Fatty Arbuckle: Gula, lujuria y envidia en Hollywoodland
A
lo largo de la historia del ser humano, la gula ha sido el pecado más ignorado por la religión
cristiana. Algo, con lo que no contaba, el creador, las actuales y adictivas cadenas de alimentación. El culto por los Fast Food es el balneario de la gula,
en todo su esplendor. Sin embargo, este pecado no solo habla sobre comer, sino de
toda sustancia nociva, de la cual se abuse. Lo paradójico del reto es que ese
ingrediente, de la que se presume: como altamente nociva. Más tarde o más
temprano; algo acabará con servidor y el resto del planeta. En la antigua Roma,
los romanos eran glotones empedernidos. Se hicieron famosos, en la historia
antigua, por sus exquisitos banquetes donde comían hasta hartarse y cuasi
reventar. Muchos se dirigían a la ventana más cercana y vomitaban todo lo que
habían ingerido. Una vez vaciado el buche regresaban a la mesa, para seguir
devorando manduca hasta la próxima regurgitación. El arte ha dejado obras
maestras, en manos divinas, caso de Hieronymus Bosch, donde se puede contemplar
la gula desde una perspectiva milimétrica. Por una de las secciones, de la Mesa
de los pecados capitales; se aprecian cuatro personajes. En la mesa hay un
hombre gordo comiendo. A la derecha, de pie, otro que bebe ansiosamente,
directamente de la jarra. A la izquierda, una mujer presenta una nueva vianda
en una bandeja. En primer plano,
una salchicha se asa al fuego. Aparece un niño obeso, que simboliza el mal
ejemplo que se da a la infancia. Siguiendo con los siete pecados capitales y aquella
joya que rodó el solvente David Fincher, en la entretenida Seven; la gula
reflejaba uno de los episodios del film más desagradables y a la vez tragicómicos.
Y es que la religión cristiana atribuye un color y un animal a este pecado. El
cerdo y el color naranja. No vamos a ser malvados con este asunto del cerdo y el
tono naranjito. Pues, vivimos en un mundo de ideas perversas y demasiado
calenturientas, que en manos de fútiles interpretes podrían embadurnarse de
estulticia. Actualmente, la gula es el pecado que se mira con menos recelo, ya
que el culto a la comida, es más un arte, que un pecado. ¿Qué se lo pregunten a
los directivos de las cadenas de televisión española y su pasión por los
Realitys de cocina? Creo, que nos hemos
explicado y el porqué de nuestro
itinerario por alguno de los Affaires más brutales de la vieja Babilonia/Hollywooland
Decididamente, una lectura de los Pecados Capitales, a través de la obra de
Dante Alighieri nunca está de menos y este tiempo, actual, donde el otoño está
siendo una estación agradable, siempre hay un hueco para una buena relectura.
El concepto gula, se define, como todo apetito desmedido hacia cualquier
sustancia que el cuerpo demande, incluyendo drogas, alcohol, y por supuesto, la
manduca a tutiplén. Ahí, encajaba de maravilla nuestro personaje de hoy; Roscoe Fatty Arbuckle. Seguimos instalados, en la década divina, donde
esos de la segunda cámara secundaría digital en 4K, no existía y menos aún el cute
& delete. No los rollos de las vetustas películas del joven Kodak and
Cia. A golpe de manivela nos ponían al día de los devaneos de nuestro amado y
primitivo Hollywood. Aún reciente, la muerte del gran Wallace Reid y la maldita aguja de Pravaz. Aquella prístina
sociedad, del espectáculo cinematográfico, estaba de bajón. El público
necesitaba risas, carcajadas a mandíbula suelta, y de nuevo, lo que es ley de
vida: el show debe continuar. Posiblemente, Hollywoodland era así de
caprichoso. Un día cualquiera, de la noche a la mañana, llamas a la puerta de
un productor y tiene el baño hecho unos zorros.
Del
soplete y el plomo, a dirigir películas
mudas. Sintéticamente esta sería la historia de un un tipo enorme y rebosante
de carne por todos sus costados; nuestro protagonista de esta crónica. Roscoe Fatty Arbuckle tenía 34 años y pesaría,
entre los 120 a 140 kilos de peso. Dicen que cuando nació pesaba 8 kilos y con
él nueve hermanos. Sus padres emigraron desde Kansas hasta California. Como
muchas-os de las grandes estrellas, con una infancia triste y difícil. Su padre
era un borracho maltratador de mucho cuidado. Pues, el progenitor la tenía bien
tomada con el chaval. Puso en duda, en
más de una ocasión, el lazo de sangre entre el pequeño Roscoe y él.
