Mabel Normand; la cineasta femme fatale y Nietzsche
Saben
muy bien —que servidor— es un devoto de la cultura criminal. De ese impulso
puramente humano —a pesar de los pesares de la unanimidad por la corrección— e
incontrolable que es la acción criminal. Haciéndolo más culterano, propondría
lo siguiente: La esencia de un criminal por cometer un asesinato es completamente
adictiva. Como las crónicas de este humilde amanuense. Por ende, el propio acto
que se comete y su existencia, es la misma para todos. Es decir, volvemos a
aquello del factor humano y los daños colaterales. Evidentemente, en eso, de lo denominado, como pura praxis del método criminal; nos encontramos con
incógnitas no despejadas. Algo así como, las situaciones, los eventos y las
personas que son participes, en toda la acción que desencadena el asesinato.
Ahí, no podemos hablar de los aludidos, pues, como el Cluedo, son muchos los candidatos.
Demasiados. Pero la vieja Babilonia del profeta Isaías tenía el percal muy bien
atado y enderezado. Comenzando por ese siniestro personaje, Carl Laemmle.
Encargado de que el hermoso bosque desértico californiano mantuviera el estatus
del mayor paraíso de lascivia, soberbia y envidia por metro cuadrado del
planeta tierra. La gran ramera de la soleada Costa Oeste construyó, en cartón
piedra, el espejo de los sueños de medio mundo. Los personajes más hermosos y
fascinantes del espectáculo de los anhelos humanos. Pero detrás de aquellas
impolutas fachadas; la soledad de la locura y las adicciones llegaron a
conquistar a una de las mayores femmes fatales de la historia del pre-code. Hablamos
de Mabel Normand, y, con ella posiblemente,
el mayor misterio —mejor enterrado— de la disparatada historia de Hollywood: la
muerte del cineasta William Desmond Taylor. No se preocupen, que esta crónica,
tendrá su tiempo y espacio para goce del personal. Siempre y cuando, el
espíritu de ultratumba del sheriff de policía y la fiscalía de la villa —que se
encargaron de gestionar todo aquel affaire— no le dé por hacer, algunas llamadas, a fiscales,
jueces y demás estamentos corruptibles, para que este mortal pueda contarles
los hechos, en todo su esplendor.
Bien,
volviendo a nuestra protagonista, diremos que la pequeña Mabel Normand nació un
frío 9 de noviembre de 1892 en la villa de Staten Island, NY. Se crió en una
atmosfera, condicionada por la escasez y el crecimiento demográfico —que
propulsaba— el flujo migratorio a la búsqueda de fortuna, en la utópica América
industrial. La pobreza familiar fue la cara de la moneda diaria. Sin apenas
contacto con la escuela, pues, las labores de casa y el cuidado de parte de su
familia, la tuvieron al pie del cañón. El carácter adusto de su padre, que
trabajaba de lo que le saliese, aunque se le daba muy bien atar clavos con
maderas Pero con muy poca fortuna, para tan baldío esfuerzo. Aquel ambiente iba
haciendo mella, en la adolescente Mabel. Hasta que llegó su momento con apenas
15 años, cuando, posó como modelo para artistas, de la talla de Dana Gibson —el
creador de las tarjetas ilustradas Gibson Girl—, donde terminaba dejando su
figura y rostro a las postales ilustradas vintages. Fue en el estudio de este
artista, donde le sugirieron, que probase como actriz en California. Pero
todavía estaba muy lejos de la tierra prometida. No obstante, en la ciudad de
NY pudo conseguir sus primeros papeles de figuración para la compañía Vitagraph
de Albert E. Smith, hasta finales de 1910. Después, pasó por Biograph y estuvo
a las órdenes del gran D.W. Griffitt, dónde dejó un buen sabor de boca y de
nuevo, Albert E. Smith le hace una contraoferta, que aceptó, cuando veía que el
drama no era su sintonía. De nuevo, regresó a Biograph donde representó con la
misma proporcionalidad, papeles cómicos y dramáticos. A veces, bajo el nombre
artístico, que le asignó el estudio, de Muriel Fortescue. Pero a mediados de 1911, Normand conoció al
director Mack Sennett. Aquel tipo fue su gran mentor, por no decir su auténtico
padrino, y hasta el hombre, que siempre estuvo enamorado de ella.
Profesionalmente, fueron los mejores años de una actriz que soñaba, con ser
algo más, en la utópica Babilonia de Hollywood. En 1912 Sennett había
constituido su nueva productora; la Keystone Film Company en California.
