Lila Leeds, la ingenua femme fatale que fumaba hierba con Mitchum
Lila
Leeds, mostró desde muy temprano un carácter fuerte, muy propio de las gentes
del estado de Kansas, territorio de grandes tornados, gélidos inviernos y
asesinatos mediáticos. Nació en Iola una pequeña villa del condado de Allen. Su
madre, decidió que lo más idóneo era mudarse a Nuevo México, Lila tenía 12 años y una maleta. Un día se hartó de aquellas tierras fronterizas y se escapó con 17 años, aterrizando en St. Louis, Missouri. Comenzó a trabajar como bailarina en un club de swing, es decir, señorita de bailes por turnos. No duró
mucho y enfermo. Durante esos meses le rogó a su madre que viniera a buscarla
antes de llevarla al sol en Los Ángeles para que se recuperara. Allí, la joven
Lila no tardó en encontrar su horma. Ella era increíblemente hermosa con un
físico portentoso; un criatura pluscuamperfecta e ingenua dentro de ciudad basada completamente en la
apariencia. Empero, su pálpito le decía que su destino se hallaba en
HollywoodLand. Total, un poco de dramaturgia rápida y un ojeador de la Bliss-Hayden School of Acting,
Llevó a nuestra hermosa protagonista al catálogo de chicas rubias de Metro-Goldwyn-Mayer.
Firmó, sin hacer, ninguna prueba de casting. Curiosamente, la función y la
técnica de la futurología siempre han fascinado a los humanos. No era el caso
de la bella Lila. Decían las viejas crónicas de las antiguas sacerdotisas del
dios griego Apolo que vivían en un templo construido, en torno, a un manantial
sagrado en Delfos. Adivinaban el futuro a los visitantes procedentes de todo el
mundo antiguo. Su influencia era tan significativa que los reyes les
consultaban si debían ir a la guerra. También, de tapadillo, solía preguntarse,
por aquello de algún problema doméstico o laboral. Todo el mundo asumía que el
espíritu de Apolo se introducía en cada sacerdotisa y le permitía ver el
futuro. Bien, para obrar tal visión, la pitonisa se surtía de gran material
botánico, esencialmente, hierbas de todas los colores, del terruño y lugares
más remotos. Había una que estaba muy solicitada; el cannabis. Luego, los
efluvios, a modo de gran humareda, eran inhaladas por las divinas videntes, y
veían todo lo querían o le dejaba la explosividad del colocón. Obviamente, un
oráculo de Delfos, era lo que le hubiera venido de anillo al dedo, a la ingenua,
hermosa y fatale Miss Leeds. Siempre sentía ese gusanillo de la psicoactividad
después de fumar un poco de hierba. Claro, no era lo mismo fumar con los chicos
de la banda del garito de turno y sus instrumentos, que aquella divertida,
noche de verano. El 31 de agosto de 1948 sintió que había algo extraño en el ambiente. Es decir, un
atisbo muy diferente al humo de marihuana. Vicki Evans, amiga y compañera de
alquiler, estaban disfrutando de una noche en su pequeño bungaló en Laurel
Canyon Hill, cerca de Hollywood. Lila estaba fumando un porro. Algo esporádico,
que ella mismo nunca lo escondió. Empero, lo que no se podía imaginar era que
se casa estaba siendo vigilada por la policía y agentes federales de
narcóticos. Casualmente, estaban esperando la llegada de Robert Mitchum. Era
una estrella de 31 años que ya había obtenido una nominación a Mejor Actor de
Reparto, en el film bélico, Story of G.I. Joe. Leeds era una actriz de 20 años
que, a pesar de sus apariciones, principalmente, en columnas de chismes y
prensa del higadillo, como una especie de niña mala, en ciernes. Todavía no
había conseguido un papel principal. Ella y Mitchum habían sido vistos juntos por
la ciudad. A Mitchum le gustaba fumar un poco y soltarse. Obviamente, Leeds era
una chica muy atractiva de un carácter muy afable. Después de todo, esto era
Hollywood. Mitchum llegó con un amigo. En unos segundos, la policía
irrumpió —bruscamente— y disolvió la fiesta. Según el informe policial se
contaron hasta 15 cigarrillos de marihuana esparcidos por la mesa de tresillo
del bungaló de Lila Leeds.
