LA NUEVA FICCIÓN MADE IN USA: HBO y OTROS CANALES

mayo 06, 2012 Jon Alonso 12 Comments


                            
                                   



                                             


      

                                                                     SERIES DE TV CON AROMA A CINE MASYÚSCULO




“Las series de Tv han conseguido arrasar y vencer a las novelas— “la terquedad simbólica y rítmica”— por su alcance mediático de internet transmitiendo durante 4, 5 o 6 años la misma idea” dixit: Fernando Ángel Moreno (Filólogo Semiólogo), de la UCM. Así, quisiera ampliar este post para introducirnos en un contexto artístico audiovisual que está rompiendo moldes: la nueva ficción televisiva norteamericana del cable. La cadenas de Tv—esencialmente la HBO— junto con el despegue de  AMC, Showtime y últimamente, Starz emprendieron una ruta definitiva; la producción de series más realistas y profundas. Veamos la génesis de esta transformación y el porqué. Twin Peaks fue el embrión (“bastión revolucionario”) como ninguna otra serie en la historia de la televisión. Este producto encontró un público y a una crítica académica deseosa de visionar una ficción diferente. El dueto formado por Lynch y Frost desembocó en una serie provocadora, aventurera, endulzada de eso que hasta entonces se entendía como la soap opera (culebrón en serie anglosajón) las historias cruzadas de un pequeño pueblo fronterizo entre los Estados Unidos y el Canadá, donde sus habitantes convivían entre infidelidades, negocios turbios, tráfico de drogas, especulaciones urbanísticas, chantajes, sadismo, asesinatos  mafias y fenómenos paranormales; parece que fue ayer. Pero esa  manera de fotografiar las secuencias, el surrealismo que envuelve toda la trama y una BSO—que marca la sintonía como identidad de un producto revolucionario—de A. Badalamenti, dejaron una simiente que lo ha cambiado todo y de momento continua. Han pasado más de veinte años largos y sigue siendo la mater familias de todas las series de la ficción actual. La televisión perdió su virginidad, entre estruendos pugilísticos de una guerra contra el terrorismo y bandazos caprichosos de un presidente que se atragantaba comiendo galletitas y nachos mientras disfrutaba de las Final Series of Super Bowl a la vera de sus cachorros; menudo susto para los dos. Llegó el Boss de Time Warner y dijo: algo pasa en América. Su producción ejecutiva lanzó un nuevo eslogan: “No es televisión es HBO...” El canal de cable por pago HBO (otrora tiempo el gran canal del boxeo de las Vegas y del Madison Square Garden, sigue siéndolo) fue pionero en un nuevo modelo de televisión en el que el espectador deja de ser un usuario en una relación económica ajena para convertirse en un cliente: alguien exigente que sabe lo que quiere y como lo quiere: espectadores gourmets. Cada cierto el tiempo, el mundo se nos desmorona de repente y sólo nos quedan preguntas sin respuesta. He aquí una de las esencias básicas del nuevo concepto de ficción  TV Made in Usa. Cuando chocan dos portaviones a toda máquina el resultado puede acabar en naufragio. Aquí, la gente con talento del portaviones A, se marchó a HBO y los cómodos conservadores ejecutivos del portaviones B, se decantaron por un Hollywood atolondrado, juvenal, repleto de remakes prescindibles e hipertróficos de FX; obnubilados por la magia de superhéroes del comic. Los hechos hablan por sí solos ¿Quién vaticinaría que la legendaria serie insignia de HBO, Los Soprano alcanzase una audiencia puntual de 13,5milones de espectadores? Nadie. ¿Cuál es el secreto?, talento y ganas. Y en ese maremágnum que es la vida, ésa que pasa todos los días, silente y deprisa por delante de nosotros: a veces, carbura entre el  caos y la incomprensión del ciudadano consumidor de a pie. Alan Ball, en 1999 creó el guion de la aclamada American Beauty  dirigida por Sam Mendes donde ya se atisbaba esa desmembración del American Way of Life: cuando aquel 11 de septiembre de 2001 dos Boing 767 impactaban en las Twin Towers, cayendo y destruyendo el World Trade Center. Arrancó el sueño de una nueva ficción de TV, más realista, vital, desgarradora de las miserias del ser humano. Nuevos productores ejecutivos cercanos al indie y junto a alguna vaca sagrada de los 80, que reinaron en las tres majors televisivas por antonomasia; ABS, CBS y NBC: nos han dejado auténticas obras maestras  para el  norteamericano medio de cualquier parte de su geografía, que ve en la gran pantalla una ocasión de reencontrarse con un material oblicuo y rocoso de encontrar en otros sitios. Con un target medio—medioalto, maduro— fiel al Per per View.  Un pastel muy suculento en un país de grandes contrastes: libertad creativa, apuesta por el talento clásico y alternativo, donde un nombre llevo el estandarte de la nueva HBO y su inolvidable, “Los Soprano” de David Chase. En la actualidad HBO se encuentra completamente asentada como la empresa más idiosincrática y prestigiosa de la industria televisiva en Estados Unidos, marcando un estilo que ha sido imitado con éxito por otros canales de cable como FX (“24h” y “Rescue Me”) del Canal Fox. Aunque, también ha sufrido una buena ración de fracasos, sus comedias y particularmente sus dramas han logrado éxito comercial a la vez que crítico influyendo de manera decisiva en la producción de televisión contemporánea. Al final del artículo encontraran una completa biografía para extenderse más y conocer todos los entresijos de la nueva ficción y la series de TV norteamericanas.
Bien, en resumidas cuentas, ésta sería mi selección de las 10 mejores series televisivas de todos los tiempos. Dicho esto, valga que desde mi humilde evaluación, me he remitido a los tiempos de “Lucille Ball”, “La hora de A. Hitchcock”, “Canción triste de Hill Street” o “Miami Vice". Ésta, es mi criba personal -de lo que considero cine en TV-, en estos canales  norteamericanos del cable. Reitero, hay obras maestras televisivas británicas (“Arriba y Abajo”,” Yo Claudio” o “Retorno a Brideshead”y un largo etcétera...) Pero, ese no es el objetivo de este análisis. Reitero que en su momento se podría hablar de la nueva ficción británica. Lo intentaremos. Bien, ahí van. Por un orden, donde advierto que del 1 al 6; los puestos son válidos tanto para las elegidas, como el resto de mencionadas. Me es muy difícil, realizar la evaluación con una excepción: la número uno y  medalla de oro; Los Soprano. No hay color. Todo el mundo lo dice y es que,  por una vez puede que la crítica del mundo haya coincido en el conjunto de una obra maestra impepinable.