Allí,
Mabel Normand, fue pionera en un nuevo tipo de personaje cómico. MN, terminó
interviniendo en la mayor parte de los papeles cómicos —tanto masculinos como
femeninos— en gran parte, a su gestualidad y rostro gracioso. Así como la
manera de poner los ojos estrábicos. Unos ojos de gran tamaño, que invitaban a
mirarlos y generalizar una cara conocida y querida por el público; que se
entusiasmaba con los gags. Las risas de la platea resonaban en todos los
auditorios, donde actuaba. Normand tenía al público en el bolsillo. De belleza
menuda, cuasi, pizpireta y juguetona. Mabel Normand fue una mujer visionaria en
muchos sentidos. Al participar en otros trabajos, más definitorios, de la
formula Sennett. Como el estilo, puramente, físico y loco, donde Mabel Normand
fue una de las grandes actrices cómicas de aquel periodo. Mientras trabajaba,
en uno de sus films chiflados, bajo las órdenes de Sennett, en 1913. La Normand,
no pudo reprimirse el impulso, y le arrojó sobre la cara al actor Ben Turpin,
un pastelazo de natillas. Creando así lo
que pronto se convirtió en un clásico del cine de comedia precode; el
slapstick. Mabel Normand se coronó en ese reinado de estrellas cómicas —chicas
slapstick— como Alice Howell, Fay Tincher, Mary Dressler Zasu Pitts, Thelma
Todd o la pareja Marion Byron y Anita Garvin. Con la llegada del sonoro, el tortazo fue tremendo para muchos y muchas.
Pocas estrellas sobrevivieron al encontronazo del nuevo cine. Pero en la
primera década del siglo XX. En la Babilonia más indómita y divertida; Mabel Normand
era la estrella, por antonomasia, de la compañía Keystone. Cuando Charlie
Chaplin se unió a ella a finales de 1913, aquel joven tozudo, era un completo
tuercebotas, en la interpretación más peyorativa, del término. A Chaplin se le
atragantaba la cámara. Afortunadamente, para la historia del cine, Normand,
apostó por el duende el gitano del británico y le enseñó todo sobre el
mundillo, de aquel cine. Y cómo no podría ser de otra manera, el apoyo carnal,
de la afable hospitalidad Made in Hollywood. Si hoy conocemos a Chaplin es
porque Mabel Normand existió y persuadió a Sennent —la estrella y amante del
jefe— para que le diera una segunda oportunidad. MN sacó todo el talento que —el
británico— aunaba en su interior. Trabajar con él era divertido y todavía, aún
más realizar los films. Mabel Normand cada día lo hacía mejor, como actriz,
guionista y directora.
Chaplin
tenía sus planes secretos, pero aquel periodo dorado junto a Normand fue
extraordinario, un lujo para los ojos de quienes alucinaban con los films que se
producían y todo un Minerva— actualmente—, para los cinéfilos de final del S.XX y principios
del XXI. La actriz comenzó a subir como la espuma y Chaplin estaba tras la
estela de FA, como mejor intérprete cómico. Su categoría y estatus de estrella
era incuestionable, en Keystone. La primera película que sellaron su amistad
laboral fue en “Mabel at the Wheel” (1914). Y poco después, un trio curioso, el
propio Senennt con Chaplin y Mabel Normand en “The Fatal Mallet” (1914). Sin
embargo, Mabel Normand no era una mujer cualquiera dentro del complejo mundo
creativo, de aquel prehistórico inicio, de la industria hollywoodense. Mabel Normand,
se puso detrás de una cámara y dirigió a un comprometido Chaplin en “Caught in
a Cabaret”. Lo curioso de esta amistad fue el compromiso desde la vis más
intelectual, por el amor, a un trabajo y el desarrollo de sus profesiones.