Decididos
a erradicar la droga en los círculos de Hollywood, los dos inspectores de la
brigada de narcóticos estaban, al parecer, andaban detrás de la pista de
Mitchum durante varias semanas. Este encuentro en la pequeña casa de Leeds, con
las ventanas abiertas de par en par esta noche de verano, lejos de las villas,
allende de miradas indiscretas, había sido la oportunidad perfecta para ver a
la estrella de Hollywood in situ. Unos minutos más tarde, habían atenuado
las luces y encendido las risas. El escándalo ya estaba completamente
desbocado. Apenas les molesta un ruido en el porche de la cocina. Sólo V.
Evans, que no fumó, en toda la noche. Se levanta para ir a buscar, pensando que
son los perros que se han quedado fuera. Pero al abrir la puerta, dos hombres
cargan y entran corriendo a la casa, usando a la joven como escudo. Robert
Mitchum apenas tiene tiempo, intentado con la mano, de arrojar la mesita de
café a los atacantes cuando sacan armas para apuntar a su cabeza. "¡Oficiales de policía! ¡Que nadie se mueva!"—Gritaron. En aquellos días,
LL, estaba comprometida con el exmarido de Lana Turner, Steven Crane. Según
Cheryl Crane, hija de la diva y del actual novio de Leeds, y, exesposo de la
Turner: escribió en el libro autobiográfico Detour: A Hollywood Story de su
hija Cheryl Crane. “Papá sabía que Lila había fumado marihuana desde que la
probó en una fiesta de St. Louis tres años antes con miembros de la orquesta de
Stan Kenton, y a veces se exageraba... A menudo le daban más hierba de la
cuenta y ella se pasaba un poco. Los amigos de papá, le advirtieron que Lila
tenía un problema, pero él sabía que la marihuana no esclavizaba a la "hierba
del diablo".—Y soltaba una carcajada." Recordando aquel film, a modo de
advertencia, de las autoridades federales, en el film Reefer Madness de 1936, distraídamente
hilarante". En cuanto, Crane supo del arresto de Lila Leeds, aquella noche
de agosto de 1948. SC salió por piernas a Europa, para evitar que el escandalo
le pudiera salpicar a él. Allí intentó escribir una columna de chismes titulada "Champán y vinagre". En su columna de debut escribió sobre el busto
de Mitchum, diciendo: Claro que, si Robert Mitchum viniera a París, podría
asistir a un pequeño club privado de jazz, en la orilla izquierda del Sena,
donde los camareros se acercan a las mesas y te lían los cigarritos de
marihuana por ti". Más de dos y tres estrellas de Hollywood, señaló,
fueron vistas, la semana anterior al famoso garito. En una
declaración policial, Leeds acusó a su compañera de cuarto Vicki Evans de ser
una informante de la policía y dijo que Mitchum fue incriminado por el delito,
según el Pittsburgh Post-Gazette, el 27 de septiembre de 1949. Lila Leeds dijo
que ella y su compañera de cuarto a menudo fumaban algunos canutos, puntualmente,
juntas. Sin embargo, Vicky Evans se negó
a fumarlos el día de la redada, y ella fue quien dejó entrar a la policía. Miss
Evans negó el cargo dos días después en
el mismo diario. Ni Evans ni el camarero Robin Ford, que llevó a Mitchum al
lugar del arresto, fueron juzgados por el incidente. Apenas unos meses antes de
en ir en el vehículo que conducía la estrella de la RKO —el equilátero Robert
Mitchum— dirección a Santa Monica. Leeds había sido seleccionada para un papel
pequeño en The Jungle Goddess, una producción de bajo presupuesto de Lippert
Pictures. Cosas de los caprichos del destino. El film se haría sin ella.
Incluso
se lanzó una pequeña propaganda con la modelo Wanda McKay ("Miss American
Aviation of 1938") en el papel principal, Apenas dos semanas antes de que
Leeds fuera arrestada. La película apestaba, pero nada en comparación con lo
que eventualmente sería la canción del cisne de Leeds. Ella fue siempre una
criatura desinhibida, dixit: "No tuve problemas para encontrar un buen
trabajo en uno de sus glamurosos autocines donde visten a las camareras con
pantalones cortos y escote en V"—. Unas semanas más tarde, fue Jackie
Coogan, el Chaplin Kid de treinta y tantos años, quien le consiguió un nuevo
trabajo en el vestuario de Ciro, un club de Sunset Trip, muy popular. Fue allí
donde conoció a Little Jack Little, un músico mucho mayor, con quien se casó en
Las Vegas antes de darse cuenta unos días después de que se había olvidado de
divorciarse de otra mujer. Aún no tenía 19 años. Imposible escapar de la
algazara. La marihuana se ve entonces como una droga que conduce a todos los
vicios: se dice que su consumo, que puede llegar a costar hasta dos años de
prisión, conduce a asesinatos, accidentes de tráfico, suicidios, violaciones y
locura. Un discurso paranoico y exagerado. En un Hollywood de la posguerra todavía controlado en gran medida por
la censura y en una búsqueda perpetua de la moralidad ceremonial, Leeds y
Mitchum están condenados en el mismo momento en que atraviesan la puerta,
esposados y expuestos a la vorágine mediática. Los abogados de RKO y Howard
Hughes, su nuevo propietario, no pudieron hacer nada. La prensa ya está ahí.