                                                                                                       LOS SOPRANO

                                                                          








                                                                                                 

Su originalidad, y la esencia de su propuesta la hacen—bajo mi punto de vista—ostentar el  número uno. No he visto, en la pequeña pantalla mejor producto desde todos los planos posibles: guion, producción, dirección artística, casting y la Soundtrack (más de 400 temas que son la historia de la música contemporánea en 86 episodios y 6 temporadas) febril, dijo su creador: “La serie la podrían haber protagonizado B. Dylan, E. Costello o los Stones”…Tony Soprano (James Gandolfini) es el jefe de una banda de mafiosos de N. Jersey, casado con Carmela Soprano (Edie Falco) y sus hijos, vive el día a día de un ciudadano modélico en una urbanización de clase alta con sus alegrías, desventuras y  crisis personales tan cotidianas como las de cualquier individuo del vecindario. A todo ello, hay que sumarle su estado emocional (crisis de los 40) que le lleva a ponerse en contacto con una psiquiatra; la Dra. Melfi (Lorraine Bracco) —Sibila Freudiana—de la regurgitación del porqué a sus ataques de pánico y fobias dentro de su organización criminal y por ende, su familia. Con una trama circular y en cajonera rezuma esencia Shakesperiana en muchos de los episodios donde el fin justifica los medios por puro pragmatismo (hay mucho de Hamlet, del rey Lear y el Mercader de Venecia) en un homenaje a las obras maestras del cine de gansters “El Padrino” y “Uno de los nuestros” aderezados con momentos de la familia Simpsons en carne y hueso. Con el aura latente de un sex appeal que causa auténticos retorcijones de estómago por algunos de los personajes que rondan a los largo de los 50 minutos de media que dura un episodio. Hay un aroma al gran Dean Martin (y su eterna pandilla juerguista de las Vegas) en el clan de la organización y otro que espera en la sombra, clon inseparable de Al Pacino (Michael Corleone) de Coppola; El submundo de “La Cosa Nostra”, se nos hace cotidiano y casual: La simpatía por el diablo, porque los personajes de Los Soprano te atrapan y absorben a sus vidas, las cuales, no son tan  distintas al latir diario de las nuestras casi una traslación de  su  boceto similar a la cultura mediterránea (por ende, la cultura española). Se observa la relevancia de los papeles de la madre, de la familia (esposa, hijos-as), machismo, la marginación, terrorismo, la corrupción política, la homosexualidad silente. La exaltación del macho y su valores  asociados a la tosquedad viril, los arranques donjuaneros, gracias a la premisa de la acumulación de riqueza y aquello de  “tanto tienes, tanto vales”. La capacidad de conquista, su asociación al poder y el dinero, la policía, las minorías negras, el cáncer, el alzhéimer, los infartos, la soltería, las drogas. Por ello, creo estamos ante  la reina de las obra suprema con permiso de “The Wire”. Lo dicho, todos mis respetos a quien considera a esta última la mejor de todas, pero mi número uno es el producto de D. Chase