Luego vendrían “Mabel's Married Life”, dirigida por Chaplin, “Gentlemen of
Nerve” y “Getting Acquainted” y de nuevo, M. Normand detrás de la cámara en
“Mabel's Busy Day”. Todas ellas en la legendaria añada de 1914, comienzo de la
Primera GM. En la película, “A Film
Johnnie”, Chaplin es capaz de reunir, por primera vez, a Roscoe Arbuckle con
Mabel Normand y Ford Sterling. Después otro film que es un gran éxito, “His
Trysting Place” junto a Mark Swain”. Hasta la primera película de 82 minutos “Tillie's
Punctured Romance” de 1914. Llegados a este film, Mark Sennent pone en escena,
a todo su dream team; Marie Dressler, Charles Chaplin, Mabel Normand, Mack Swain,
Charles Bennett, Chester Conklin. Normand, hecha una estrella y nada menos, que
al lado de otro viejo amigo, el gran Roscoe "fatty" Arbuckle, la otra
gran estrella de la comedia muda masculina. Fue un periodo donde Keystone hizo
historia en la primitiva y pretérita Babilonia, de aquel tiempo. “The great
Tillie’s Punctured Romance” fue un éxito rotundo y ello provocó, un entusiasmo
inusitado en el capó Sennet. Éste, no lo dudó, ni un minuto y diseñó la productora,
ex profeso, para que Mabel Normand fuera dueña y señora. Luego, estaba la
faceta personal de cada uno. Mabel Normand, era una habitual, por los locales
nocturnos y fiestas de los mejores hoteles de la ciudad. Así como el
temperamental y retorcido Fatty Arbuckle. Realizaron juntos otras tres
películas para el sello de Sennett Keystone Mabel's
Wilful Way. Fatty detrás de la cámara y actuando junto a MN. El dueto tenía
unos repertorio de gags míticos y así llegó “Mabel and Fatty's Wash Day” o
“Mabel, Fatty and the Law” en 1915. Evidentemente, el público adoraba a esta
pareja. El inefable Chaplin, iba preparando su propio itinerario, en muy pocos
años, estaría dentro del gran sueño de Mary Pickford, Fairbanks y W.D. Griffith,
de sobra conocido.
Mabel
Normand seguía con Sennett hasta que consumió el rodaje de “Mickey”(1918). MS estaba con su pálpito de retrasar el estreno (alegando problemas de postproducción) y
durante ese periodo. La jugada fue un
éxito en todos los sentidos. Pero MB estaba harta de Sennett y Keystone. Había
dinero en juego y viejas rencillas. Desde el trato económico hacía su protegido
Chaplin (se llevaba 1.250 dólares semanales) por los 175$ de la neoyorkina. Algo
que, podía haberse discutido y arreglado. Normand estaba en posición ventajosa.
Evidentemente, en su relación con Sennett, no todo lo era el dinero. La
empatía, el cariño, el odio y el amor iban en el mismo paquete. La motivación
de Sennett para alentar Normand, en su empeño, por dirigir films, es incierta.
Este sentía una claro respeto por su talento como actriz. Empero, la mayoría de
las fuentes consultadas reafirman —lo comentado anteriormente— el encoñamiento
del productor por los huesos de la Normand. Sin embargo el factor de la mala
salud de MN era otra de las grandes incógnitas —que desembocaron— en la ruptura
de ambos, justo en el año 1918, con la desaparición de Keyston producciones. En 1917, Samuel Goldwyn, venía con el
bolsillo, repleto de dólares e infinidad de proyectos. Su estudio iba muy en
serio, a por el páramo californiano. Mabel Normand se convirtió en el objetivo
más inmediato para su mítica productora. MN firmó un contrato de cinco años por
la suculenta cifra de 3.500 dólares semanales. Echen cuentas tras baremos de
inflación y cambio de siglo. El halcón Goldwyn, puso a MN a trabajar a las
órdenes de Clarence G. Badger para rodar una comedia de corte romántico “The
Venus Model” (1918). Y otra de cariz dramático “The Floor Below” (1918). Al
lado de Tom Moore y Rod La Rocque. Pero Mabel Normand ya no era aquella chica entusiasta
y hasta algo ingenua con la que se topó Sennett. El alcohol y las orgías
comenzaban a hacerse interminables. Viejos amigos y hoteles 24 horas sin límites.
Su vis dramática no enamoraba y lejos del lenguaje Slastyck. La Normand se
agarrotaba y trababa. Las cosas comenzaban a complicarse. La ginebra terminaba
por empaparle las enaguas y con ello, su propensión al sexo de riesgo,
ofreciéndose a cualquiera, en citas a ciegas. Licor de enebro y polvo andino.
Además de una incurable tuberculosis que solevantaba con codeína y coñac. Fiestas
y desparrames que terminaron por exasperar a Goldwyn. Al parecer, en un ensayo
de guion, vio cómo se sacaba su petaca de Cartier, para meterse un buen tanganazo
de Ginebra y tirar de su esnifador nasal. Goldwynd tenía la mosca en la oreja,
pero tras la evidencia “in situ” rescindió el contrato. Por aquel entonces, su
relación con el cineasta, William Desmond Taylor y los devaneos con los
camellos de la vieja ciudad le tenían en vilo.
