tarde del 27 de diciembre de 2019 sobre las 19,20h sufrimos un derrumbe
en el comedor de nuestra vivienda. Mi esposa y yo. Esa tarde íbamos a quedar
con un viejo amigo para despedir el año tomando un chocolate (receta de la
dueña del cacao). Afortunadamente, los planes cambiaron. Mi amigo, Rafa,
le pusieron turno de tarde en el aeropuerto y se canceló la merienda. No sé cómo lo
hice, pero tenía que ir a una tienda de nuestros queridos chinos del barrio y
comprar un par de litros de leche. Nos marchamos y, según, crónica de un vecino:
se escuchó un estruendoso ruido, a modo de terremoto, apenas 2 segundos.
Suficiente, para meterles el miedo en el cuerpo de su hija pequeña y el
estómago de papá. Un total de casi 750 Kg. de cascotes de todo tipo. Alucinante y pavoroso. Vinieron dos bomberos realmente patéticos tanto como la comisión de esa EMT, fantasma, pagada con los impuestos de la sufrida ciudadanía. El más veterano se apoyaba en la linterna de su móvil, en pleno solsticio de invierno, dando tumbos en la oscuridad entre cascotes polvorientos. El colega se iba de baretas. Era más que visible, el aliento a alcohol, propio de los días de excesos. Eso, sí. Juanito, paga bien con moneda real. —Nada no se preocupen, Uds. Las uvas se las pueden tomar; no hay peligro de derrumbe. El resto de la vecindad mutis por el foro.
Nadie sintió nada. También, uno comprende que dadas las fechas hubiera gente de vacaciones. En Navidad, un toque de cinismo, no hace daño ¿Verdad? Aunque, te vaya la vida en ello. Es obvio, que nos hallábamos en pleno preludio de la despedida al cansino 2019 e ilusionados con eso del Happy New Year 2020. Cuando entré a casa y fuerte olor a azufre y arcilla mojada tiraba para atrás. Se atisbaba una densa neblina de polvo, similar a las espesas nieblas castellanas —tan en voga— por estos días. Pude encender dos luces de la estancia que es parte del salón y se confirmó lo evidente.Una
estampa que era una escena dantesca cercana al performance de las crónicas
balcánicas del ilustre cartagenero amanuense. En ese instante, comprendí que ya
no me quedaba combustible para tanto revolcón. Gracias, al bueno de Txema, último vecino en llegar a la finca; que apareció en pijama, a primera hora de la mañana, retirarando cascotes No quiero, compasión, ni buenas
palabras ni arengas de coach. Sólo quiero, arreglar la puta casa para salir
pitando de allí. Creo que es un buen, lugar. Uno de los mejores sitios de esta
puta ciudad donde vivir. Pero llena de maldad y perversidad, exceptuando
algunos recovecos. Es un lugar envenenado, que rezuma halitosis, mugre, entre
efluvios a formol, patatas podridas y coños sin lavar desde hace medio siglo. La
perfecta simbiosis entre la caldera abollada de brujas ponzoñosas y la
mediocridad del ciudadano corriente, de eso tan manido, los de ni una mala palabra,
ni una buena acción. Recuerdo en una ocasión, como conocí a un tipo que llegó a
hacerse amigo mío. Yo soy más comunicativo y dicharachero bajo los efectos del
alcohol y los estimulantes (otrora vida, antes del derrumbe de salud).
De normal, la timidez se apodera de todo mí ser. Aquel tipo era toda una alhaja seduciendo a diestro y siniestro. La cuestión es que el individuo era muy divertido. De la noche a la mañana necesitaba algo de dinero para pagar una deuda que arrastraba. Eso creo recordar.Yo
cuando me ha ido bien la vida, he dejado dinero a espuertas y lo que no estaba
en la escrituras. El pájaro seguía haciendo de las suyas y empezó a buitrear
por todo aquel que tenía algo que ver con el ingenuo que teclea. Decidió que un viejo amigo era un mierda. Yo le dije—explícate y díselo a él. Así, no
sirve.—Además, no me creo que Koldo sea un
mierda, nos conocemos de hace mucho tiempo. Una de las cosas que menos me gusta, es oír
hablar de las personas; que no están delante de mí. Se rebotó y me dijo que yo
era otra malísima persona. Entienden Uds., de lo que les hablo, un mes antes le
dejas 1000 euros y no le pides explicaciones y de la noche a la mañana sale por
esas seguidillas. Evidentemente, "la persona" tiene un grandísimo problema dentro de su
cabeza. Y cómo él, muchísima más gente que sigue por esos derroteros. Lo dicho,
La vida puede traer muchos descalabros consigo, incluso puedes pasar el mayor
viaje, de ella, al lado de Caronte.
Hay gente que se llena de ira y la toma contra el devenir de la propia existencia. Olvidándose que algunos hemos recibido una extraordinaria educación. Sin
alardear de éticas ni moralinas baratas hacia el prójimo. Algunos-as se
empecinan por seguir sacando el pincho de erizo que llevan debajo de la piel,
con esa frenética bilis, hiriendo a todo lo aquel que le pasa por delante. Luego están quienes han nacido en el barro de la indiferencia y se dejan
llevar, sin propósitos ni consignas, convirtiéndose en simples funcionarios del
conformismo puro y duro. Una casta de mediocres y malvados enfangados de
amargura. Repito, he conocido cientos de personas así y es lamentable. Viktor
Frankl, neuropsiquiatra y fundador de la logoterapia, sobrevivió a la tortura
de los campos de concentración. Una vez aseveró lo siguiente: Es aquí cuando
llegamos al tema central del existencialismo: vivir es sufrir, sobrevivir es
encontrar sentido en el sufrimiento. Ahora mismo solo quiero liberarme, limpiarme, soltar todo lo que me sobra,
volver a nacer y...respirar. ¡Tengo que respirar, gritar y mucho más, con más fuerza! ¡Correr, aunque tenga los dos meniscos medio rotos y me
falte el aire, en mis pulmones! Quiero sentir las gotas de agua de mayo, en una
tarde de verano cayendo el sol en Es Vedrà. Volver a ser libre, como el jodido
viento. Todavía estoy vivo y lo cuento... ¡Brujas, No. Gracias!
Dedicado a todas las víctimas de edificios y viviendas en mal estado In Memoriam
Fotogramas adjuntados
San Francisco (1936) by W.S. Van Dyke
Hurricane (1937) by John Ford&Stuart Heisler
Skjelvet (2018) by John Andreas Andersen
Cloverfield (2008) by Matt Reeves
Le compadezco, aunque no quiera. Hace unos cuantos inviernos, sufrí algo similar en el dormitorio, no tan exagerado, pero un buen trozo de techo se cayó a poca distancia de donde dormía mi hija y su madre. Yo hacía un par de horas que me había ido a trabajar... En fin, costes y costas, y le reconozco la impotencia y la rabia, pero ¿qué sería de nosotros sin los bomberos borrachos?...
ResponderEliminarUn saludo.