Entonces, cuando un policía le pregunta su trabajo, Mitchum responde —"ex
actor": está convencido de que su carrera en Hollywood está arruinada. Sin
embargo, no pierde su ya legendaria despreocupación, bromeando, a la mañana
siguiente, con los reporteros sobre su uniforme de mezclilla, el hecho de que
no tomó su café matutino o la reacción de sus jefes de estudio. Lila tampoco
parece muy molesta, burlándose de los dos jóvenes boxeadores que no pueden
hacer su trabajo como perros guardianes. Los dos parecen estar convencidos de
que estaban atrapados, de que la policía había sido informada de la llegada de Mitchum
a Leeds. En cuestión, Vicky Evans o Robin Ford: eran los topos de esta
cacería. Una porque ella no había pisado
el césped de toda la noche y había sido la persona a abrir a la policía, la
otra porque había sido él quien había presentado a Mitchum y
Leeds. A quien le hubiera gustado escapar de la prisión para un arresto
anterior. Por esta razón, el abogado de Mitchum estaba convencido que, gracias
a una falla procesal, puede escapar a la condena. Todo olía a una gran
encerrona, muy bien preparada, con tiempo y el objetivo muy bien seleccionado.
Sobre todo porque más allá del juicio, el actor parece encontrar un nuevo aura
con el público. Evidentemente, el estudio recibe cientos de cartas de
comisarios que abruman al actor. Pero un grupo mucho más grande se excitó con
esta flema y este temperamento de chico malo que sólo había cultivado hasta
entonces en sus películas. Cuando estaban sonando los trailers de sus westerns
Rachel and the Stranger y Red Sky,
En la platea resonó con aplausos y gritos de aprobación. Era innegable que las colas que se formaban en las esquinas, similares a las llenas de adolescentes en la corte, estaban destinadas solo a él, la estrella varonil y despreocupada. En consecuencia, el escándalo bien puede hacerle ganar cuarenta y tres días de prisión, un asunto trivial, comparado con el año al que fue condenado inicialmente, pudo a partir de 1949, casi como si nada hubiera pasado; retomar el control. El rodaje de It Begins en Veracruz fue organizado especialmente para él por RKO y el director Don Siegel. Los papeles seguirían lloviendo durante décadas. Lila, por otro lado, tiene motivos de preocupación. A diferencia de Mitchum para cuya defensa la RKO ha contratado al mejor abogado de Hollywood. Ella es, a los 20 años, una actriz de segunda clase, sin apenas experiencia y sin un centavo. De ser necesario, nadie dudaría en arrojarla debajo del autobús para que se ponga el sombrero. Por tanto, la única declaración a la prensa de su agente, muy precaria y dubitativa que generaba muy poco optimismo. "Ella tenía una carrera por delante de lo más prometedora"— dijo. Estaba destinada a un gran éxito, pero su carrera era tan mala como la de la pitonisa Fuster. Algunos comentaron, de sottovoce, si tan solo se hubiera comportado de manera diferente…Parece que ahora ha destruido todas sus posibilidades”. Su currículum en Hollywood fue desde que firmó con MGM, con apenas, 19 años el siguiente: Leeds apareció con Red Skelton en “The Show Off”. Sin acreditación (1946); una de sus pequeñas partes fue en el vehículo de Lana Turner Green Dolphin Street, donde interpreta a una mujer euroasiática que droga al protagonista y lo hace rodar. Cuando se estrenó la película, ni siquiera se le atribuyó su papel. Su única actuación, escueta y con un mínimo dialogo se le atribuye a su papel de recepcionista en la psicodélica en "Lady in the Lake".A pesar de los esporádicos autógrafos, que le piden en la calle, sabe de sobra; que nunca será la nueva Lana Turner. El juicio fue letal para ella: la prensa la convirtió en una rubia hermosa, simple y un poco instruida. Un cuento con moraleja, un ejemplo que se les dice a las jóvenes adolescentes para evitar que hagan estupideces. En 1952, en un artículo de la revista Collier's, reveló que después del juicio y sus sesenta días en prisión, había “recibido una sola oferta... que era solo un intento evidente de capitalizar la notoriedad del caso Mitchum”. La película cuenta la historia de Ann Lester, una joven huérfana que fue introducida a la marihuana por un traficante de drogas para quien terminó vendiendo después de perder su trabajo debido a su consumo de drogas. Por primera vez, Lila desempeña el papel principal, pero con una demora, de diez años en su premier. Después del film de culto, Reefer Madness (1936) del cineasta Louis J. Gasnier.