Todo
parecía desmoronarse, en apenas, lo que dura una calada a un pitillo. La
pregunta quedaba suspendida en el aire; ¿Qué ocurrió con WDT? ¿Por qué Mabel
Normand se confesó culpable de ver al director, unos momentos antes del
asesinato, a pesar de que fuera inocente? MN estaba en el ojo del huracán. El
sensacionalismo de todo este affaire por parte de toda la prensa acabó en una
protesta social, donde sus películas fueron censuradas, similar a la de su
colega FA. Obviamente, el viejo y fantasioso Hollywood está viviendo tiempos
convulsos y de gran agitación social. La sociedad estaba en constante
movimiento. El nuevo siglo disponía una nueva década que cuatro años más tarde,
todo el desarrollo industrial e inventivo, desembocaría en el primer gran
conflicto bélico del S.XX: la Primera Guerra Mundial. Mientras, la sociedad americana
hacía participe del desarrollo industrial a las mujeres y estas, intentaban
hacerse un hueco, buscando su derecho al voto. La vida en la nueva Babilonia y
NY era más rápida, extravagante y, a veces, altiva sobre las drogas y el
alcohol. Una mujer apenas con veintipocos años, de origen pobre, abriéndose
camino entre auténticos lobos y linces del mundo del espectáculo. La chica de
la Biograph, de la Vitagraph, la directora de Keystone, la superstar, al lado
del mastodonte histrión, convertido en otra superstar. De la noche a la mañana,
jóvenes de todo el país, se aglomeraban ante aquellos deslumbrantes
Nickelodeones. Mabel Normand se convertía en una estrella de la constelación
babilónica para bien o para mal. Ella, igual que Rosco o Chaplin eran el puto
Hoolywood, tanto como Goldwyd, o Zanuck en su momento. La coba, la gloria y la
fortuna era su nuevo espacio. Aquellas prehistóricas trabajadoras del
espectáculo tomaron conciencia de que, gracias a sus caras bonitas, hacían
ganar a los osados empresarios judíos de la Costa Este muchos dólares. ¿Acaso
Mabel Normand fue simplemente una damisela en apuros, como en muchos de los
personajes representados en sus películas? De reina a villana, esa maldita
décima de segundo, hay un bostezo. Los medios de comunicación fabricaron un
personaje oscuro y sin escrúpulos.
Mabel
Normand es historia del cine contemporáneo. Su currículum es admirable. Dirigió
y escribió películas que son patrimonio cultural del cine pre-code. Además, de aparecer en más de 100 films. Muchas de ellas al lado
de otro célebre personaje —comprometido y polémico— actor de aquella época y
compañero de productora: Fatty Arbuckle. El rey del escándalo, acusado de
homicidio sin premeditación y violación de Virgina Rappe. De sobra era sabido
que —como buenos colegas de profesión— participaron en infinidad de fiestas y
orgías, donde la cocaína, morfina y alcohol, estaban a la orden del camarero de
turno. Mujer hiperactiva y con una tuberculosis crónica acabo en los brazos del
director William Desmond Taylor en 1920. Los dos habían sido amigos buenos
amigos. Se dice que WDT ayudaba a MN en su proceso de desintoxicación del
alcohol, la cocaína y morfina. En 1922, se escucharon disparos en la mansión
del director. Mabel Normand tuvo el don de la mala ubicuidad. Es decir, estar
en el lugar equivocado, en el momento, que no tocaba. La policía la encontró
dentro de la casa quemando una documentación en la chimenea junto a la actriz
Mary Miles Minter, siendo interrogadas y detenidas por la policía. La Normand
quedaba desautorizaba ante la prensa del higadillo y su público. Se pasó más de un mes en el sanatorio Glen Springs. Pero
no hubo pruebas cotundentes de que estuviera alli. Falso. Su madre se encargó de sobornar a un buen número de fiscales. La cuestión es que, en apenas
unos seis meses, el affaire William Desmond Taylor quedó finiquitado con un
montón fallos y pruebas no investigadas. Lo comentado al principio de esta
exhaustiva crónica; los muchos aludidos y sospechosos de la muerte del cineasta
quedaron libres. Dos de ellos, casualmente, fueron el productor Mark Sennett y
la muy castigada —física y moralmente— Mabel Normand. Sennent intento rescatar a
la chica de sus sueños y fortuna, con “She made Head Over Heels (1922)”, “Oh,
Mabel Behave” (1922). Así como “Suzanna" (1922) y por último, "The Extra Girl" (1923). Tras recibir el visto bueno de los equipos de rodaje y actores, no fue lo mismo con el resto del colectivo de la crítica cinematográfica, ésta, no estaba por la labor de darle tregua en el resurgir de su
carrera. Empero, la Normand, es única y vuelve a meterse en camisa de once varas, para no
perder comba.