                                

                                                                                               THE  WIRE


        

            

                                                                                                                                                                        
La serie se enmarca en el mundo oscuro del tráfico de drogas en torno a la ciudad de Baltimore (USA). Durante 5 temporadas y 60 episodios nos traslada a un viaje Homérico directo al corazón de las tinieblas humanas. Comienza el primer capítulo con la investigación rutinaria de un crimen donde el personaje central, el detective James McNulty (Dominic West), comenzaba ahí a tener interés en la actividad de un narcotraficante llamado Avon Barksdale (Wood Harris). Sin embargo, el equipo de investigación no empieza a trabajar hasta la aparición  una fotografía suya en posteriores capítulos. La aparición de otra de esas caras que se han convertido en actores de este nuevo milenio: Idris Elba (Stringer Bell), lugarteniente de Barksdale. Un tipo sutil, inteligente, elegante y paciente. El perspicaz McNulty (inteligente, sagaz  y medio alcohólico), empieza a molestar a las altas instancias policiales y políticas de la ciudad con su olfato. Lo que le llevara en la segunda temporada a un destierro provisional de patrullero en una lancha portuaria. The Wire, fue creada por el periodista David Simon—que durante muchos años fue redactor del periódico de Baltimore—y puso en solfa el conocimiento  la degradación de la ciudad y la babel de eso que conocemos como la América de las oportunidades. Entre drogas, prostitución,  corrupción política, segregaciones raciales, manipulación mediática, policías corruptos y todo tipo abusos: jueces, profesores, sanitarios, empresarios, carceleros, banqueros, sindicalistas, militares, padres, madres, etc. D. Simon, no deja títere con cabeza, nadie se salva de la quema. Y personajes, inolvidables como el gay justiciero de la calle (Omar Little), Michael K. Williams, gran actor—su papel— de un aroma Fordiano, inolvidable. Magnifica dirección artística y una dirección de fotografía acertadísima, factura del sello HBO. La serie ha recibido elogios a la altura de las grandes novelas decimonónicas de Dickens o de Dumas. Incluso el presidente Obama dijo que era un fan incondicional  de ella. Se intentará hacer un monográfico sobre la misma, y la corrupción.


                                       



                                                                                  A DOS METROS BAJO TIERRA



                  

                               
                                                 

                                                                                   


La historia de la familia Fischer que regenta una funeraria de los Ángeles. Se emitió en España y fueron 5 temporadas con 63 episodios. La trama principal se sustenta en el fallecimiento del patriarca, Nathaniel Fisher (Richard Jenkins) de la familia en un accidente automovilístico el día de Nochebuena— esperando al hijo mayor de la familia—causando una shock en la propia familia, donde el primogénito Nate Fisher Jr. (Peter Krause) se reciclará como sucesor del negocio funerario llevado hasta entonces por el difunto y su hijo pequeño David Fisher (Michael C. Hall) —un gay obsesivo compulsivo algo pesimista—lo que provocará desencuentros y acercamientos entre hermanos aparentemente desconocidos, junto a la viuda-madre, Ruth Fisher (Frances Conroy) y su hija pequeña, Claire Fisher (Lauren Ambrose): una adolescente conflictiva que quiere ser artista gráfica. A todo ello se le añade el personaje de la futura novia, Brenda Chenowith (Raquel Griffiths) del primogénito; una mujer que padece graves desequilibrios mentales pero con una inteligencia extraordinaria. De factura brillante y formato de culebrón familiar. Alan Ball sienta alrededor de  la mesa del comedor de los Fisher temas  tan complejos e incómodos como: la homosexualidad, el adulterio, la paternidad, el consumo de drogas, el negocio funerario o los conflictos generacionales. Cada episodio abre con la muerte de un hipoteco cliente, donde se aborda con gran tino, lo absurdo de este tema tabú: la irrelevancia y lo anónimo de algo tan cotidiano; la muerte y su significado en nuestras vidas. Desde un infarto, un accidente de tráfico, un accidente doméstico, abuso de drogas, muerte por arma de fuego, un largo etc. Todos, ya se nos hace familiar el affaire, pero la grandeza y la sutilidad para encauzar las subtramas en la storyline inicial. Me parece una pequeña obra maestra. Destacar la selección de directores provenientes del cine independiente norteamericano. Exquisita y muy recomendable,  ya es una pieza de culto.                                                                 