Sospechaba que un mozalbete tan gordo no daba con el patrón de una familia de
talla normalita. A ello, se le sumaba la mala salud de la madre de Fatty, que desde el parto, la mujer
había ido a menos. Fatty odiaba su
físico y las constantes humillaciones—típicas y crueles—de tus compañeros de
colegio e infancia. Sin embargo hubo un lugar, donde FA era el dueño absoluto
del tablero. Decidió que había que ganarse las habichuelas y se puso a trabajar
en compañías de vodevil, como mimo, humorista y acróbata (suena extraño, pero
era realmente ágil, a pesar de su peso). FA, desde los 8 años deslumbraba, al
personal pero la muerte de su madre a los 12 años fue un palo, en toda regla. A
solas con un montón de hermanos y un padre alcohólico y violento que lo maldecía.
Siempre que podía le arreaba o le insultaba. Hasta que un día lo dejó. El
chaval era listo y pronto se buscó la vida como botones en un hotel en S. José.
Allí, un tipo lo observó trabajar. Fatty le encantaba cantar y no lo hacía mal.
Bien, aquel tipo lo puso en un teatro, donde rulaba gente de todos los pelajes.
Desde crápulas vividores, puteros impenitentes, buscadores de fortuna y quién
sabe, si algún productor del vetusto Hollywood. El chaval estaba muy nervioso,
pero pronto entró en calor un par de canciones, unos chistes y unas cuantas
acrobacias; se metió al público en el bolsillo. Un público entre los que se
encontraban algunos notables del mundo del espectáculo. Fatty inicia una carrera, muy en serio, desde el momento que conoce
a Sid Grauman, en el teatro Unico de San José. Posteriormente, paso a ser el miembro estrella, en una
compañía de teatro de Oregon. En 1906
y es contratado por un tipo llamado Leon
Errol para trabajar en el teatro Orpheum.
Un día apareció en el Last Chance Saloon, donde FA se
travestía y cantaba para una platea de borrachos mineros —que disfrutaban con
el show— como bebés al son de una nana. Errol le dejó el nombre de Fatty de
por vida, algo que él odiaba y aborreció a lo largo de su carrera artística. FK
era ya un personaje notorio en la escena norteamericana y ese momento, que le
sonreía no lo dejó escapar. FK sabía que un tren de los grandes estaba
esperándole en el apeadero. En 1912
conoció al director y productor Mack
Sennett, dueño de la Keystone Kops Film Company por un asunto de lo más
chocante. MS necesitaba arreglar un inodoro y FK era un manitas con la fontanería, en un periquete, le arreglo el WC.
Mientras resolvía el entuerto, Sennet observaba —detenidamente— sus
movimientos: una agilidad asombrosa para mover herramientas pequeñas y que
requerían de manos habilidosas. Fatty desprendía un halo a diversión sin
quererlo; un don innato. Había caído en gracia y muy pronto acabaría de socio
de Mack Sennent. Comenzó ganando
25 dólares a la semana y a los pocos años sus películas lo convirtieron en uno
de los cómicos más famosos de los Estados Unidos, a la altura de Chester Conklin o Ben Turpin. Fue un
buen amigo de Charles Chaplin (BC reconoció en sus memorias que su estilo dejó señas de maestro).
Y es que Chaplin empezó con un pequeño papel de extra en una película de Arbuckle.