Se
le ofrece el papel principal en Wild Weed! (1949) de Sam Newfield Esta película
de explotación mala y plena de zafiedad, anduvo con dos títulos, convertidos en
flyers de puro sensacionalismo kitch: ¡She Shoulda Said No!, y el conocido
¡Wild Weed! Muy pasado de moda y con un aroma anacrónico salvaje. Se tambaleaba
como un flan y era el fracaso de todos los implicados en el proyecto. Los
Estados Unidos ha avanzado muy rápido, la nueva sociedad tiene otro concepto de
la moral femenina. Empero, la desgraciada Lila Leeds no le quedó otra opción.
“Lo hice. Estaba arruinada”— le dijo a la revista Collier's. Esta será su
última aparición cinematográfica. Deprimida, se hunde y retoma sus malos
hábitos. Después de un accidente automovilístico en Sunset Strip, el mismo juez
que la condenó unos meses antes le prohibió ingresar en California por
incumplimiento de la libertad condicional. Exiliada en el Medio Oeste, comenzó
a trabajar en clubes nocturnos, se casó dos veces, incluida una con un músico
acusado una vez de robar una estación de servicio para mantener su propia
adicción, y viajó de un lado a otro de la prisión. En 1954, fue arrestada en
una redada en su apartamento en Chicago. Una agencia de noticias afirma
entonces que "la policía encontró suficiente heroína para proporcionarles a dealers de poca monta, como para caerle una buena condena", además de dos niños pequeños en un estado lamentable. En 1955, Leeds testificó ante un subcomité del Senado
que su carrera había sido arruinada por la marihuana y la heroína. Pero el año 1956 fue el final de su abismo:
nuevamente el bolso lleno de las papelinas de sugar brown y arrestada por
prostitución. Lila Leeds, parecía haber desaparecido de los anales del mundo
del espectáculo, hasta que cuatro años más tarde volvió a los Angeles
amenazando con escribir un libro revelador que incriminaría a varios peces
gordos de Hollywood y contaría la verdad de todo lo incontable de los estudios
de la colina de las vanidades. Nunca salió, y desapareció del showbussines,
hasta que reapareció veinte años después. Un artículo de Los Angeles Times en
enero de 1974 menciona a un joven de 19 años asesinado a puñaladas en un
callejón en Melrose place Avenue
(Hollywood), por un vendedor ambulante de la Biblia. Según la
investigación policial, el único contacto del joven en Los Ángeles era un
pastor que se iniciaba en una pequeña iglesia en Western Avenue, The Spiritual
Mission Inc. Laymen's Evangelist (SMILE). La pastora correspondía con el nombre
era Lila Leeds. Ahora con 48 años, su cabello rubio, había desaparecido. Había
pasado mucho tiempo. Problemas de salud y sin un céntimo tras los pasos de su
pasado y de regresó a California. Estábamos en 1966. Había escuchado la llamada
de Dios allí y había comenzado a estudiar religión, se había ofrecido como
voluntaria para ayudar a las asociaciones evangélicas locales. Una vez que
había cantado y contado su transformación; en un predicador con el corte de
pelo de Elvis llamado Johnny Barton. “Ven por tu milagro”, decía el anuncio.
Todo demasiado previsible, muy propio del oráculo de la vieja Babilonia,
aquella femme fatale de Iowa, finalmente cumplió su sueño, acabar como
sacerdotisa en un lugar, del que nadie quería recordar. Por no recordar, no se
acordaban de los relajantes canutos que se fumaba con el rey de reyes de las
espaldas más equiláteras de Hollywood: su querido amigo Bob Mitchum.
Bad Girl of Hollywood The Lila Leeds Story by Lila Leeds Ed. Amazon Kindle Edition (2018)
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