 


                                                                                                       ROMA
                           




                                                                   
                                                                                     


                                                                                                       


Esta historia se remonta a la época de la república romana hasta la llegada del bajo Imperio de Augusto. La serie se va narrando desde el punto de vista de  dos soldados romanos: lucio Vorenus, (Kevin McKidd) y Tito Pulo, (Ray Stevenson), quienes al parecer existieron según se lee en “La Guerra de las Galias” de Julio César, estos  soldados estaban asignados a la decimotercera legión. Durante 2 temporadas de 22 capítulos se nos muestran los acontecimientos históricos en la ciudad de Roma y sus alrededores, amén, de los enfrentamientos bélicos de las Galias y la conquista de Egipto. Durante la primera temporada  se contemplan los sucesos de la ciudad –las guerras civiles- hasta el asesinato de César en el 44 A.C. Por desgracia, no se consumó un trabajo más extenso, que en la segunda parte se concentra en la regencia de Octavio Augusto y el final de Marco Antonio en Egipto. Fue un proyecto de más de 100 millones de dólares, rodados en los estudios de Cinecittà, antes de que fueran destruidos por un incendio que coincidió durante el rodaje (vaya casualidad). Su creador: Bruno Heller –productor y guionista (algunos capítulos dirigidos por lo mejor de la HBO) buscó la mayor exactitud y vitalidad de un producto excelso, dijo: “una recreación histórica ha de ser fiel, pero sobre todo que transmita autenticidad”. Testimonio histórico del principio de la civilización occidental; la ambición de los personajes, las envidias, las venganzas, la guerra, el sexo más explícito, los ciudadanos y sus limitaciones dentro de una storyline,  más que,  Shakesperiana en una coproducción con la BBC, que aportó gran parte de los actores. Auténticos divos del teatro británico. Y por favor, no olviden su exquisita BSO, una delicatessen del gran Jeff Beal, cautivadora desde el score inicial el corte; "Niobe". No sé lo que hubiera dicho W. Wyler sobre esta joya, pero me lo puedo imaginar. Deliciosa y seductora, convertida en serie mítica.

                 



                                                                                                         MAD MEN




                                     


                                                                        
                                                                         
De momento, se han rodado 5 temporadas (65 episodios). En España hemos visto la 4 temporada,  y actualmente el canal AMC está pasando la quinta, que en pocos días Canal Plus estrenará con la misma premura, frescura, elegancia y sagacidad de la primera temporada. Todos los capítulos son una obra maestra del buen gusto. Desde el vestuario, dirección artística, fotografía y su BSO, hasta las tramas que bordan lo inimaginable de toda la revolución cultural norteamericana de los idílicos 60. A veces, creemos que B. Wilder y D. Sirk hubieran resucitado para dirigir este producto. La anécdota es de nuevo encontrarnos con el incondicional B. Obama, como fan número uno. Después de The Wire, dice que está enganchado a esta serie. En sus primeras entregas se veían  flashbacks de los años 50 en Corea e imágenes de la juventud del protagonista Mr. Draper. A medida que avanzan los capítulos se van viendo los flirteos con la llegada al poder de Kennedy, M. Monroe y su muerte, el asesinato del idolatrado presidente. Picnics familiares, el  conflicto de Vietnam, el voto negro, la generación beat, los clubs, el Jazz y los primeros Psychokiller postguerra en estos últimos capítulos. El reparto, cumple las exigencias de un guion que cuenta casi todo lo que decía los Soprano (es curioso comprobar que su creador era primer guionista y escritor de los mejores capítulos de la serie de D. Chase) pero desde la sociedad y la cultura intelectual de un glamour especial. Hay una curiosidad sobre esta maravilla, cuentan que M. Weiner  presentó  el proyecto a HBO y lo desecharon (algún ejecutivo del canal propiedad de Time Warner estará todavía tomando tranquilizantes). Un oasis llamado capitalismo (nacemos entre marcas y nos despedimos con ellas, ¿será que no nos gustan los iphones...?) que te atrapa para decirte que la verdad es mentira y nada es lo que parece. Cada vez que aparece en pantalla el amo de Sterling&Cooper&Draper&Pryce brumas de humo, el olor de whisky de centeno rematado entre esencias de Armani te sumerges en un rincón del Nirvana. Obra maestra, ejemplar ¿se la imaginan en un cine estilo Kinepolis? No hay palabras. Más adelante, le dedicaremos un especial