Mabel
Norman—esposa— de Sennett, en comedias que eran la admiración de sus propios
compañeros y competidores: Charles Chaplin y Buster Keaton. A partir de este
año, la Paramount le ofreció el control
total de sus películas, además de crear la
Comique Film Corporation exclusivamente para él, acontecimiento único en la
industria de la época. Acababa de convertirse en el actor mejor pagado de su
época, pues, ese contrato se estimaba que sería alrededor de un millón de
dólares para realizar 18 films y un alto porcentaje, de taquilla, más, en
calidad de actor/productor ejecutivo de su nueva compañía de cine. En 1921,
echen cuentas de TAE y TIN, y demás
variables devaluatorias: un Potosí. Fatty estaba montado en el dólar. Tenía
mucho dinero. En agosto de1921
Arbuckle estaba en la cumbre de su carrera. Era un nuevo millonario de aquella
nueva Babilonia: tenía 25.000 dólares en ropa, un Rolls—Royce y una mansión en
Beverly Hills. A veces, seguía dándole vueltas a la cabeza al maldito apodo de
Fatty, pues, lo abominaba. Por no decir, que le asqueaba escucharlo, cada vez
que oía el maldito mote. Sin embargo los estudios lo obligaban a mantenerlo a
cualquier precio, es decir, como si se comía una granja de pollos entera. Fatty
debía de estar siempre orondo y relleno. Hay
que reconocer que con un peso de 140 kilos, aquel tipo tenía una agilidad que impresionaba
las futuras estrellas de la comedia cinematográfica. Una condición genética, a
la que le estuvo agradecido, de por vida. Fatty
era un hombre generoso, bonachón y amigo de las fiestas, que la prensa del
espectáculo calificaba de divertidas y desmesuradas. Otras lenguas hablaban de
un tipo aireado y malhumorado que bebía como un cosaco. Adicto a la morfina y
la cocaína. Como muchos de los de aquella época, el ritmo de trabajo era
agotador y los estimulantes estaban a la orden del día. El pobre Fatty sufrió,
en una de sus piernas—una herida— que derivó en una infección bacteriana del
carbunco. Su estado era muy débil, ya que durante el proceso perdió unos 25 kilos,
y, la cosa se puso muy fea, cuando los galenos estuvieron en un tris de
apuntarle la pierna. Y posiblemente, queridos amigos, el peor pecado no sea
la gula de Fatty, sino la envidia del personal, de ver como un tipo orondo y
arrogante triunfaba. Los
dolores eran tan fuertes, que se pueden imaginar el resultado del trance, pues,
un buen chute de morfina era el mejor paliativo para seguir en forma. Fatty Arbuckle tenía fama de obesivo/compulsivo por la limpieza y la
gula lo devoraba mentalmente. Comía hasta vomitar la última aceituna, y, poco
después volver a darse un nuevo atracón. Pero ya hemos hablado de los pecados
capitales: De la gula a la avaricia y de soberbia a la envidia hay un apenas un
minipeldaño. En 1920 impulsó la carrera de un joven que se convertiría en su
mejor amigo, Buster Keaton. Buster fue el cómico que nunca reía y esto tiene
una razón: cierta vez fue a almorzar con FA y un productor de la Paramount para
hablar de un papel que le iban a dar. Keaton tenía una seria crisis estomacal y
hacía esfuerzos para no reírse y no vomitar.
A Fatty le causó tanta gracia que le pidió
que siempre se mantuviese serio. El 3 de setiembre, su amigo, Fred Fischbach planeo una gran fiesta
para celebrar la buena marcha de la carrera de Fatty. Roscoe que triunfo rápidamente, pronto se dio cuenta
que en este negocio iban unos añadidos con los que tenías que convivir. Su timidez inicial y una relativa fobia social, por los saraos
de promoción, de repente, todo cambió. El plus de relacionarse con la gente, y por ende, la
obligación de generar una mayor sociabilidad, poco a poco terminó por ser los
más sociales de aquel mundillo. Sus fiestas y eventos era lo más de lo más.