El
día de Año nuevo de 1924. Su chofer un tipo de dudosa credibilidad (la policía
confirmó que se trataba de un ex convicto de Oakland) —cuyo auténtico nombre—
Horace Greer tomó el revolver, de la diva, y la emprendió a tiros contra el
novio de ella, Courtland Dines, un corredor de bolsa del mundo del petróleo.
Afortunadamente, Dines, pudo salvar su vida y Normand tuvo que esperar a 1926
para firmar un contrato con la productora de Hal Roach, “Raggedy Rose” y “The
Nickel-Hopper” ambas en 1926. En 1927 "Anything Once" y ¿Should Men Walk Home?, esta última, dirigida por Leo McCarey y el último corto antes
del agravamiento de los episodios de tuberculosis; “One Hour Married” (1927).
Nada volvió a ser igual. La prensa amarilla y la no sensacionalista, habían
encontrado un filón en todas aquellas estrellas del cine cómico y sus devaneos
personales, fuera de plano. Poco quedaba, en el
recuerdo de la industria, del valor de esta extraordinaria mujer. Una pionera en
aquel arte, tan primitivo, dentro de una industria agreste y entusiasta. Mabel es la primera mujer —que fue filmada— en un aeroplano, en “A Dash through the clouds” (1912). Trató de reubicar su vida, sobre todo con su nuevo amante,
pero sus films seguían tirándose a las puertas de los teatros y su nombre
calumniado sistemáticamente. Cuenta la anécdota que Mabel Normand, leyó un
libro, que le dejó WDT pocas horas antes de su asesinato. Se trataba de la obra
de Nietzsche “Así habló Zaratrusta”. Curiosamente, en una entrevista al Sunday
News, le espetó al periodista; “La vida es demasiado corta”. Los miembros de la
familia hablaban de sus constantes estancias, en el sanatorio desde muy joven, y
todas, las que su amigo, mentor, jefe y amante, sabría. Le condicionaron sus
sobreesfuerzos. Finalmente, su último internamiento, en el Sanatorio Pottenger
fue el definitivo. El 23 de febrero de 1930, fallecía en la villa de Monrovia
(California) con 37 años. No llegó a los 40 años. Murió con dolor y la
sensación de haber luchado contra todo. Dos años (1932) más tarde, su viejo
amigo Fatty Abuckle murió, esperando debutar en el cine sonoro. Mack Sennett
compungido y dolido produjo su último film, antes de que quebrará su
productora. Dixit: nunca le guardaré rencor. Aquel tiempo, será recordado como,
algo inolvidable, imprevisible y desternillante. La risa, como la muerte, la
induce un tercer factor. En este caso, el talento de Normand se lo llevó con
ella. Alguien podría haber dejado en su tumba el siguiente epitafio de “Así
habló Zaratrusta”; “Siempre hay una pizca de locura en el amor. Sin embargo,
igualmente hay en todo momento un poco de razón en la locura”.
Dedicado a la memoria de todas la víctimas del atentado yihadista en Barcelona 17/08/2017 in Memoriam
Dedicado a la memoria de todas la víctimas del atentado yihadista en Barcelona 17/08/2017 in Memoriam
Biografía
consultada y recomendada
Mabel
Normand: The Life and Career of a Hollywood Madcap by Timothy Dean Lefler Ed.
McFarland 2016
Tinseltown:
Murder, Morphine, and Madness at the Dawn by William J. Mann of Hollywood Ed.
Harper (2015)
Fotogramas
adjuntados
Mabel
Normand posando
Mabel’s
Dramatic Career (1913)
Mabel
Normand and Barney Oldfield in Barney Oldfield's Race for a Life (1913)
Mabel
at the Wheel (1914)
Mabel
Normand&Roscoe "Fatty" Arbuckle, He Did and He didnt't,(1916)
Samuel
Goldwyn& Mabel Normand &Charles Chaplin
Extra
Girl (1921)
Pinto
(1920) Mabel Normand, Andrew Arbuckle, John Burton, Richard Cummings, Joseph
Hazelton & George Kunkel,
Funeral
por Mabel Normand
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