                                                                                                         DEADWOOD





                                                

                                                                   



                                                                                                       


Serie ambientada en el salvaje oeste, durante los tiempos de colonización y búsqueda del deseado oro. Obra ambiciosa de la HBO, en torno a un género que se presenta en un tono caótico, épico-críptico y dantesco, cuasi hiperrealista. Obra de D. Milch y D. Guggenheim que  construyen con un puñado de personajes inolvidables (desde viudas adictas al láudano a mafiosos Chinos gerentes de porqueras)  el poblado de colonos más realista, sucio y corrupto jamás mostrado en imágenes contemporáneas de la televisión por ende, el cine. El proyecto se consumó en tres temporadas con un total  de 36 episodios; quedó algo deshilvanada en su final, ya que coincidieron varios factores en su contra: desde la huelga de guionistas hasta la negativa de la productora a seguir filmando más material debido al elevado costo del producto y la promesa de redefinir el proyecto en 2 películas. Rodado en unos exteriores magníficos, bien fotografiados, con realizadores eficientes. El capítulo inicial lo firmó el ínclito Walter Hill, dándole ese plus de decadencia cercana al western de S. Peckinpah con un suflé de la hipercrepuscular “Sin Perdón” de C. Eastwood. Deadwood es una pequeña Babel donde campa el caos y ley del más fuerte. Dos protagonistas de gran enjundia: el inmoral y malhablado Al Swearengen (Ian McShane), un actor norirlandés extraordinario junto al estirado y moralista, sheriff Seth Bullock (Timothy Olyphant). Chocan y se acercan en un juego de ironías y mentiras a medias. Aderezado por momentos estelares del personaje Swearengen, que nos recuerda al Séneca más perverso de la historia de la TV, travestido en un Tony Soprano metido en calzoncillos largos y tirantes. La construcción del poblado una tierra virgen a golpe de azada y criba en busca de oro, whisky y meretrices al son del cancán dan la esencia a la utopía del capitalismo. Donde se revitalizan los temas universales del individuo: la codicia, el sexo, y la moral. Hay que remarcar otros personajes míticos del lejano oeste e históricos como Bill Hickok (Keith Carradine), en sus horas más bajas embadurnadas de interminables partidas de póker y whisky al lado de su acolita,  Calamity Jane: alcohólica, irreverente  e ingenua. Lo dicho, una pieza Vintage a revisar, que le daremos un monográfico en su momento dentro del western        





               

                                                                                                       CARNIVALE






                                                          

                                                                  


                                                                                                     


Se trata de una historia desarrollada en el contexto de la gran depresión norteamericana entre los años 34 al 36 en lo que se conoció como periodo  de los “Dust Bowl” y  “dirty thirthies”, marcados por la devastación y  ruina de casi toda población estadounidense tras el crack del 29. Un complejo proyecto de HBO, que resultó un fracaso por la falta de paciencia del estudio y el ansia de su creador, Daniel Knauf. La crítica la consideró una de las grandes obras maestras del género televisivo, un producto artesanal heredera de las magistrales “Freaks”, “el callejón de las almas perdidas” y “Twin Peaks”. Se rodaron 2 temporadas (24 episodios) con un final inacabado; ambas partes se  dieron por insatisfechas. De ahí, un cierto halo de maldición como el propio hilo conductor de la historia que impregna esta ínclita serie. Un drama feriante donde las referencias y alusiones religiosas, esotéricas y mitológicas se dejan ver desde la cortinilla inicial con unas imágenes impactantes: El Tarot, la Capilla Sixtina, el Ku Klux Klan o el Jazz... El protagonista es el joven Ben Hawkins (Nick Stahl), un granjero de Oklahoma que tras la muerte de su madre es acogido en una caravana de feriantes (y guarda un secreto, poderes sobrenaturales a modo de apóstol bendito). El contrapunto a este personaje, que digamos representa los valores del bien lo pone el reverendo metodista Justin Crowe (Clancy Brown) que vive en California con su hermana Iris donde alardea de sus visiones proféticas convirtiéndose en un charlatán de culto: es el antagonista de Ben, el mal. El relato nos trae a la retina los textos de Steinbeck y la fotografía de Jim Denault nos acerca a Dorothea Lange. La música la compuso Jeff Beal dándole una atmósfera de road movie sureña que enamora con algunos acordes sinfónicos apocalípticos. El tema principal es la eterna lucha entre el bien y el mal. Todo ello aderezado del resto de personajes que componen la feria, no ajenos a sus miserias internas; amor, celos, avaricia, alcoholismo, enfermedad, hambre, chantaje, soledad, sobreesfuerzo y autodestrucción. Es la poca esperanza que les queda a unas gentes abandonadas a una  turné  maldita.  Guiados por otro de los personajes, esenciales, de esta serie; Samson (Michael J. Anderson) jefe-empresario de la atracción —actor de un físico más que reconocible— e intérprete fetiche de la obra Lynchniana pone el toque sarcástico de un viaje a Babilonia o a la nada. La constante de una obra incomprendida y excelsa donde la búsqueda de la felicidad aristotélica es una utopía prohibida y la libertad; esa máxima categórica de Kant sin respuesta. Es un excelente reclamo para paladares exigentes, en unos tiempos de incertidumbre económica como la que sufre nuestra vieja Europa. No lo lamentaran, véanla.