El actor anunció que se iba de Hollywood a San Francisco a festejar durante 48
horas. Concretamente, el éxito de su nuevo film; loco para casarse planeo una gran fiesta para celebrar el
acontecimiento. Una fiesta, que se
convirtió en una superfiesta —de tres
días— en el Hotel de St. Francis en San Francisco. Una orgía que —desgraciadamente—
fue su cripta. Alquiló las habitaciones; 1219, 1220 y 1221 del hotel
St. Francis y llevó una victrola, discos, ginebra y whisky. En los Estados
Unidos regía ya la Ley Seca, pero era también la época del jazz, de los Años
Locos, y Fatty era Fatty. Las mejores
fiestas del mundo… Estas fiestas
dejaban a las fiestas de la Ibiza del S.XXI a la altura del betún. Pues,
algunas duraban días y semanas. A ello había que añadirle la fama del aludido
en cuestión y el porqué de la celebración. Nadie se quería perder las bacanales
de Fatty Arbuckle. Pero su mujer, Araminta
Durfee, se cansó de los excesos de su marido y lo abandonó. El mundo de
Hollywood de los años 20 era un mundo frívolo en el que la bebida y las drogas
corrían a raudales por las fiestas. Una cuba de
alcohol y drogas de todos los colores habían corrido a raudales por las
habitaciones del St Francis. Algo que
no estaba en el guion era el affaire Virginia
Rappe. Al parecer, aquella prometedora, actriz murió desangrada por la
comentada peritonitis. Comienza un runrún de fondo donde se cruzan multitud de
versiones sobre una hipotética violación con una botella de Coca-Cola, a manos
de FA, la cual, le causó un fuerte desgarro en el interior de la de vejiga. Ella,
una aspirante a actriz famosa; Virginia
Rappe. Se sintió mal y pocos días después murió de peritonitis. Pero una amiga
suya acusó al cómico de haberla violado con una botella, consiguiendo llevarlo
a los tribunales. En tres juicios, FA fue declarado inocente, pero su carrera
quedó destruida para siempre. Obviamente,
aquel affaire protagonizado por Roscoe
Arbuckle escenificó —como ninguno— el descontrol de aquella Sodoma y
Gomorra psicotrópica, de todos los
colores y apetitos, de las que hemos hablado por estos lares, en más de una
ocasión. Tentaciones de las que pocos se salvan o abstenían en aquella
Babilonia sine die y Scottfitzgelriana.
No tengan la menor duda, que muchos de los que estaban detrás de la caza de
brujas sobre el adiposo Fatty, no estaban más libres de pecado y espíritu
envenenado. En el primer
juicio mediático—de primera categoría— que la prensa de todo el país celebró y
hostigó contra el indefenso FA. Aunque
él siempre se declaró inocente y las pruebas no indicaban lo contrario,
aparecieron en la prensa cientos de detalles escabrosos sin contrastar. Se
habló de que la gran obesidad de Roscoe: le impedía mantener relaciones
sexuales, y por eso, la había violado con una botella de champán o Coca-Cola. Otras
versiones hablaban de repetidas e incesantes violaciones sobre la actriz y del
ahogamiento de ésta, ya que al estar debajo de Roscoe, el peso de él la asfixió.
Comentarios que salieron de la boca de FA—dichos o figurados desde las
habitaciones contiguas a la orgía. Ya te
tenía ganas. He esperado cinco años, y ahora, ya te tengo.
Después
de una media hora más o menos, Delmont oyó a V. Rappe que gritaba. Entonces llamó
a la puerta y le dio un puntapié, ya que estaba cerrada con llave. Tras una
larga demora; Roscoe Arbuckle vino a la
puerta en pijama y con un sombrero de Rappe, ligeramente inclinada, el ala
hacia la izquierda y sonriendo con una cara de loco; era la típica sonrisa
cómica de pantalla. Detrás de él, Mis
Rappe estaba tirada en la cama, sollozando.
Arbuckle lo hizo”, dijo la actriz, según Delmont. Lo que sucedió en las horas subsiguientes destapó todo
tipo de cuchicheos de costa Oeste a Este.
Los diarios de William Randolph
Hearst tenían un enorme
lápiz al cual sacarle punta y por un buen tiempo. La gran historia deseada de
la prensa del higadillo. El editorial diría más tarde —que el escándalo— de Arbuckle
vende más prensa, que el hundimiento del Lusitania. Las primeras
páginas del imperio periodístico Hearst sacaba titulares espeluznantes. Todo
ello, con una antelación idéntica— a la de estos años tecnológicos— de infinitas
redes sociales. Mucho antes de Arbuckle tuviera la oportunidad de decir
su versión de los hechos. Aquellos rumores sobre, los
que FA había cometido, todo tipo de depravaciones sexuales comenzaron
arremolinarse. La campaña AntiFatty hizo su efecto. Toneladas de cartas inundaron los estudios
Paramount, en la prensa amarilla publicaron las más increíbles noticias. Adolphe Zuckor se asustó y rescindió el
contrato. La persecución que sufrió el orondo actor fue atroz. Sus
películas fueron retiradas de los teatros y varias de ellas fueron destruidas.
Aunque en el juicio se demostró su inocencia; el daño ya estaba hecho y Roscoe Fatty ya no fue nunca más el mismo. Arbuckle se entregó y estuvo durante
tres semanas en la cárcel. La Policía hizo la foto de la ficha de FA con unos
ojos azules abatidos, embotado en uno de sus trajes caros y sucios, con su característica pajarita.
Su cara redonda, empalidecía, y la sonrisa de Fatty se había difuminado. No
quedaba nada de la alegría de aquellas muecas del celuloide. Permaneció en
silencio como las insinuaciones sobredimensionadas. Dicen que todo esto venía de lejos. Pues, la actriz Virginia Rape tenía
25 años y había actuado, en un montón de producciones, con poca fortuna. Muchos
de los filmes que rodó fueron con el director y productor: Henry Lehrman, un tipo, que envidiaba, la suerte y el éxito de FA.
Casualmente, Miss Rape en una revista de la farándula fue preguntada ante la
hipotética reunión de ella con Fatty
Arbuckle. A lo que ésta, se explayó, a gusto, con el actor. Lo llamó—textualmente—ser repugnante, burdo,
vulgar y muy irrespetuoso con las mujeres. Estos comentarios fueron muy
cacareados, ya que la gente, que conocía bien al de Kansas, daba fe de su
caballerosidad y generosidad con todo el mundo. Obviamente, los abogados de
Arbuckle insistieron en su inocencia y se pidió que el público no hiciera de
esta situación un juicio paralelo hasta que todos los hechos de la
investigación concluyeran. Pero pronto se advirtió que la cosa pintaba fea, y,
el actor Fatty Arbuckle tendría hacer su mejor interpretación; la de
convencer a todo el mundo de su inocencia. El
comediante expresó a una historia muy diferente a la expuesta por M. Delmont. Arbuckle fue acusado de homicidio involuntario y la
vista para el juicio, en noviembre del
mismo año. El
fiscal, de San Francisco, Matthew Brady vio el caso la oportunidad perfecta
para poner en marcha; su carrera en el campo de la política, pero que está
empezando a tener problemas con su testigo estrella, Maude Delmont (misterioso y siniestro personaje que según
las afiladas lenguas del Hollywood más canalla, se dedicaba a procurar de
jóvenes ingenuas para las fiestas y orgias, donde circulaban los huéspedes
masculinos de mayor parné). Delmont solía
estar al quite de estos desagradables incidentes, pues, no era la primera
ocasiones que se encontraban a los invitados implicados en un escándalo, por el
cual, se les acusaba de violación. Delmont, ante situaciones más engorrosas
utilizaba la extorsión como herramienta para acuerdos fructíferos.
A
veces afirmaba ser un amigo de por vida de Rappe;
otras veces, ella insistió que se habían conocido pocos días antes de la
fiesta. Sin embargo, Brady procedió a juicio. Los periódicos nunca cuestionaron la
versión de la sibilina Maude Delmont.
Y el proceso de lapidación a Arbuckle seguía su curso. Su reputación era un
desastre, incluso después de que sus amigos Buster
Keaton y Charlie Chaplin avalarán
por su honorabilidad y comportamiento modélico. Finalmente la legión de picapleitos contratados por Arbuckle (ya había gastado más de 650.000 dólares) mostraron el informe médico, en el que Virginia Rappe había tenido una
enfermedad crónica congénita de la vejiga. Así como una gran cantidad de
abortos.Su autopsia concluyó —que allí no observaba— ninguna señal de
violencia en el cuerpo. Ni evidencias que la muchacha había sido atacada de
cualquier modo. (La defensa
también tenía testigos con la información perjudicial sobre el pasado de Rappe,
pero Arbuckle no les dejaría declarar, dijo, por respeto a los muertos.) El
doctor que trató a Rappe, en el hotel declaró, que le había dicho, que Arbuckle no trató de asaltarla
sexualmente. Pero el fiscal rechazó las alegaciones de la defensa con rumores. El 12 de abril de
1922, el jurado absolvió a Arbuckle del homicidio sin premeditación —después de
deliberar durante sólo cinco minutos— cuatro de los cuales fueron utilizados
para preparar una declaración: Absolución no es suficiente para Roscoe
Arbuckle. Tenemos la sensación de que se ha hecho una gran injusticia con él…no había la más
mínima prueba presentada para implicarlo —de algún modo— con los argumentos
espurios que se expusieron la Comisión de un delito. Fue honesto,
valiente y franco con la justicia. Contó
una sencilla historia que todos creemos. Le deseamos éxito y esperamos que el
pueblo estadounidense otorgue la sentencia de catorce hombres y mujeres que
Roscoe Arbuckle es totalmente inocente y libre de toda culpa. Una semana
más tarde, William H. Hays, quien la industria cinematográfica de productores y
distribuidores contrató como censor para restaurar su buena imagen y honorabilidad
del negocio fílmico dimitió de su puesto. Cuando se percató que Fatty Arbuckle aparecía en la pantalla.