  

                                                                                                           "24"

                  



                                                  

                                                                                                  
  


Serie de TV creada en 2001 con una duración de  8 temporadas y 192 episodios emitida por el canal FOX a la postre creador de su filial FX-FOX, protagonizada por Kiefer Shutherland. La trama se sitúa en una unidad de élite antiterrorista en la ciudad de los Ángeles. Jack Bauer está con su familia, jugando una partida de ajedrez con su hija. De repente, está desaparece y momentos antes de su búsqueda recibe una llamada de urgencia para presentarse en la unidad. Su esposa, Teri (Leslie Hope)  retoma la tarea de localización de la hija de ambos. En la unidad antiterrorista le comunican que el senador David Palmer (Dennis Haysbert), candidato a la presidencia de la nación (de raza negra) puede ser asesinado en las próximas 24 horas mientras Jack Bauer y su equipo se pone al servicio del senador para descubrir quién está detrás de toda esta tetra. Creada por Joel Surnow y Robert Cochran (veteranos guionistas de Falcon Crest y Miami Vice) fabrican un producto de factura espectacular, adrenalínico y absorbente donde el guión a través de diversas subtramas apoyado en una narrativa revolucionaria, pero ya conocida (montaje sincopado) de la pantalla en cuatro planos, y, un cronómetro de una hora por episodio. Un juego seductor y maquiavélico en torno, a uno de los temas esenciales de la existencia de la humanidad: la libertad. Heredera directa del shock 11- S. La serie ha llegado a poner de acuerdo a diversas ideologías y convertirlos en fans incondicionales desde Gore Vidal a Vargas Llosa o Robert Kaplan, incluso me atrevería que el expresidente de gobierno español, Felipe González también se subiría al carro. Se puede amar u odiar. Vuelvo a remarcar el planteamiento de un agente anti-heróico, pero con licencia parar matar. Las tramas que se irán añadiendo serán los distintos enemigos y amenazas del pueblo americano, envueltas de  la inquietante aureola postReaganista a Cold War. En ese subterfugio denominado; el nuevo orden mundial. Una amalgama de etnías, países, camarillas y personajes de lo más variopinto: musulmanes fanáticos, exgobernantes de las antiguas Repúblicas Soviéticas, ex-agentes secretos del Este, logias pro-racistas, hermandades arias, traficantes de armas, funcionarios mafiosos norcoreanos con todo tipo de elementos disuasorios; armas atómicas y químicas. Atentados con explosivos en ciudades, refinerías, nucleares o aeropuertos y un larguísimo etcétera. Lo que no se le puede quitar ni robar a "24" es su calidad, como producto por encima de los planteamientos y dicotomías ético-morales: el fin justifica los medios (la tortura). ¿Quién puede legitimar la lucha terrorista con sus propias armas? Opinen, Uds. las 2 primeras temporadas son una maravilla y un entretenimiento frenético. Muy recomendable.