No obstante, el daño estaba hecho. William H. Hays, no tardaría en volver a
campar por los estudios a la caza de escenas subidas de tono o diálogos
políticamente incorrectos. Las famosas películas de FA habían desaparecido de
todos los escenarios y teatros del país. Films entre los que destacamos: Lead Year (1924) by J. Craze&F.Arbuckle
Crazy to Merry (1921) by James CruzeThe garage (1919) by R. Fatty Arbuckle Back
stage (1919) by R. Fatty Arbuckle Out West (1918) by R. Fatty Arbuckle Good
Night, Nurse! By (1918) Fatty Arbuckle The Butcher Boy(1917) by R. Fatty Arbuckle The Bell boy by R. Fatty
Arbuckle 1917 Coney Island 1917 by Roscoe Arbuckle Mabel, Fatty and the Law
1915 by Roscoe Arbuckle The Rounders (1914) by Charles Chaplin The
Knockout (1914) by Charles Avery Fatty
Again (1914) by Roscoe Arbuckle. Hablamos de un actor que entre unos
rodajes e interpretaciones hizo alrededor de 170 peliculas Por el contrario, Fatty Arbuckle
estaba exhausto tras todo este tiempo de pleitos. Terminó cambiando su nombre
por el de William B. Goodrich y
trabajó detrás de cámara, dirigiendo películas para los amigos que se
mantuvieron leales a él y apenas ganan la vida de la única empresa que conocía.
Posteriormente, esos buenos amigos comentaban muchas de las grandes habilidades
que siempre tuvo para descubrir nuevos talentos. Su gran amigo de toda la vida,
Buster Keaton le ofreció dirigir un
moderno Sherlock Holmes en 1924 pero
FA había perdido su carácter afable y simpático. Se había convertido en un ser
amargado e irritable. No le dejaron dirigir la película su amigo Buster, pero
insistió y finalmente rodó El molino de los duendes The red mill (1927) con Marion Davies (la esposa de Randolph
Hearst). Fatty dirigió después Por encomienda postal Special delivery, (1927)
con Eddie Cantor y Windy Riley goes
Hollywood (1931) con Louise Brooks.
Curiosamente, Mabel Normand, su
ex-compañera en tantas películas, también tuvo un escándalo en 1922 que
destruyó su importante carrera muriendo en 1930. Fatty en el sonoro sólo
rodo un cortometraje como actor, visto en Hollywood, crónica negra (Hollywood,
Unsolved Mysteries, 1989). Sin un centavo y con el secreto de todo el affaire más inquietante del Hollywood, de aquellos años. En 1933 un ataque al corazón acabó con la sonrisa de
niño de grandes ojos azules y cara mofletuda. Roscoe Fatty Arbuckle tenía 46 años y vivía en la más absoluta
soledad de la habitación de un hotel. Su alma y la de Virgina Rappe se llevaron el secreto más deseado de la divina comedía del cine, en la pérfida Babilonia. Descansen en paz
Dedidacado
a Allen Toussaint enero de 1938/noviembre
2015 In memoriam
Bibliografía
consultada y recomendada
Roscoe
"Fatty" Arbuckle: A Biography of the Silent Film Comedian (1887-1933)
by Stuart Oderman Ed. McFarland. Redición (2005)
Frame-Up!:
The Untold Story of Roscoe Fatty Arbuckle byAndy Edmonds
Ed.
William Morrow (1991)
The
Day the Laughter Stopped by David Yallop Ed. Kindle Amazon
Yo,
Fatty (Panorama de narrativas) by Jerry Stahl Ed. Anagrama (2008)