                                                                                                BREAKING BAD





                                       
   

                                                                                                                                                                    


Es la historia de un talentoso profesor, Walter White (Bryan Cranston) de instituto de secundaria, padre de un  joven discapacitado y casado con un esposa (Anna Gunn) la esposa del Sheriff Bullock en Deadwood que está embarazada dentro de esa edad en que las cosas se complican. Su escaso sueldo no le da para llegar a fin de mes y pagar las facturas que se acumulan, por lo tanto tiene un trabajo extra en un lavadero de coches, que regenta un inmigrante con muy malas pulgas. Se le diagnostica cáncer pulmonar terminal y decide que va a pasar con los suyos cuando se muera. Contacta con un antiguo alumno del instituto que es un “bala perdida” y se pone a cocinar metanfetamina, lo que le reportará suculentos beneficios y una nueva vida entre el ocultamiento, la mafia, las mentiras, el trastorno de personalidad y su nuevo concepto de la ética... A medida que pasan los capítulos, la psicología del protagonista irá dando giros en una relación cuasi padre hijo con su compinche el juvenal, Jesse Pinkman (Aaron Paul). A todo ello, habría que añadirle el personaje de su cuñado, Hank Schrader (Dean Norris) un agente de la DEA perspicaz— algo rudo— que siente un gran aprecio por él y viceversa; el colega Walter. A medida que la serie progresa, este sujeto se convertirá en un dolor de cabeza en el devenir de los trapicheos diarios del protagonista, Mr. White. La serie producida por AMC consta de cinco temporadas; en España se han estrenado cuatro temporadas con un total de 46 capítulos. Junto a “Mad Men” y “Walking Dead” son las abanderadas de este canal en esa nueva disputa por una ficción de  calidad, con un diseño de producción que nos recuerda a las historias de C. McCarthy junto a los hermanos Coen, en ese drama surrealista y disparatado; “No es país para viejos” o algunos fogonazos de “Sangre fácil”. Obra creada por el guionista Vince Gilligan, que escribió gran parte de los capítulos de la serie de culto “Expediente X”. El capítulo (piloto) lo fotografió el mismísimo John Toll y a posteriori,  se han ido relevando directores del entorno indie. La trama desarrollada en la capital del estado de Nuevo México (Alburquerque) y alrededores, periferia, barrios con  dealers atribulados. A las afueras, urbanizaciones idílicas con ese estilo tan seductor que a veces nos recuerda a las viviendas de American Beauty, pero con un toque post-colonial español en tonos arena y cobrizo como  el caleidoscópico paisaje del desierto. Un espacio fronterizo donde el protagonista como lo ha definido el estudioso, J.L. Molinuevo; “el Quijote de Alburquerque”, ése, que cabalga al lado de un Sancho Panza teenager, adicto a la manduca con la que trafican, y, a la vez se enfrentan a molinos del cartel en busca de la prosperidad monetaria que le dé  estabilidad y bienestar a su familia. La serie plantea extensos debates entre la polémica y el fervor sobre qué es lícito, qué es lo correcto y qué es lo que está bien, soslayándose una vez más el American Way life (sistema sanitario, educativo, política de emigración, las drogas, la discapacidad física, la soledad,  la cleptomanía o la negligencia policial). Un producto muy atractivo que produce una empatía rápida.




                   







                                                                      
                                                                             
                                                                                                 BIG LOVE






                                                                                       




                                                                                                  
Es una de las últimas propuestas revolucionarias nade in HBO. Serie de cuatro temporadas (episodios) con la colaboración de la productora  Playtone, de Tom Hanks y Gary Goetzman (ya colaboró con HBO en la producción de las miniseries John Adams y Pacific) con los mismos  peones. Big Love es la historia de una familia perteneciente a la rama mormona de la iglesia de los Santos últimos días  del profeta pionero, Josep Smith en la que su protagonista, Bill Paxton vive idílicamente en un multicomplejo de tres casas con sus respectivas esposas: Barb (Jeane Tripplehorn), actriz solvente durante la década de los 90, Nicki (Chloë Sevigny), exquisita, muy bien considerada en el entorno indie, y su tercera esposa Margene (Ginnifer Goodwin) la recordaremos,  junto a Joaquín Phoenix en la inolvidable “En la cuerda floja”. La trama circunda en la relación de esas tres esposas sus siete hijos y el resto de sus familias donde cada una representa un icono diferente de la sociedad americana. Comenzando por Barb primera esposa original de Bill (la de mayor edad) con un carácter más liberal e intelectual que trabaja fuera de casa en el ámbito de la enseñanza. Nicki, es hija de un personaje funesto y deplorable cuasi terrorífico: el profeta, Roman Grant (Harry Dean Stanton) actor reconocible por su larga trayectoria cinematográfica y muy cercano a las películas del maestro D. Lynch. El profeta es el gurú de la secta que vive en un reducto escondido entre las  montañas de Utah que se llama Juniper Creek, al margen de la ley, a sabiendas, que el modelo institucional del gobierno de la propia Utah (es un estado mormón, pero penaliza la poligamia) Roman se desenvuelve como un auténtico capo de la mafia versus Tony Soprano antagonista de Bill Paxton, a la postre su yerno. Otro personaje impagable es el auténtico padre de Bill, Frank Harlow (Bruce Dern), trapichante, sucio y enredador polígamo que ha abandonado a la verdadera madre de Bill, la extraordinaria actriz, Grace Zabriskie encarnando a Lois Henrckson; histérica, astuta y absorbente, que fustiga  a su hijo. Lo curioso de todo este culebrón postmoderno de la América profunda, es que el protagonista está convencido que vivir con tres esposas y siete hijos a escondidas no hacen daño y es lícito (siempre que se mantenga el secreto). Un ciudadano ejemplar como otro cualquiera que tiene dos Hipermercados de bricolaje junto a otro socio, que también es polígamo y tiene otras 3 esposas, Don Embry (Joel Mc Kinnon  Miller) incondicional amigo en todas la empresas de su socio, Bill. La familia Henrickson no es el típico hogar, pero se creen esa manera de vivir juntos, Unidos por esa fe en el profeta venidero. Bill es padre, amante, consejero y director de las actividades diarias de esta familia, es más, con el paso del tiempo el culebrón se acrecienta y entraremos en una dinámica en la que se verán abusos de todo tipo perseguidos por las autoridades federales. Donde, alrededor de 400 individuos  fueron encausados por estar manteniendo relaciones no consentidas (matrimonios ilegales) con sus progenitores y el delito de estupro asociado al de rapto y violación se cernía  sobre el profeta y su grey (la pederastia, el tráfico de armas, las infidelidades, la homosexualidad latente, las venganzas, las adiciones al juego y el alcohol, etc.) Estableciendo un paralelismo entre la realidad y la ficción— el proceso judicial contra la auténtica Iglesia de los últimos  días—en el estado de Nevada; ya que los mormones están asentados en Utah, pero existen comunidades al margen de la ley en Arizona, Colorado, Dakota, New México, Nevada y Texas. Un torbellino de subtramas circulares bajo la dirección de los mejores autores de prestigio del canal: D. Attias, D. Petrarca o M. Lehmann, etc. Exquisita fotografía y una banda sonora que en una primera entrega sonaba algo étnica folk con aires country creada por David Byrne, y, en las últimas entregas pasamos a un tono más asfixiante, melancólico y minimalista de la  mano de Anton Sanko. Lo más curioso de esta historia es que el supuesto “delincuente” polígamo, Bill Henrickson llega a ganar las elecciones como concejal de distrito de la capital Salt Lake City, amén de mantener diariamente una confrontación interna (entre sus esposas) que provocará el alejamiento y la fractura del concepto de familia como él cree verla. En definitiva, un producto muy arriesgado, complejo, no muy agradable de ver por la dimensión ética de su temática y que exige al espectador un esfuerzo mayor. Yo recomiendo esta serie más aun estando en un año electoral, en el que con toda probabilidad el contrincante de B. Obama sea Mitt Rommey, senador republicano multimillonario que profesa la religión mormona. Una delicatesen para paladares muy exigentes y a la que yo invito hagan un pequeño esfuerzo: tiene un final de los que gustan.



                   






Bibliografía consultada y recomendada:

THOMPSON, Robert J. (1996). “Television's second golden age”. New York
CREEBER, Glen (2004).”Serial television. Big drama on the small screen”. London: British Film Institute
ROGERS, Mark C.; Michael EPSTEIN; Jimmie L. REEVES (2002). The Sopranos as HBO brand equity. The art of commerce in the age of digitalreproduction.
Lavery, David (ed.). This thing of ours. Investigating“The Sopranos”. New York: Columbia University Press,
LONGWORTH, James L. (2000). TV creators.”Conversations with America'stop producers of television drama”. Syracuse: Syracuse University Press
Richard Green y Peter Vernezze (ed.Ariel): Los Soprano y la Filosofía. “Mato, luego existo” 2010
La Caja Lista: “Televisión de culto” Concepción Cascajonsa Virino Ed. Laertes 2007
Guía de complejos: Estética de teleserie  José Luis Molinonuevo “Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported” 2011